Nervios y dudas como monedas de oro
Tal vez ayer; como nunca o como siempre que se enfrentan Boca y River, cada fallo o error cometido por los jueces toma ribetes sobresalientes. En el clásico de La Bombonera, a Nestor Pitana y a sus colaboradores, los hinchas de Boca lo apuntan como los únicos responsables de la derrota.
Hace unos años ya, el exarbitro internacional Pierluigi Colina, el alto pelado para aquellos que lo reconocen por aspecto y no por nombre, había declarado su fuerte respaldo a la utilización de la tecnología en los partidos de fútbol. Es tema es archiconocido pero vale aclarar que existen una gran cantidad de deportes que vienen aplicando las bondades de una cámara bien puesta y que no han perdido ni la "sal" ni la finalidad última del deporte en sí, sino todo lo contrario.
Una vez estando en la ciudad de Atlanta en los EEUU durante los JJOO de 1996, mi amigo personal Marcelo Gantman me leyó un artículo de la revista Newsweek donde hablaba de fútbol. Decía que era el deporte más democrático que existía ya que uno podía ser negro, blanco, oriental, bajo, alto, católico, judío, mahometano, ateo, mudo, gordo o flaco y de todas formas podía ser el mejor jugador del mundo mientras que en el resto de las actividades, la cosa se ponía un poco más elitista.
La idea de esta democracia deportiva fue la que más fija me quedó desde aquel año 96 pero también la que más dudas me trajo.
Tal vez debamos encontrar una explicación de lo que es una democracia deportiva. Humildemente tiro una primera piedra y digo que debería tratarse de asegurar las mismas condiciones reglamentarias para ambos equipos y que el que venza lo haga dentro de ese marco; digo si un gol es con la mano sea adrede o por casualidad, no vale, si un gol es conquistado mediante un foul, no vale, y así podríamos seguir con los "no vale" un largo rato.
Para que las reglamentaciones se lleven a cabo en forma similar para todos los involucrados están los árbitros junto a sus asistentes. Cuatro personas para juzgar la conducta deportiva de 22 jugadores que entran al campo de juego, más 8 personas de cuerpo técnico y 12 suplentes que esperan fuera del campo. No olvidemos tampoco la conducta a veces ventajera y extrarreglamentaria de los alcanzapelotas, ni a la posibilidad latente de los cánticos antisemitas o xenófobos que el mismo árbitro debe controlar... no es justo.
La utilización de la tecnología es imperiosamente necesaria para fortalecer esa idea de que el fútbol es el más democrático de los deportes. La tecnología iguala de verdad, y le dará la tranquilidad que necesitan todos los equipos para visitar la cancha de sus rivales. La parte técnica de la puesta en práctica es lo de menos, seguir como hasta ahora, como les gusta a los máximos dirigentes del fútbol, a los dts e increiblemente a los jugadores es tener abierta la ventana de la paranoia y de la culpabilidad ajena. No existirán errores de táctica, ni malos cambios, ni falta de agallas; la culpa siempre será de Fatigatti que se tragó el pito porque así “se lo ordenaron desde Viamonte” Les recomiendo leer una novela llamada 1984 de George Orwell.
Los árbitros entran a la cancha en la más absoluta y hostil soledad, todo el estadio los insulta, no tienen más respaldo que su estado físico y un par de tarjetas de colores; pocas armas para competir con las 5, 6 o 7 repeticiones de la transmi de tv casi siempre preparada con 3 clavos y un martillo.