Endeudados y sin crédito Javier Milei recurre a la entrega de los hijos de la nación para lograr un acuerdo con el FMI y sumar propaganda a su imagen internacional.

Un breve racconto histórico:

En 1982, Argentina se vio envuelta en uno de los conflictos más significativos de su historia reciente: la Guerra de las Malvinas. Enfrentando a una de las potencias militares más formidables del planeta, el país sudamericano tomó una decisión audaz que resultó en un enfrentamiento bélico con el Reino Unido. Sin embargo, en medio de esta guerra, una alianza inesperada emergió: la Rusia (ex Unión Soviética), que desempeñó un papel crucial en el suministro de armamento a Argentina a través de intermediarios como Libia.

La Guerra de las Malvinas, que estalló en abril de 1982, es recordada no solo por su impacto en la política y la sociedad argentina, sino también por el papel estratégico que jugaron diferentes actores internacionales. Mientras Argentina luchaba por reafirmar su soberanía sobre las islas Malvinas, el país se enfrentaba a serias limitaciones en cuanto a recursos militares y equipamiento.

A pesar de estar en la órbita del poder militar británico, Argentina encontró apoyo en una fuente inesperada: Rusia, entonces uno de los principales actores del bloque comunista. A través de una compleja red de intermediarios, incluidos los contactos con Libia, Argentina logró adquirir armamento vital para el conflicto. Esta asistencia no solo representó un impulso significativo en términos de equipamiento, sino que también reflejó un contexto geopolítico en el que las alianzas y los intereses estratégicos podían modificar el equilibrio de poder en conflictos internacionales.

El apoyo soviético a Argentina no se limitó al ámbito militar. Durante y después del conflicto, la URSS (y posteriormente Rusia) respaldó los reclamos argentinos sobre las Malvinas en diversos foros internacionales. Este respaldo se enmarcó dentro de una estrategia más amplia de política exterior que buscaba contrarrestar la influencia británica y fortalecer los lazos con países que compartían posturas similares en el escenario global.

La pérdida del reclamo….

            La Argentina afronta el anuncio de Rusia en un mal escenario. El reclamo antártico tiene dos fundamentos: la cercanía con el continente y con Malvinas, islas que “heredamos” de España tras la independencia. Pero hoy por hoy hasta está en duda si el caso Malvinas se puede volver a presentar este año, como casi todos los años, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Sucede que las diatribas de Javier Milei, los papelones de la canciller Diana Mondino y el alineamiento con Estados Unidos e Israel ya no garantizan los votos mayoritarios contra el colonialismo británico en el Atlántico Sur: la Argentina pasó a estar en la vereda de enfrente de Rusia, China y los países árabes. Se supone que los latinoamericanos seguirán acompañando, más por tradición que por empatía con la Casa Rosada. Lo cierto es que perdimos la casi unanimidad que teníamos.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/737903-la-trastienda-del-anuncio-ruso-sobre-la-reserva-de-petroleo-

La necesidad de hacerse ver

El presidente Javier Milei, conocido por su estilo audaz y sus gestos provocadores, parece estar canalizando una búsqueda de reconocimiento que podría estar vinculada a su infancia, marcada por una falta de afecto familiar. Esta dinámica se refleja en su política exterior, donde el actual respaldo de Argentina a Ucrania en el conflicto con Rusia ha generado preocupaciones sobre sus implicaciones para el país.

Desde que asumió la presidencia, Milei ha demostrado un afán notable por destacar en el escenario internacional. Este impulso por captar la atención de líderes mundiales puede estar relacionado con una necesidad personal de validación que no recibió en su juventud. Sin embargo, su decisión de alinearse con Ucrania y apoyar la causa contra Rusia plantea serias interrogantes sobre las consecuencias para Argentina.

Históricamente, Rusia ha sido un socio importante para Argentina, no solo en términos de apoyo político en la ONU respecto a las Malvinas, sino también como un cliente significativo de productos agrícolas argentinos en el periodo comprendido de 1960 a 1990. Este comercio fue vital para la economía argentina y su reactivación podría ofrecer un alivio financiero necesario en la actualidad.

El respaldo de Milei a Ucrania podría estar vinculado a el pedido de una línea de crédito de 10.000 millones de dólares para aliviar las reservas del Banco Central. Este acuerdo plantea la cuestión de si el apoyo a Ucrania vale el riesgo de dañar una relación valiosa con Rusia y si realmente es prudente involucrarse en un conflicto que no pertenece a Argentina.

Además, el envío de tropas argentinas a la región en conflicto estimando un envío de 1.000 soldados, el costo de vida de un soldado argentino se sitúa en alrededor de diez millones de dólares prestados, surge la pregunta de si este sacrificio es justificable. La presencia de tropas podría tener un impacto desproporcionado en la seguridad nacional y en las finanzas del país.

La decisión de Javier Milei de apoyar a Ucrania en lugar de fortalecer la relación con Rusia es una cuestión compleja y controversial. Dada la histórica relación de Argentina con Rusia y los posibles beneficios económicos de mantener ese vínculo, el riesgo de involucrarse en un conflicto ajeno plantea importantes preguntas sobre la política exterior del actual gobierno. El país debe evaluar cuidadosamente si los beneficios de este apoyo internacional justifican los potenciales costos y riesgos asociados.

Increíblemente, se prefiere la traición a Rusia y el endeudamiento con un fin propagandístico personal del presidente.