¿Qué policía necesita la Ciudad de Buenos Aires?
La Policía de la Ciudad debe ser un modelo institucional para brindar mejores respuestas a los problemas de los porteños. Para eso es necesario tener una policía especializada, profesionalizada y bajo conducción civil. Debemos pensar en una policía que tenga dedicación exclusiva, que se capacite en forma permanente, que tenga buenos salarios y óptimas condiciones de trabajo. La nueva policía debe comprender la conflictividad urbana de nuestra ciudad y especializarse en cada tipo de delito para que la intervención sea más eficaz y oportuna.
Nuestra ciudad tiene un piso normativo modelo en el país, la ley 2.894 fue aprobada con un amplio consenso en el año 2008, aunque su ejecución se desvió de su espíritu en varios aspectos. En efecto, la Policía Metropolitana se hizo famosa por sus problemas más que por sus soluciones. En lugar de fomentar la transparencia, terminó manchada por el caso de las escuchas ilegales y en vez de promover la convivencia, decidió reprimir conflictos sociales (como en el caso del Hospital Borda) que poco tienen que ver con los delitos que realmente afectan a la población. Más graves resultan aún los casos de gatillo fácil, como el de Lucas Cabello, el joven que cuidaba coches de San Telmo y fue baleando sin razón por un agente metropolitano.
Toda fuerza de seguridad que se cree o se traspase debe adaptarse, al menos, a esa normativa ya consensuada. Y debe modificar el rumbo hacía una institución de calidad democrática. El desafío, hacia el futuro, es mejorar esa ley brindando herramientas para la intervención policial más focalizada en lo operativo y adaptándose al ordenamiento territorial de las comunas. Todo eso, asegurando derechos de la ciudadanía y del cuerpo policial. Es imprescindible, también, asegurar la proporcionalidad en el acceso a la fuerza policial e implementar políticas de igualdad de género para la organización interna.
En este camino debe avanzarse en la incorporación de principios de eficiencia y eficacia, transparencia y rendición de cuentas. Debe ser muy riguroso el control del trabajo policial. Tenemos que comprender que el objetivo es doble: evitar abusos que afectan derechos de la ciudadanía y enmarcar la labor policial en parámetros profesionales. La violencia institucional, además de generar graves violaciones a los derechos humanos, es absolutamente ineficaz para resolver los problemas de inseguridad de la población y lo único que genera es el aumento de la violencia.
Para alcanzar una policía profesionalizada es fundamental producir información de calidad sobre el delito y la conflictividad de nuestra ciudad. No es posible generar políticas públicas de prevención del delito sino se conoce lo que ocurre. Desde la creación de la Policía Metropolitana no se conoce ningún objetivo concreto por el cual se puedan medir sus resultados. Detrás del velo del marketing se advierte una policía reactiva, dispersa, que actúa ante los problemas coyunturales, sin dirección estratégica ni planificación. Una policía moderna requiere de un equipo sólido que produzca y analice información, en base al conocimiento criminal real. Es la única manera para que la intervención policial sea efectiva y genere tranquilidad y bienestar para los porteños.
Finalmente, es primordial la participación de la ciudadanía. Y aquí no se trata de únicamente escuchar a los vecinos y hacer propaganda con eso. Se trata de fomentar su organización y que la voz ciudadana tenga consecuencias concretas para lograr mejores políticas de seguridad.