En sus posteos en la red social X, el presidente Javier Gerardo Milei proclamó la victoria opositora, y llamó a que las fuerzas armadas intervengan para defender la democracia de Venezuela.

Tal vez su estilo impulsivo y enfático, sea uno de los mayores activos de Milei para mantener la aceptación de sus votantes. Con esta estrategia, convenció a un 33% de la sociedad argentina, que es su núcleo duro de votantes, pero como se vio en las PASO y las elecciones, en el balotaje el juego cambia. Pero esas formas distan de ser las de la vía diplomática, en especial cuando por el contenido de sus dichos, se va en contra de un principio básico del derecho internacional: la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados.

Como principio diplomático es de larga data y tiene su origen en los tratados de la “Paz de Westfalia” de 1648. En la Carta de las Naciones Unidas, más precisamente en el punto 7 del artículo II, se expresa que “Ninguna disposición de esta Carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados”. Milei posteó poco después de la medianoche, “DICTADOR MADURO, AFUERA Los venezolanos eligieron terminar con la dictadura comunista de Nicolás Maduro. Los datos anuncian una victoria aplastante de la oposición (…) Argentina no va a reconocer otro fraude, y espera que las Fuerzas Armadas esta vez defiendan la democracia y la voluntad popular”. No sólo le dio órdenes a otro mandatario, reeditando su latiguillo “afuera”, también pidió la intervención de militar para resolver el tema, sin siquiera tener la paciencia de esperar las actas del escrutinio.

La polarización política es muy extrema en Venezuela. Las denuncias de fraude en las elecciones de ese país se producen implacablemente desde la reelección de Hugo Chávez en el año 2000. En 2002, el gobierno bolivariano sufrió un fallido intento de golpe de Estado en el que el presidente Chávez denunció el apoyo estadounidense a los golpistas. La denuncia coincide con la histórica política norteamericana de proteger sus intereses económicos a través de golpes de Estado en América Latina, en una relectura amplia de la Doctrina Monroe, aquella que dice que “América es para los americanos” (lo establecido por el presidente Monroe en 1823 se refiere a no permitir la injerencia europea sobre los nacientes Estados latinoamericanos en lucha para independizarse).  Venezuela posee un 20% de las reservas petroleras del mundo. Un interés al que el chavismo (que pervivió con Maduro) con su política se opone. Desde 2000 hasta ahora, cientos de veedores fueron a monitorear las elecciones venezolanas y no pudieron comprobar los fraudes denunciados.

Las elecciones del 28 de julio terminaron con un clima convulsionado. Se solicitaron entregar datos verificables a la Junta nacional Electoral, y que se permita a la oposición ver las actas.  A las 21.00 horas, poco tiempo después del fin de los comicios, se emitió un comunicado conjunto de Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay en el que se solicitaban garantías de respeto a la voluntad del pueblo venezolano expresado en las urnas. Luego de ese comunicado respetuoso, fruto de un acuerdo diplomático, Milei no pudo con su genio y se alejó de la diplomacia. Fue a las redes sociales a proclamar la victoria opositora, haciéndose eco de las declaraciones de María Corina Machado, la opositora que proclamó el triunfo de Gonzáles por un 73,20% de los votos, cuando el Consejo Electoral Nacional venezolano sostenía que el triunfo de Maduro fue por un 51,20 contra 44,20 de González.

Durante los comicios, Venezuela ya había presentado una queja por la presencia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, frente a la embajada de ese país. Durante una entrevista en en un canal de televisión por cable, ella negó su presencia en nombre de la no injerencia. Los periodistas le mostraron su propio posteo de una foto en la que se la veía en esa embajada. Tristes pasos de comedia.

El libertario encontró en Maduro un oponente de similar estilo retórico. El venezolano no se privó de devolver agravios y demonizaciones. Pero esa batalla dialéctica solamente habla de los egos de los respetivos presidentes y carece de relevancia (sólo actúan para su tribuna). En el caso del argentino, es preocupante que en su misión evangélica personal contra el socialismo, abandone una y otra vez posiciones diplomáticas históricas del país y se juegue, en este caso, abiertamente por un candidato, yendo más allá que el mismísimo presidente de Estados Unidos, país que realmente tiene grandes intereses en juego en las elecciones venezolanas. “Tenemos serias preocupaciones de que los resultados anunciados no reflejan la voluntad o los votos del pueblo venezolano”, declaró Antony Blinken, el Secretario de Estado norteamericano en una conferencia de prensa ofrecida en Japón. Antes, en un comunicado, había expresado: “Ahora que concluyó la votación, es de vital importancia que cada voto sea contado de forma justa y transparente. Llamamos a las autoridades electorales a publicar el recuento detallado de votos (actas) para asegurar la transparencia y rendición de cuentas”, indicó Blinken en el comunicado. Como en el dicho popular, Milei es “más papista que el Papa”. Sólo cabe esperar que no siga forjando conflictos diplomáticos, ya que alguno pueda traer consecuencias irreparables.