El becerro de oro
Cuenta el éxodo 32 que cuando el pueblo notó lo mucho que tardaba Moisés en bajar del monte, se congregó alrededor de Aarón para pedirle que les fabricara un dios, uno que marchase delante de ellos. Aarón no discutió. Pidió los aros de mujeres y niñas y todo el oro que poseyera el resto. Los tomó y fabricó un becerro, un becerro de oro, al que colocó sobre el altar que le había edificado.
Enterado de lo que ocurría, el Señor habló con Moisés y le exigió que bajase pronto. Su pueblo se había corrompido. “Bien pronto –le dijo Dios- se han desviado del camino que yo les mandé. Se han hecho un becerro de fundición y lo han adorado y le han ofrecido sacrificios. He visto a este pueblo, y he aquí, es pueblo de dura cerviz”. Cuando Moisés bajó se encontró con un pueblo desenfrenado, porque Aarón –con ese becerro de oro al que adorar y colocar delante de ellos- les había habilitado el escándalo, el desorden, el extravío y la inmoralidad.
Necesitaban esa tapa –que es lo mismo que decir el armado de esa operación- tanto como el aire que se respira. Necesitaban un becerro de oro, tanto como aquel pueblo desorientado. Su Moisés no llega, no baja y si no aparece, pues dioses de fundición serán la opción. Porque a alguien deben colocar delante para tener a quien seguir.
Necesitaban esa tapa porque la sola convocatoria a la marcha no les daba el oxígeno suficiente. Estaba en camino ya un inteligente operativo que le había empezado a carcomer la poca credibilidad que ya tenían los convocantes y, por ende, se estaba rasgando la credibilidad de la convocatoria. Se estaba pudiendo identificar uno a uno a los promotores de la manifestación. 7 fiscales eran la avanzada de la movida. Algunos a cara bien descubierta, otros desde las sombras. Pero con todos sucedía lo mismo: si se seguía escarbando, más que pedir respuestas o exigir justicia, lo que iba a quedar en evidencia es que ellos son los primeros en tener que dar un par de explicaciones.
A la edición online de Clarín del viernes 13 no le alcanzaban los márgenes para colocar el título en cuerpo de letra catástrofe: “Imputan a la Presidenta por la denuncia de Nisman. Lo decidió el fiscal Pollicita”. En ninguna parte se aclaraba, se explicaba. ¿Para qué? Si el clima debe ser –para su conveniencia- el de la mayor confusión posible. Sólo acompañaron la presentación de la operación devenida noticia con una fotografía de la Presidenta en la cual se la ve llevándose el dedo índice izquierdo a la boca en un gesto de pedido de silencio. No hay que ser graduado en semiología para entender que eligieron esa imagen porque querían mostrar a una jefa de Estado pidiendo que callen, exigiendo silencio, es decir, encubriendo,. Lo que el título busca mostrar es que en su película hay buenos que pretenden sacar algo a la luz y una muy mala que que pide que callen porque oculta.
Nada decían acerca de que un fiscal hace una acusación, una imputación y es el juez quien decide si es o no procedente esta demanda. Nada acerca de las presentaciones de la Procuraduría del Tesoro y de cómo ese escrito hizo volar por los aires la novela de Alberto Nisman, texto que ya había desbarrancado con el rotundo “Nisman miente” del ex jefe de Interpol y de los servicios secretos de los Estados Unidos, Robert K Noble. Nada sobre la demostración empírica de que el supuesto objetivo gubernamental delictivo escondido en el Memorándum con Irán jamás sucedió –y por lo tanto, no hubo delito- y nada sobre cómo calificaron a este presentación hombres de la talla de Julio Maier o Raúl Zaffaroni. Y nada sobre cómo hasta los más acérrimos y rabiosos opositores debieron admitir la flojedad de los nismanismos, como llamó al escrito Horacio Verbitsky.
Jurídicamente inconsistente de inicio a fin. Si Pollicita imputó y no llamó directamente a a indagatoria a la Presidenta es porque le bajó, él también, el precio a la denuncia de Nisman. Pero ¿qué importa? Eso no es lo que vale. Vale el show, la escena barbárica de ánimos enardecidos. Vale ver si pueden fabricar un becerro de oro, porque el Moisés que necesitan, no baja.
Quienes están en la ardua tarea de la función y que ocuparon el protagonismo de la primera foto de convocatoria no están precisamente limpios: Raúl Plee, Germán Moldes, Carlos Stornelli, Ricardo Sáenz, José María Campagnoli, Carlos Rívolo, Guilermo Marijuán, el cada día más sorprendente Julio Pimato y ahora Gerardo Pollicita tienen alguna que otra acción del pasado y el presente que explicar.
Sáenz es el Fiscal General ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal y vicepresidente del Consejo Directivo de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional (AMFJN), organización presidida por Ricardo Recondo, un magistrado de gran millaje y amigo de las cautelares del multimedios poderoso.
Él también convoca a la manifestación del 18F, esa movilización con F de fiscales, de fiscales del fuero federal. Él no es fiscal, pero se lleva bien con esos fueros. Son parte. No de quienes lamentan la muerte de Nisman, sino de quienes disfrutan la herida institucional que ese deceso produjo.
Entre 1999 y 2005, Recondo fue socio de los Anzorreguy; de Alfredo, en la empresa Agro San Francisco. Hugo, el ex titular de la SIDE se encuentra actualmente acusado por encubrimiento, abuso de autoridad y falsedad ideológica por tergiversar lo que había ocurrido con la voladura de la AMIA, causa que debería este año ser elevada a juicio oral.
Sáenz y Recondo comparten, además de la vehemencia en la convocatoria y la titularidad de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, la participación en Certal, la organización de Cablevisión que les ha dado millaje y vacaciones a varios miembros del Poder Judicial, sobre todo durante 2012, en pleno debate de la constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, cuando, casualmente, varios de los jueces viajeros debían fallar sobre esta normativa. Además, tal como contó Verbitsky “los vínculos de Certal con la justicia argentina no culminan con la relación que existe a partir del fiscal Sáenz: la Coordinadora General de dicha ONG es Ana Recondo, la hija del juez Recondo”.
La amistad de Recondo con Sáenz y sus vínculos con Anzorreguy no son de ahora, ni de inicios de los años 2000.
Sáenz, además de haber sido denunciado por el juez Ramos Padilla por obstaculizar una causa de tráfico de influencias y de haber asistido desde su estudio privado a acusados de estos mismos delitos, fue protagonista de las escuchas en las cuales se lo oía aconsejar a los principales involucrados en la comisión de los delitos. Pero que su historial se parezca más a prontuario que a CV viene de lejos. A inicios de los años 90, no hizo lo que debía y no apeló la liberación de un narco colombiano. Hasta la DEA se quejó. Se le abrió un sumario en la Procuraduría General de la Nación que tuvo como instructor a Luis Moreno Ocampo.
En medio de la labor, recibieron la “visita” de Hugo Anzorreguy, ya titular de la SIDE, quien pidió que lo “perdonen”. “El pibe se equivocó, déjensela pasar”, fue el textual. León Arslanían degradó a Sáenz de fiscal de instrucción a fiscal volante de la Procuraduría y éste, ofendido, se negó a ocupar el cargo. LA SIDE volvió a entrar fuerte en la jugada y no sólo lograron que no lo degradaran sino que lo premiaron con el ascenso a fiscal general.
El sumario fue destruido, lo que le quedó en el ojo a Moreno Ocampo y quizás encontremos allí una de las razones por las cuales anoche en el programa Intratables del viernes 13 de febrero por la noche, este ex fiscal del juicio a las Juntas -y que ha hecho su carrera internacional en base a despegarse de lo feíto que anda por ahí -no haya sido todo lo generoso ni con la marcha del 18, ni con la presentación de Pollicita que los convocantes a la manifestación y los adherentes esperaban. Con su zezeo canchero y cheto, el mismo que tiene desde que es jovencito, destrozó en dos palabras la presentación de Nisman,la de Pollicita y la marcha. Al humo se le fueron los “panelistas”. Él se limitaba a levantar su tupida ceja izquierda y a acomodarse en el sillón de invitado central. No lo sé, pero estoy segura que anoche se cobró aquella destrucción de sumario que lo obligaron a llevar adelante. No era joda todo aquello. Habremos de ver si junto con el sumario se destruyó también el registro de las visitas de los miembros de la SIDE al narco mientras estaba en el penal.
Sáenz es también quien se pronunció a favor de la constitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto final. Como sabemos, estos pronunciamientos, no se llevan a cabo “en general”, “en abstracto”, sino a partir de un caso específico. La causa en la cual se expidió, era la que tenía por objeto la investigación del llamado “Operativo Murciélago”, en el cual fue secuestrado Quique De Pedro, padre de Wado y entonces amigo de Julio Piumato. Piumato estaba en la foto, convocando codo a codo a la manifestación con Sáenz. Paradojas de los tiempos.
Sáenz es, además, el jefe de Viviana Fein, la fiscal que lleva adelante la investigación por la muerte de Nisman. Su jefe convoca a la manifestación para que haya justicia. Otra extravagancia de los tiempos, por decir lo menos.
En la misma línea de leer finito y agudo es que hay que oír y poner mucha atención a lo dicho por Sandra Arroyo Salgado en la reunión opositora con senadores y diputados que, como vampiros hambrientos, querían sangre, más aún. Ella estaba preocupada por el nivel de exposición pública de los detalles de la causa. Puede haber sido palo para Fein. O puede haber sido tirón de orejas para Sáenz, tan señalado como muy proclive a la filtración de información a los diarios amigos.
Esto no fue lo único que dijo la madre de las hijas de Nisman. Pidió “responsabilidad”, que no se politice la causa” y más silencio. Y, como al pasar, contó cuán bien le hace a las investigaciones que los detalles sólo sean conocidos por las partes. Claro, coincidiremos con ella siempre y cuando no haya para un lado silencio informativo y para el otro, cataratas de filtraciones de pedacitos del expediente.
Se notó ahí a una mujer en medio –o parte, no lo sabemos aún- de una guerra judicial –otra, que es la misma- para que el expediente pase al fuero federal, con esa F que tanto se parece a la S de SIDE. Han abierto ya una puertita: la denuncia sobre ese extrañísimo punto negro en la frente de Nisman en la foto de la tapa de Noticias que la pareja actual de Arroyo –un señor con algunos inconvenientes de papeles en los negocios bailables que maneja- encontró entre los diarios, fue realizada en el juzgado de Luis Rodríguez, otro con F, de fuero federal.
Dos de los otros protagónicos propiciadores de la manifestación son Guillermo Marijuán y el Fiscal de la Cámara de Casación Raúl Pleé.
Marijuan fue denunciado por seis organismos de Derechos Humanos por “poner en riesgo las causas por crímenes de lesa humanidad”. No fue la única mancha de los últimos tiempos. El titular de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac), Carlos Gonella, y Marijuán tienen un vínculo, digamos, jurídicamente conflictivo. Marijuan acusó a Gonella y pidió la indagatoria de la procuradora Alejandra Gils Carbó por supuestas irregularidades en los nombramientos de fiscales. El argumento básico de Marijuán es que Gonella, al ser fiscal ad hoc, no debe tomar causas en las cuales no es el fiscal “natural”. Un argumento llamativo éste viniendo de quien es el “fiscal natural” de la causa AMIA (corridos Eamon Müllen y José Carlos Barbaccia por serias acusaciones)y que no sólo no se preocupó en hacerla avanzar sino que fue denunciado por familiares. Fue Marijuan quien le dejó el paquete completo a Nisman y a su Unidad y jamás se interesó en los avances. Por otro lado, y como si no fuese esto suficiente para tener una pincelada del perfil de este hombre al que le gusta codearse con la creme del Poder Judicial, Marijuan es quien tiene la causa de Hernán Arbizu, el ex directivo de la banca Morgan que reconoció haber fugado dinero de Clarín, de sus accionistas y de 469 empresas, pero a quien el preocupado hombre del Poder Judicial no cita.
En el diario La Nación del sábado 14 de febrero se publica una llamativa entrevista a este fiscal. “Pollicita es un gran profesional, con más de 30 años de experiencia”, es el textual de Marijuan. Defensa corporativa a la vista y un modo particular de convertir en sinónimos el paso del tiempo con grandeza jurídica. Un ítem, al menos, para someter a debate.
Pero lo interesante de esta nota es que mientras el periodista lo va consultando sobre lo inédito de la convocatoria de estos fiscales, dice Marijuán, a modo de explicación de su independencia: “Yo con el doctor Nisman he tenido algunas diferencias. Por ejemplo, no tenía su celular y el día miércoles que presentó la denuncia lo llamé al fijo de la fiscalía”.
- ¿Y para qué lo llamó?, le consulta el periodista de La Nación
- Porque había presentado esa denuncia, para decirle que lo acompañaba en lo que necesitara, que era una denuncia muy fuerte y que por ahí necesitaba tener el apoyo y el acompañamiento profesional. Y que pese a esas diferencias que habíamos tenido, que supiera que acá había un fiscal que lo respaldaba.
- ¿Y ahí usted ya había leído la denuncia que él iba a presentar?, vuelve a interrogar el periodista en un gesto de legítimo interés profesional y poco visto en los últimos tiempos de parte de ciertos “colegas”
- No, no, no. Yo nada más le dije que como escuché la vehemencia con la que él se había manifestado y el momento que me imaginaba que estaba viviendo -porque es una denuncia fuerte- era bueno que supiera que había una persona que tenía su mismo cargo que lo apoyaba”.
Es decir, el vocero de la convocatoria del 18F reconoce que SÓLO le dio su apoyo a Nisman por la “vehemencia” con la cual éste hizo su presentación televisiva. A un fiscal federal de Comodoro Py no le importa si la denuncia es válida, si no lo es, si hay delito al menos enmarcado, si hay pruebas en la acusación o si es un disparate jurídico. Él, un fiscal de esa instancia del Poder Judicial declara el apoyo a un colega por la “vehemencia” de éste al hacer pública una acusación. No estamos muy seguros los ciudadanos de a pie.
Otro que llama a marchar es Raúl Pleé, fiscal ante la Cámara de Casación Penal, es decir, la última instancia de los mortales locales antes de la Corte Suprema. En diciembre de 2000 fue él quien dictaminó en favor de que se rechace el recurso que presentó el Gobierno de Fernando de la Rúa para que la Justicia revise el fallo de los 20 condenados por el ataque al cuartel de La Tablada.
Por aquellos años, el gobierno nacional estaba preocupado por el caso Tablada debido a que la huelga de hambre de los presos había adquirido relevancia internacional y la Corte Interamericana de Derechos Humanos ya tenía la cuestión en vista. Para Pleé no había “peligro de sanción internacional" a la Argentina por el incumplimiento de las recomendaciones efectuadas en 1997 por la CIDH, frente a la violación del artículo 8.2 de la Convención Americana de Derechos Humanos. Claro, no le parecía relevante que este organismo internacional hubiese dicho que el Estado Argentino había faltado a su obligación de investigar de “manera exhaustiva, imparcial y concluyente” la ejecución de José Alejandro Díaz e Iván Ruiz, investigación que habían llevado adelante (mal, a la vista de la máxima instancia de DDHH de América) Nisman, Sebastián Blanco Bermúdez (actual aobogado de Stiuso) y él.
Hasta al entonces Ministro de Justicia de esos años, Jorge de la Rúa, le había parecido “previsible” el dictamen de Pleé, ya que “justamente fue el fiscal del juicio realizado en 1989 contra los condenados que reclaman la revisión de su sentencia”. “Este fiscal es el mismo que durante el juicio ha desconocido torturas y ejecuciones extrajudiciales por parte del Ejército”, cuestionó Rodolfo Yanzón, abogado de los detenidos.
El 30 de diciembre del año pasado, la Corte se expidió. 14 días antes de la presentación de Nisman contra la Presidenta Cristina Fernández, los Supremos habían decidido la reapertura de esa causa para que se investigue, entre otras tantas cuestiones, el accionar judicial de entonces. Si el juicio se realiza y se prueba la acusación, todos los manchados por esta causa podrían recibir penas relacionadas con tortura, es decir, con un delito que no prescribe. No hay que saber sumar demasiado para comprender la vinculación.
Esta semana, en lo personal, no fue sencilla. Entre otras cosas porque me detuve a leer una a una las denuncias de tortura que realizaron los presos de La Tablada tanto los que sobrevivieron sobre lo que padecieron ellos mismos, como lo que contaron sobre quienes están desaparecidos.
En la presentación de del Fray Antonio Puijané por los apremios de los que denunció haber sido víctima se lee “en un momento, cuando del detenido expresa ´yo lamento toda vida que es tronchada, toda vida es sagrada´, el oficial le responde: ´yo no lamento nada, esto nos vino bien, nos puso en pie de guerra, vamos a matar a todos ustedes, los zurdos. Volvimos y los vamos a matar en democracia”.
Ese es el tono de todas, de absolutamente todas las denuncias. Nisman, Plee, Pablo Quiroga y Blanco Bermúdez, así como el juez Gerardo Larrambebere no hicieron lugar a ninguna de las presentaciones. Pareciera no venir a cuento, pero como los nombres, personajes y accionar se repiten, no me parece nada mal centrar la atención en Nisman, levantar la cabeza y mirar lo que sucede con AMIA y echarle una miradita de reojo a los expedientes de Tablada. Hilos conductores o de Ariadna, como gusten. Olfato perspicacia puede que sea también.
Oberdán Rocamora, obviamente Jorge Asís, comenta al pasar un dato y por poco verosímil que él sea, en medio de sus operaciones puede que asome algo de verdad. Asís sostiene que “hay que atender lo que haga Arroyo Salgado, el personaje más enigmático” y que “contiene un rol dramáticamente complejo, contradictorio. Casi atrapante”.
Humildemente creo que en este preciso momento no hay que desoír lo que surge de esas usinas porque están jugando, al igual que el grupo SIDE/UCR de Darío Richarte, ex segundo de la SIDE, actual vicerrector de la UBA y que “casualmente” el miércoles decidió “por cuestiones personales” dejar de patrocinar legalmente a Amado Boudou y a Juan Manuel Abal Medina.
Esto es perinola. Y como todos ponen, que ponga también Asís: “Debe hablarse de Sandra para entender mejor el caso del extinto Alberto Nisman y su circunstancia. El Ruso, como lo llamaban en aquel juzgado de Morón, hacia finales de los 80. Cuando Nisman fue prosecretario del juez federal Larrambebere trabajaba, con el clásico rigor del obsesivo, en el expediente del catastrófico operativo guerrillero de La Tablada. Episodio que tiñó de tragedia grotesca el ciclo de Raúl Alfonsín. Por entonces El Ruso, un “hiperactivo escalador”, conoció, según nuestras fuentes, al profesional de la inteligencia. Un cuadro de calle que hurgaba en el mismo desastre. Jaime Stiuso, El Ingeniero. Fue aquí que comenzó a fascinarse con el mundillo elitista del espionaje”.
Gerardo Young es un periodista de Clarín, híper opositor y cuestionador feroz de la política de gobierno. Pero se ve que aquí le apretó un zapato porque lejos de vociferar la sandez cotidiana, se plantó y decidió usar –para pensar- lo que había recopilado en su libreo sobre la SIDE. En una entrevista que le hizo el diario La Capital en 2006 cuando la salida de su investigación tiene lugar el siguiente diálogo:
-¿Qué rol tuvo la Side en el caso Amia?
-Era una época de cambios en el servicio. Vencido el movimiento carapintada, se quedaron prácticamente sin "enemigo" (en la época de Menem). Entonces inventaron lo de auxiliares de la justicia (época de Anzorreguy). Monopolizan las escuchas telefónicas e intervienen en investigaciones penales.
-¿En el caso del asalto al regimiento de La Tablada en 1989, la Side también falló?
-Ellos analizaban que el movimiento de Gorriarán Merlo era funcional al gobierno, los dejaban caminar. Los veían útiles a la lógica de Alfonsín o caos, un gran operativo propagandístico de la época. La Side tenía los teléfonos pinchados de toda la conducción del Movimiento Todos por la Patria. Pero llegó el verano del 89 y un día dejaron de funcionar. "Se habrán ido de vacaciones", pensaron, pero a los tres días llegó el asalto al cuartel. El jefe de la Side de entonces, Facundo Suárez, le había entregado a Alfonsín un informe un mes antes que decía: "El MTP no tiene capacidad operativa".
Así, de la nada, pasan de un tema a otro. De la nada o porque la relación en el modo de hacer funcionar las causas es tan similar que uno ve todo.
Se trata de vincular y de ver cómo se repiten los personajes de películas –supuestamente- diferentes. Entendiendo qué molesta, uno puede saber qué y cómo defender. Les incomodan, los enfurecen las causas abiertas por crímenes de lesa humanidad, los mortifica que se puedan romper sus feudos, los enfada que los cualquiera podamos meter la nariz en la cueva, los atormenta que se puedan modificar estructuras del consolidado Poder Judicial. Antonio Stiuso fue llano. Cuando Alejandra Gils Carbó asumió la fue a visitar y se lo dijo claramente: “no meta a la procuraduría ni arme procuradurías en el fuero federal. Ponga a la procuraduría a trabajar con los negritos. De los rubios me ocupo yo”, le dijo.
Otros dos de los protagonistas de esta telaraña que se va presentando como novelas por capítulos y que no son más que engranajes de la misma operación son Carlos Stornelli y Pollicita. El vínculo de Stornelli con el barra Di Zeo es conocido y ya casi naturalizado. Lorena Martins también había denunciado a Pollicita en su momento porque en su juzgado cayó la acusación que ella había hecho a su padre y, dados los vínculos de éste con Macri, y del propio fiscal con el jefe de gobierno, por haber sido miembro de la comisión asesora de seguridad deportiva de Boca, aquella denuncia se embrolló y quedó en esos atolladeros que tanto le gustan a muchos fiscales, con f de fuero federal.
Pero otro de nuestros personajes también dio la nota para sorpresa de estos convulsionados días. El periodista gallego Jon Sistiaga hizo para Canal Plus unos especiales sobre violencia en el fútbol. Y en el césped del campo de juego con las populares y plateas completas, a minutos de inicio de un partido, el reportero entrevista a un hombre que livianamente se presenta como “segundo jefe de seguridad de Boca”, alguien de quien Sistiaga dicen “echa una mano a su equipo los fines de semana, los días que no trabaja como fiscal”. Se trata del mismísimo Plee, quien definió el accionar del jefe de la barra brava Mauro Martín como la de un “organizador”. “Ellos tienen una marca y con la marca La 12, comercializan y así financian sus viajes. Mauro es un organizador, sólo un socio con preminencia, pero no es el jefe de ninguna barra brava”, fue la impactante descripción del fiscal. Puede que a Heidi esta explicación la convenza.
Hoy tienen premura. Todos. Porque su Moisés no baja. Así que en esto están; en ver si esto que han armado puede ser el becerro de oro que, como un dios, les camine delante. Si ese pueblo sediento de liderazgo está desenfrenado y en pecado, no es lo que les importa. Porque para la operación –como le explicó el Señor a Moisés y lo cuenta el éxodo 32- necesitan escándalo, desorden, extravío y, si es necesario, inmoralidad.