Argentina en el Mundial
El balance del debut ante un equipo de segundo orden como Bosnia en Brasil, puede resumirse como un primer tiempo para el olvido, y los segundos cuarenta y cinco minutos a un nivel que alienta moderadas expectativas. Es cierto que todo inicio en un mundial está envuelto en una mezcla de ansiedad y nervios. Pero los recaudos de Alejandro Sabella de disponer cinco jugadores en el fondo, el esquema que más le gusta, ante un rival endeble, abre un signo de interrogación sobre la posibilidad de planteos arriesgados o por lo menos en que la prudencia no sea un gol en contra. Además para jugar con este esquema carece de los marcadores de punta que se proyecten como delanteros. Ni Zabaleta ni Rojo son marcadores de punta originarios sino uno era volante por derecha y el otro marcador central.
Si se quiere tomar recaudos defensivos es preferible fortificar el medio campo con cuatro jugadores en ese sector de campo.
La línea de fondo no tiene defensores que sobresalgan, por lo que para paliar sus limitaciones es importante que el medio campo deje desacomodados a los delanteros y volantes rivales cuando sean superados facilitando el funcionamiento de la última línea.
La mejor formación argentina es con los cuatro defensores habituales en el fondo; los tres del medio con Gago, Mascherano y Di María; y adelante con Messi, Higuaín y Agüero. Es su formación más potente, pero con una estructura desequilibrada. El medio campo tiene muy poca marca, salvo Javier Mascherano, por lo que quedan más expuestas las limitaciones del fondo. La presencia de Gago con movilidad limitada pero con una excelente pegada y visión de juego para el primer pase, reemplaza parcialmente la ausencia de un enganche y potencia lo mejor del equipo que son sus tres delanteros (a los que se suma un Di María que llegó en un excelente nivel que no exhibió en el primer partido). Pero ante rivales de poderío como Alemania, Holanda, Brasil (pese a que en sus dos primeros partidos mostró un nivel incompatible con su historia), Italia, Francia y tal vez Colombia y Chile, es posible que al ser superado el medio campo, los de arriba queden aislados y los de atrás queden expuestos en sus precariedades. En ese caso se podría fortificar el medio campo con un jugador de mayor movilidad y marca como Biglia en lugar de Gago. Como siempre, toda decisión tiene sus costos: lo que se gane en marca y seguridad se pierde en claridad de juego.
Por todo ello, en frío, el equipo tiene una estructura desequilibrada que sólo puede ser compensada con una notable movilidad de los cuatro ases de espada. Si no se consigue consolidar un bloque sólido y compacto que defienda y ataque en bloque, el defecto apuntado pueden postergarnos nuevamente.
Es evidente que una formación con cinco jugadores en la línea de fondo de las características que tiene este plantel, aíslan a Leonel Messi que tiene que retroceder mucho para hacerse de la pelota y queda muy lejos del arco rival, con lo que se neutralizan sus virtudes más notables que se exponen de tres cuartos de campo rival hacia el arco adversario. Ahí su gambeta en velocidad produce destrozos en las defensas rivales. Su desplazamiento de derecha a izquierda, tomando a contrapierna a los defensores rivales es una marca de fábrica. En el primer tiempo contra Bosnia, se lo vio apretado por los rivales, perdiendo en las gambetas, impreciso en los pases y en algunos momentos desmotivado o desmoralizado.
En partidos cerrados, el ingreso en los momentos oportunos de Augusto Fernández pero principalmente Ricky Álvarez, pueden ser variantes interesantes.
Messi, como en su momento Maradona, han establecido un marco de referencia condicionando presencias y ausencias (Ramón Diaz el primero, Carlos Tévez el segundo). Está claro que sus declaraciones posteriores al primer partido fueron muy críticas del esquema implementado por Sabella en el primer tiempo y apostando a un planteo audaz. Eso es diferente a señalar, como lo hace el diario Clarín de una fractura en la relación entre ambos o del plantel con el director técnico. Declaraciones de éste a favor del gobierno lo han colocado en la lista negra de los enemigos del multimedios
En principio resulta positivo, pero es bueno no llevar ciertas aseveraciones a un extremo. Por eso es importante no atarse literalmente a una de sus declaraciones: “Somos Argentina y tenemos que jugar sin fijarnos en quién tenemos enfrente. Tenemos que pensar en nosotros”
Es una frase que se puede suscribir como una apreciación general, sin sobrestimar al adversario exagerando los recaudos como hizo Sabella con Bosnia ahora y Colombia y EE.UU en otras ocasiones, o como en su oportunidad (partido inaugural del Mundial de España) hiciera Menotti con Bélgica, tan inconveniente y peligroso como subestimar el potencial propio. Pero como Argentina tiene una estructura desbalanceada, resulta imprescindible considerar los puntos fuertes y débiles de los equipos poderosos que habrá que enfrentar en las etapas decisivas, adoptando las precauciones pertinentes. Está aún muy presente la goleada que nos infringió Alemania en el Mundial de Sudáfrica con una improvisación táctica de la selección Argentina muy evidente.
No significaría una traición que en partidos de alto riesgo se pasara de un 4-3-3 a un 4-4-2, siempre que los volantes se proyecten con frecuencia al ataque.
En síntesis: si se consigue superar los desequilibrios formando un bloque que disimule las limitaciones y potencie las virtudes de los mejores jugadores, apostando a la audacia sin convertirnos en kamikazes, el Mundial se presenta para estar en la final. Partiendo de una zona con rivales débiles que cualquiera de los posibles candidatos envidiaría y descartando el primer lugar en la misma, el primer rival en octavo es posible que se encuentre entre Ecuador y Suiza que es otra excelente oportunidad de pasar a cuartos de final. A partir de ahí quedan sólo dos partidos para arribar a la final. Parece un camino mucho más propicio que en cualquiera de los mundiales anteriores. Si se llega con buenas actuaciones y fortalecido anímicamente, el horizonte parece aproximarse.
No habría que olvidar aquella vieja apreciación futbolística que sostiene: “Orden contra desorden, triunfa el orden”. Orden contra orden, se impone el que dispone de los mejores jugadores.”