Tristeza de la ciudad (liturgia dominguera)
Es el averno. La propuesta se disfraza de libertad pero ese disfraz solo esconde los grilletes. A veces los eslabones de las cadenas dejan que la gente corra. Se trata de un mundo de fantasía, ingrávido y caótico; de todos modos a nadie parece interesarle demasiado salvo cuando el látigo estafeta de situaciones castiga sus espaldas en forma impiadosa.
Es una galería de almas que para el ritual solo gutura maldiciones. Se alzan coplas que derrochan simpatía y muerte por partes iguales y con causas justificadas. El amargo resabio de las causas perdidas encuentra un oasis, no será el último, pero se vive así. Las pertenencias se liman y el juglar, el mendigo y el rey comparten el mismo listón y el mismo brebaje.
Es un mundo de fantasía. La daga asesina y el docto pincel lo mismo da. En el enjambre de vanidades, la juventud, la sabiduría o la simple vejez se sortean el beneplácito de los cantares. Puede que el sol se haga presente, puede que finos hilos bermellones broten de donde no deberían, puede que el poder establecido dicte las normas con la venda corrida. Las miradas ven el cuadro que quieren ver y los harapos no son tales; la única verdad es la que endulza tímpanos, sobre todo si es que viene más allá de los confines de la comarca. Y de golpe aparece la esperanza, nada más ruin que la aparición de quién no se cree... puede que el cielo púrpura complete la bóveda en el mundo de fantasía. Se entonan canciones y se escriben historias despertando monstruos que destruyen lo que se supone adverso y artero. Muchas veces, desde la torre de Segismundo, las cosas se ven mejor. Con el sueño desdibujado cada uno vuelve a su peculio donde la riqueza o la pobreza sigue siendo la misma. El dolor de no poder se viste de largo y comienza a encallar hasta el hartazgo haciéndose fracaso inminente.
Brindo por los samaritanos que se muestran como mojones fantasma a la vera del camino de la vida; por los que son escudo y por los que aún ciegos, casi siempre ven mejor.
A todos; justos y miserables, el reloj descompuesto les dá la razón 2 veces al día.
Ojalá tengamos todos una buena vida.