Reclamamos a quién nos viola, estigmatiza y reduce a un papel de costilla en esta vida.

Un sordo con la pija hundida que no escucha mis gritos. 

Un boxeador y yo, su bolsa tambaleante, pronto a desplumarse para siempre.

¿A quién reclamamos nuestra defensa de la vida?

Acaso parte de la campaña de este Gobierno no se financió con la guita de la trata acá y en México. 

Si el presidente cree que a las minas les gusta que le digan por la calle que tienen lindo culo.

Si el embajador en Panamá -el paraíso donde vacacionan impunes las fortunas de los Ceos que administran el país-, hizo carrera entre tangas y escotes brillantes.

Y se masturbó la candidatura alentando a hacer asados y llevar putas a una fábrica. 

Hablamos en los medios que nos usan las piernas de maceta, las tetas de adorno. 

¡Nuestro culo suma puntos, rating, pajas!

Nuestro testimonio de la última golpiza se la contamos a los machos Doman, los Lanata, al doctor mirón que es Nelson Castro, al animal suelto de Fantino o al cara de monaguillo Feiman.

Nos miran como Mirtas, Susanas o Awadas.

Nos buscamos en Ninas o Aracelis de carteles callejeros en bolas.

Cómo van a defendernos por radio y tv si un encuentro de mujeres sigue pareciendo peligroso para fachos católicos y quienes se creen peronchos.

Nuestra militancia está muy lejos de la pantalla en que nos miramos.

Milagro sigue presa, Hebe demonizada, y a Cristina la quieren empalar, como a las pibas del barrio.

Hay mucho por hacer. Mucho más que escribir #NiUnaMenos.

Empecemos nosotros que no somos mujer

...si somos machos