Tecnópolis, tejiendo lo invisible
En los últimos diez días, desde su reapertura el jueves 16 de julio de 2015, más de 1.270.000 personas vivieron la experiencia Tecnópolis, en su quinta edición bajo el lema "Futuro para siempre". Asimismo el domingo 26 de julio se batió el record histórico de visitantes en un mismo día, ya que el predio recibió a más de 310 mil personas.
Recordemos que en sus cuatro ediciones anteriores Tecnópolis acumuló la cifra de 17 millones de visitantes, lo cual aumenta potencialmente la expectativa para este año. Una gran pista de hielo, la rampa de nieve, el gran Acuario argentino con nuevas especies, la montaña rusa de Newton, o el espacio de ARSAT-1 son algunos de los nuevos atractivos que presenta el parque distribuidos en 78 stands para aprender, jugar y disfrutar.
No obstante todo lo anteriormente mencionado es solo la superficie visible de Tecnópolis, que trasciende lo puramente cultural o eventual, donde se pone en práctica un ejercicio liberador que entiende a la cultura como elemento fundamental para el desarrollo de un pueblo. Ya no se trata de instancias aisladas de producción de eventos artísticos o festivales, sino de la creación y multiplicación de dispositivos para activar procesos sociales y promover transformaciones a largo plazo.
Con esto me refiero a lograr un reordenamiento de lo tangible y sobre todo de lo invisible: los habitos, los sentidos comunes, los prejuicios y estereotipos que reproducimos, las formas de interacción, y todo lo que determina cotidianamente nuestro posicionamiento y mirada ante la realidad social. Es decir un corrimiento ininterrumpido del horizonte de lo posible, que trabaja fundamentalmente sobre la base de seis ejes.
- Nueva ciudadanía: la construcción de una nueva ciudadanía que involucra a las personas como agentes participativos y activos en el diseño de la vida común y del futuro.
- Cultura gratuita y de calidad: en un contexto mundial que tiende a la privatización de los espacios de ocio y a la sumisión del sujeto al rol de consumidor, la cultura gratuita y de calidad representa sin lugar a dudas uno de los mayores logros del kirchnerismo en términos que rompe fuertemente con el paradigma de la cultura como mercancía e introduce la noción de cultura como derecho. De este modo consigue poner en jaque al pacto cotidiano y a la costumbre de pagar por la cultura, y al mismo tiempo genera hábitos por los cuales se internaliza el derecho cultural y la posibilidad de demandar o exigir al Estado, ya no solo la presencia, sino además la calidad del servicio.
- Cultura como construcción colectiva: multiplicación de actividades que buscan fortalecer la lógica participativa, a través de expresiones sustentables ligadas al entramado de la vida cotidiana. Acciones cuyos efectos trascienden el momento de ejecución individual, y contribuyen a reconfigurar la vida cotidiana y las rutinas institucionalizadas de las personas.
-Apropiación del espacio público: el cuarto punto y uno de los más importantes tiene que ver con la deconstrucción de la idea gris, insulsa e insegura del “espacio público”, y la proyección del la calle como el lugar democratizador de la cultura donde se encuentra la ciudadanía participativa. Con la misma impronta que los festejos del Bicentenario, Tecnopolis busca sacar al pueblo del mundo de lo exclusivamente privado, y lograr la apropiación de “la calle” y la posibilidad de transformación de la misma.
- Revalorización de las identidades locales: frente a un proceso homogeneizador de la cultura y el sentido de las cosas, los espacios que conforman Tecnópolis, están abiertos a las múltiples expresiones culturales y artísticas, bajo el paradigma del valor y el respeto por las diversas identidades. Lo verdaderamente revolucionario es la posibilidad de abrir espacios para que las identidades excluidas accedan a poder representarse a sí mismas y resignificar su propia condición de actores sociales.
- Interculturalidad: en dicho sentido la construcción de un espacio de diálogo entre las culturas o de interculturalidad, busca activar procesos de des marginalización y descolonización social, para mostrar que las identidades no son dadas, sino que surgen como producto de la interacción y la lucha de poderes que las clasifica en una escala de valores. Teniendo en cuenta que se trata de un espacio de comunicación y articulación entre sujetos, la construcción de nuevos sentidos comunes apunta a lograr la equidad de oportunidades entre los sujetos.
Además de democratizar el acceso a la cultura, uno de los grandes méritos del Gobierno Nacional es pensar a Tecnópolis como una dimensión que atraviesa transversalmente a la sociedad y a la cultura, e implementar políticas que generan la posibilidad de revelar, deconstruir, y deslegitimar normas incorporadas al sentido común durante décadas, para comenzar a construir nuevas.