La odisea de ir a una cancha en Brasil
(Enviado especial)
Hay una idea equivocada de lo que es asistir a un Estadio en Brasil. Ir a ver un partido en tierras cariocas no es para cualquiera. No es como muchos creen un momento donde se puede llegar a la cancha en ojotas, bronceador, con una Caipirinha en la mano, sacando fotos y cantando alegremente "Garota Do Ipanema". Al menos nunca lo ha sido en los encuentros Internacionales que me han tocado vivir y cubrir. Sea por Copa Libertadores o Sudamericana. Nunca. Pero nunca la pasé bien en un Estadio de Brasil. Les voy a contar dos experiencias (podrían ser más de 10) que desarrollan lo que recién presenté. Final Gremio vs Boca en Porto Alegre. Año 2007 (Boca Campeón de la Libertadores), me tocó ir a trabajar para un radio junto a otros tres amigos y colegas. Fuimos al Estadio en taxi muy temprano para retirar las acreditaciones correspondientes, armar la transmisión y ubicarse con tiempo para conectarse sin ningún tipo de problemas. Al llegar decidimos bajar en un 'portão' central creyendo que ahí era el ingreso. El taxista nos advirtió sobre el peligro de bajar solos en esa zona. No le hicimos caso. "¿Que nos van a hacer?", pensamos; "si somos Periodistas", creímos. No teníamos nada de Boca que nos identificara, ni nada que pueda generar violencia. Preguntamos a uno de seguridad por el ingreso a la prensa y nos indicó que debíamos dar toda la vuelta, que estábamos en el sector totalmente opuesto. Bastó preguntar eso en español para empezar a recibir todo tipo de insultos de aquellos que estaban esperando en la fila a que abran las puertas del estadio. Primero fue uno, se sumó otro, y otro y otro, hasta que eran 200. Voló un vaso. Una botella. Al notar la situación de violencia, rápidamente se acercaron cinco o seis policías de un escuadrón. Ellos decidieron "custodiarnos" hasta el portão correspondiente. Armaron una especie de protector con escudos y empezamos a caminar por la parte externa de estadio ¡Claro! eso nos mandaba mucho más al frente. Cuatro tipos con cara de susto protegidos por los escudos de un grupo de policías. Fueron quince minutos interminables. Nos tiraron de todo. Insultos al por mayor. Algunos intentaban tirarnos patadas. Hubo momentos donde la policía respondió con bastonazos. Parecía que todo se desbordaba y nuestra vida valía centavos. Llegamos a los golpes. Literalmente. Cuatro periodistas. Al llegar esperamos la acreditación (desorganización total) y con el correr de los minutos iban llegando los colegas en las mismas condiciones. Era una caza de brujas. Nos enteramos ahí que a los periodistas encargados de relatar para la TV Argentina intentaron darle vuelta el auto y el mismo terminó destrozado. Supimos que los hinchas de Boca llegaron con los vidrios de los micros destrozados. Y que otros hasta debieron cambiar de coches a unos cuantos kms de Porto Alegre. No terminó todo ahí. Era tal el nivel de violencia que nos prohibieron ir hasta la ubicación por el anillo externo. ¿Que hicieron? Nos permitieron cruzar por el medio del campo de juego y entrar por la manga de los jugadores a un sector que nos llevaba a prensa. Tremendo. La salida nos llevó prácticamente tres horas hasta tanto la zona estuvo totalmente despejada. Llegamos al hotel sanos y salvos. Pero casi de madrugada. La otra experiencia también fue en una final de Copa Libertadores. Esta vez Corinthians vs Boca en el Pacaembú (2012. Campeón el Timão). Me tocó cubrir este partido decisivo para C5N. La idea era mostrar toda la previa. Notas en vivo con el hincha de Boca entrando al estadio (color) y en el vestuario post partido. Sencillo, ¿no? Misma situación que en Porto Alegre: llegamos temprano. Esta vez lo hicimos con comodidad. Pero la misma desorganización. No estaban las acreditaciones. Pedimos cuatro y nos dieron una. No funcionaba el 3G. Comunicarse era imposible. Sin teléfonos, sin internet sin posibilidad de salir en vivo con la LIVE U. El Estadio está ubicado en San Pablo. En una zona de calles curvas, en subida y en bajada, difícil de orientarse y complicada de transitarlas. Cada "cuadra" eran de 300 metros y un error de calle podía ser una trampa mortal. Nos recomendaron no hablar mientras caminábamos esas "rúas" oscuras. Había un clima extraño. Feo. Fuimos de prensa al acceso de los hinchas Xeneizes. Allá fuimos. Les juro que pocas veces en mi vida vi una cosa igual. Familias completas. Mujeres llorando. Chicas lastimadas. A una la arrastraron de los pelos más de 40 metros. Si, leyeron bien. Dos policías arrastraron de los pelos a una chica porque tenía una entrada falsa (luego me contó que la compro de buena fe). Un policía estuvo a centímetros de pegarme un palazo. Nos prohibieron filmar. Nos amenazaron con llevarnos detenidos si lo hacíamos. Nos alejamos unos metros e igual lo hicimos. Armaron el peor ingreso a un estadio que se pudo haber visto en la historia del fútbol. En un momento dejé el micrófono para comunicarme con el cónsul argentino en San Pablo a través de un conocido economista que reside allá y pedirle que se haga presente. Estaban avasallando los derechos de los ciudadanos argentinos. Nunca pude comunicarme. Fue una cacería humana. La Barra brava de Boca tuvo un enfrentamiento muy duro con la policía. Pese al intento de avanzar en paz, de ingresar tranquilamente, les aseguro que los policias brasileños provocaron y buscaron esa reacción. Ese final. Tal vez desconociendo que estos muchachos no eran esas familias inocentes, inofensivas a las que castigaron con sus palos, golpes y caballos. El ingreso al Pacaembu fue sangriento. Y salir una odisea. Aún con un Corinthians campeón. Debimos esperar dos horas para salir. Así fueron algunas experiencias en Brasil. Yo ahora estoy escribiendo esta nota recordando otras malas experiencias. Seguramente a estas líneas la van a leer muchos otros testigos que han estado en ese momento viviendo esto que estoy contando. Lo único que me da cierta esperanza es que en un contexto de Mundial el clima sea otro. La suma de diferentes nacionalidades disminuya la cantidad de brasileños en los estadios y se pueda vivir una verdadera fiesta. Quienes son "hombres de fútbol" entenderán de lo que estoy hablando. Yo llego con mi experiencia a cuestas. Llego con mis recaudos. Mi interés en este espacio es advertirle a quienes van a viajar a ver alguno de los partidos (Belo Horizonte, Río o Porto Alegre), que una de las posibilidades es que la pasen muy mal. Tomen sus recaudos. Presten atención. El que avisa no traiciona. Ojalá me equivoque. En una próxima columna se los contaré. |