El hecho de que Javier Milei y gran parte de su gabinete hayan participado del acto por el 30 aniversario del atentado contra la AMIA es destacable. Que hayan estado en primera fila sin ser familiares ni amigos de las víctimas es, al menos, cuestionable.

El problema es cuando esa participación se convierte en un aprovechamiento político. Tanto la vicepresidenta Victoria Villarruel, como el ministro de justicia Mariano Cuneo Libarona y la ministra de seguridad Patricia Bullrich parecen haber asistido más para hablar con la prensa que para acompañar a los familiares.

Pero durante el acto se escucharon las voces de esos familiares, que son los verdaderos protagonistas del acto, quejándose por el lugar preferencial que las autoridades de AMIA le dieron a los políticos mientras que muchos familiares ni siquiera pudieron llegar al lugar del acto.

Tal vez es hora de entender que la política debe dejar de ser protagonista en actos como el de hoy en el que se condena un brutal atentado contra todos los argentinos.