Si bien el mundial de Brasil concentra por estas horas gran parte de las miradas a escala mundial, la política internacional no se toma descanso: en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, se desarrolla la reunión del G77 + China, grupo de países emergentes que cumple 50 años de existencia durante la presidencia pro témpore de Evo Morales, anfitrión del evento. ¿Qué significado histórico ha tenido el G77 durante este tiempo? ¿Cuáles son los principales temas que se trabajarán en la reunión de Bolivia? ¿Qué implicancias tiene que la misma se desarrolle en el sur de nuestro continente?

“Estamos en tiempos de pueblos y no de imperios”, decía Evo Morales a los medios de comunicación reunidos en New York en enero pasado, tras su asunción como presidente pro témpore del organismo. Sin dudas uno de los principales retos del G77, desde su nacimiento en 1964, ha sido el intento de construir un nuevo orden mundial, para “poner fin a la división del mundo en esferas de la opulencia y la pobreza intolerables”, tal como afirma la declaración inaugural del bloque.

La realización de la cumbre en Santa Cruz de la Sierra, y la presidencia pro témpore de Evo Morales en el organismo, son datos que ilustran la nueva realidad geopolítica de América Latina y su inserción a escala mundial. Veamos algunos datos que nos pueden dar cuenta de la importancia de la reunión: el G77 representa el 60% de la población mundial y más de un tercio del PBI global. Además, tres de las diez economías más grandes del mundo –China, India y Brasil- participan del G77: sólo Rusia está ausente del grupo de los BRICS, uno de los mayores polos de crecimiento económico de los últimos diez años. Argentina, país invitado a la próxima cumbre BRICS de Fortaleza, participa en Santa Cruz con una delegación encabezada por Cristina Fernández.

Justo en momentos en los cuales el Papa Francisco ha condenado nuevamente “un sistema económico que ya no se aguanta”, tal como ha declarado a los medios haciendo alusión a la creciente desigualdad global entre ricos y pobres, la reunión del G77 vuelve a poner en consideración un debate interesante: ¿Cómo pensar el desarrollo de los países emergentes? ¿Cómo profundizar una idea de “Cooperación Sur-Sur” donde se pueda pensar al ser humano por encima de las lógicas del mercado? ¿Qué tarea tienen los pueblos y gobiernos “del Sur” en la construcción de una nueva agenda en las relaciones internacionales?

En momentos en los cuales el ideario de mundo unipolar parece haber caído en desuso, la reunión de G77 en Bolivia podrá servir, además, para revitalizar el organismo. Una premisa surge con fuerza de parte de las delegaciones que en estos momentos debaten en Santa Cruz de la Sierra: la construcción de un nuevo orden económico mundial sólo podrá emerger de relaciones de soberanía entre los pueblos, de cuidado a la Madre Tierra, y de erradicación del hambre y la desigualdad a escala global.