La contratación de actores para un acto oficial en la Provincia de Buenos Aires y la puesta en escena del Presidente Mauricio Macri arriba de un colectivo son apenas una muestra de la utilización del marketing en la construcción del relato oficial que pone en evidencia la importancia que tienen estas estrategias en una sociedad mediatizada por los grandes medios de información dominantes.

Mucho se habló del relato kirchnerista durante los últimos años, pero lo cierto es que el mismo gobierno de “Cambiemos” afirmó que en diciembre de 2015 heredó un país con menos del 6% de desocupación, con el coeficiente de Gini más bajo de la región (índice que mide la desigualdad), una baja relación de deuda/PBI del 13% y un 98% de alfabetismo. Así lo informó el actual gobierno en un documento escrito en inglés titulado “Argentina: Land of opportunities” con el que salió a buscar inversiones extranjeras en los Estados Unidos en abril de este año.

¿Pero acaso el marketing no es utilizado por todos los espacios políticos?

Pensar la política por fuera del marketing sería un error que en la actualidad sólo pueden cometer algunos puristas que piensan que con la mera exposición de buenas intenciones ya tienen asegurado los votos para ganar elecciones. Por otra parte, pensar que sólo con marketing se puede sostener la credibilidad del ciudadano mientras se implementan políticas de ajuste en detrimento de estos, es olvidarse que ante todo es La Política la herramienta de transformación de la sociedad.

Podría pensarse que durante los últimos años el kirchnerismo tendió a apoyarse en las medidas políticas descuidando la manera de comunicar. Que enfocado en el contenido olvidó las formas y ese lugar fue explotado por el PRO/CAMBIEMOS, una derecha que se presentó mediáticamente moderna pero que al triunfar en las elecciones comenzó a gobernar como siempre lo hizo el poder real, esto es: transferencia de recursos a las patronales rurales vía devaluación, apertura de las importaciones, tarifazos y políticas de ajuste que impactan directamente en el bolsillo del caballero y la cartera de la dama.

EL OJO BLINDADO

¿Tan alejado de la sociedad están Mauricio Macri y su equipo que necesitan armar escenarios ficticios para interpelar a los ciudadanos?

Podría pensarse que sí, que efectivamente Macri y sus funcionarios necesitan montar una farsa para acercarse a los ciudadanos porque son emergentes que representan los intereses de una minoría muy poderosa que nunca se subió a un colectivo ni compró el pan en la esquina de su casa como hace la gran mayoría de sus votantes. Pero además, sabiéndose un gobierno fuerte con los débiles y débil con los fuertes, entienden que necesitan imperiosamente de las herramientas de comunicación más sofisticadas para generar una imagen de cercanía con los más afectados por sus políticas. Es un doble juego donde el neoliberalismo opera permanentemente: la construcción de hegemonía vía medios de comunicación apelando a un sujeto/consumidor pasivo y descreído de la política al mismo tiempo que le aplica las medidas de ajuste ya conocidas por todos.

El blindaje mediático es un buen ejemplo, si uno lee las tapas de los principales diarios de Argentina durante los últimos 10 meses daría la sensación que Cristina Fernández de Kirchner sigue siendo Presidenta y que Mauricio Macri sigue en campaña. Los casos de corrupción se asocian al gobierno anterior y las medidas político-económicas del actual gobierno brillan por su ausencia sin mencionar los casos de corrupción en los que se encuentran involucrados. El presidente conectó muy bien con esta idea al decir, 9 meses después de haber asumido: “a partir de hoy acepto ser evaluado como Presidente”.

EL MEJOR EQUIPO DE LOS ÚLTIMOS 50 AÑOS

Luego del éxito electoral “Cambiemos” sigue en campaña. Uno de los slogans con los que interpeló a buena parte de la ciudadanía fue presentar “el mejor equipo de los últimos 50 años”. Así le dijo a la sociedad: ustedes no tienen que hacer nada, nosotros los expertos nos vamos a ocupar de todo.

Si hubo algo indiscutible durante los años de gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández fue el hecho de generar las condiciones para la participación política de nuevas generaciones, renovando el entusiasmo en aquellos sujetos desencantados durante las décadas anteriores, a través de la recuperación y obtención de nuevos derechos.

Del kirchnerismo se ha dicho que era de izquierda y de derecha, capitalista y comunista, fascista y revolucionario, peronista y progre, con militantes hitlerianos y pro-cubanos/filo-iraníes. De todo se ha dicho en estos años para deslegitimar algo que es innegable: El kirchnerismo surge como expresión de una batalla cultural contra el neoliberalismo, promoviendo la participación activa en la política, cuestionando a los medios de información dominantes, dando paso al resurgimiento de la militancia como sujeto social que gravita en la sociedad, recuperando derechos.

LA GRIETA

En términos comunicacionales “la grieta” es el nombre que el poder real le puso a esta batalla confundiéndola hábilmente con una división social entre dos vecinos que se pelean por cuestiones políticas. Bienvenido el debate político, paso previo y necesario a la participación política cuya acción no hace más que robustecer una democracia que difícilmente dé respuestas a la sociedad en tanto siga legitimándose desde lo delegativo y no desde la participación activa de sus ciudadanos.

No hay que confundirse, “la grieta”, en todo caso, es el cuestionamiento a un poder hegemónico que estimula mediante sus medios de comunicación a la no participación política, obturando la discusión, promoviendo la generación de un sujeto/consumidor pasivo ajeno a las decisiones que otros tomarán por él. A la participación política le opone indignación moral a través de historias de corrupción (ya no importa si son causas fundadas o no porque la noticia persigue un objetivo moralizante/desmoralizante). Al sujeto activo/político le opone un sujeto consumidor/pasivo, en una versión reactualizada del “no te metas”.

La puesta en escena del Presidente Mauricio Macri arriba de un colectivo pone en evidencia algunas cuestiones:

1-La llegada de un proyecto de derecha al poder por la vía democrática es impensable sin los resortes del marketing y los grandes medios de comunicación.

2-El fortalecimiento de la democracia, representativa de los intereses de la mayoría, necesita de la participación de todos sus ciudadanos para generar un contrapeso ante un poder económico que busca, nuevamente, una restauración democrática conservadora/delegativa.

3-Ningún proyecto político que pretenda representar a las mayorías e interpele a la participación activa de los ciudadanos debería subestimar o dejar en segundo plano las estrategias de marketing que le permita convencer a aquellos sujetos que, por el momento, siguen siendo sujetos pasivos/consumidores que a pesar de manifestarse como “apolíticos” o “antipolíticos” cada 2 o 4 años se acercan a la urna para depositar su voto. Pueden ser una pequeña minoría, pero que, ante escenarios de polarización, definen elecciones.