¿Por qué tenemos que demostrar que somos capaces? Porque somos mujeres
El cupo femenino que exige un 50% de participación de mujeres en las listas electorales de diputados y senadores nacionales, parlamentarios del Mercosur y en las estructuras de partidos políticos, causa picor. El debate, aunque a mi parecer ridículo a esta altura, es agobiante y saca la misoginia que muchos llevan dentro. En esta nota las razones porque sí y el odio a la mujer capaz como una excepción y no como regla.
Hoy entré a Twitter y se estaba debatiendo estirar el 30% del cupo femenino al 50% porque el Senado le dio dictamen a un proyecto del PJ-FPV sobre paridad de género en las listas electorales de diputados y senadores nacionales, parlamentarios del Mercosur y en las estructuras de partidos políticos.
La iniciativa establece que las listas de candidatos a diputados y senadores nacionales y a parlamentarios del Mercosur deben estar conformadas por hombres y mujeres de manera intercalada, distinto al cupo femenino actual, que dispone la ubicación de una mujer por cada dos hombres.
El tema es que en Twitter no se charlaba sobre qué bien el logro, qué bien el avance. No. Se cuestionaba la paridad y la igualdad con un solo argumento flojísimo de papeles: la idoneidad.
Esa palabrita simpática, ética y utópica que empezó a sonar ahora que las mujeres exigen de manera política y democrática, algo que debería suceder per se, pero no. No pasa. Esto ya pasó. Ya tenemos la Ley 24.012 que fue sancionada el 6 de noviembre de 1991 y fue la primera en toda América Latina. La idea era que AL MENOS 30% del equipo político esté integrado por mujeres. Se hizo como Ley, de manera obligada porque si no, no sucedía. Bien. Avance. Pero ese 30%, que debía ser piso hoy es techo y aunque se avanzó mucho en cuestiones de género adentro y afuera del Congreso, aún se ve como una obligación y no un derecho. A través de cuotas de mínima participación en las listas de candidatos que presentan los partidos en las elecciones, las mujeres pedimos que por favor nos dejen participar de las decisiones del país. Por favor. Déjenos ser ciudadanas activas. Juramos que somos igual de capaces que ustedes.
La lupa de la capacidad se posa sobre mujeres y cargos aún inexistentes. O sea, cuestionan la capacidad de mujeres que aún no tienen cargos políticos porque se cuestiona su capacidad. ¿No es acaso ridículo? Y hago ahora otra pregunta: ¿En qué momento se cuestiona la idoneidad de funcionarios hombres? ¡La respuesta no te sorprenderá! NUNCA. A los varones (todos) pero en este caso los políticos, nunca se los interpela por su género. Jamás a ningún presidente o funcionario se lo cuestionó por su calidad de hombre. A las mujeres sí, por supuesto.
El mundo está manejado por el género masculino porque nosotras nos quedábamos en casa criándolos y haciendo galletitas. Pero hoy la cosa cambió, hace rato que se metamorfoseo y hoy las mujeres estamos presentes en la vida pública de un país, en las calles, en los negocios. Formamos parte. Y si bien, repito, el mundo está manejado por el género masculino, la mitad del planeta está integrado por mujeres. ¿De verdad hay que pedir tener opiniones sobre cuestiones que tienen que ver con el mundo femenino? Desde el aborto hasta la educación sexual, desde la violencia de género hasta la discriminación. Esa mirada no estuvo (aunque ahora de a poco sí) como un ítem fundamental de las agendas políticas porque no había suficientes mujeres en cargos, con voz, con voto directo.
Sería tan ideal como hermoso que no tengamos que discutirlo, que no tengamos siquiera que exigir algo semejante, pero la realidad es dura y cachetea: hay muchísimos hombres que no creen a las mujeres capaces de hacer política.
El 23 de septiembre pero del año 1947 se debatía el voto femenino. Chusmeando en internet encontré este hermoso capítulo de “Sucesos argentinos” en el que muestran minutos de la charla previa a la derogación. Y yo no quiero decir nada, (sí quiero en realidad) pero los argumentos de quienes estaban en contra se parecen un poquitito a algunos de la actualidad.
No sé. Me deprime nivel comer helado del pote mirando por la ventana con cara de que todo está perdido, que tengamos que discutir, exigir o argumentar por qué creemos que tenemos derecho a estar cabeza a cabeza con el hombre adentro y afuera. En el congreso, en las listas, en la calle, en los proyectos.
A veces creo que estamos en el 2016, pero me doy cuenta de que en realidad muchos viven aún en 1947 y piensan que, en realidad, la igualdad de derechos no existe y que tenemos el cerebro más chiquito. Que no nos da. Que no servimos.
Confieso que cuando pienso que a esta altura tenemos que exigir puestos y que demostrar que por más que seamos mujeres, somos capaces, que las chicas inteligentes, productivas y brillantes no son excepción, pienso también en esta imagen. Pero después respiro y pienso que hay que debatir, hay que seguir charlando porque este mundo está muy mal y hay que laburar para arreglarlo.
Dos cositas para el final, de yapa.
- Un comentario de una amiga respecto al tema: "La mitad de los diputados no puede leer de corrido y nosotras tenemos que demostrar con diplomas que tenemos voluntad política".
- Si quieren leer números y una interesante mirada sobre el tema: http://w4000416.ferozo.com/mujeres-participacion-politica-y-poder-desafios-hacia-una-nueva-forma-de-construccion-politica/