El 17 de octubre debe ser el día del amigo
En nuestro país el día del amigo se implementó como consecuencia de la llegada del hombre a la luna. En rigor de verdad, desde nuestro país y a través del argentino Enrique Febbraro surgió una fuerte campaña para que el día del amigo se festeje en la mayor cantidad de países del mundo, como un homenaje a la llegada del hombre a la Luna. Las ansias internacionalistas del compatriota no bastaron para modificar tradiciones arraigadas desde hace mucho tiempo atrás, por lo cual esa fecha se festeja en nuestro país, en Chile, España, México, Uruguay y Brasil, otros mantienen sus fechas históricas y otros se sumaron al 30 de julio, idea propuesta por la Asamblea General de Naciones Unidas.
Como sea, recogiendo el guante de una idea que le escuché a numerosos colegas y amigos, propongo que en Argentina el día del amigo se festeje el 17 de octubre. ¿Por qué motivo? Fue ese día, en el año 1945 cuando los trabajadores fueron a rescatar a quien había sido su único amigo hasta la fecha: El entonces Coronel Juan Domingo Perón. Ese día, al decir de Scalabrini Ortiz, referente del pensamiento nacional, apareció en escena el subsuelo de la patria sublevado, o al decir de John W Cooke, ese movimiento sería el hecho maldito del país burgués. Lo sucedido es historia, pero no está de más repetirlo. Perón desde la Secretaria de Trabajo y Previsión había llevado adelante una batería de medidas que le cambiaron la vida a los trabajadores, tomando el guante de viejas demandas.
Desde el estatuto del Peón (derogado por la dictadura cívico militar en 1980 y reimplementado en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner), que significó dejar atrás condiciones medievales de trabajo para los trabajadores rurales, pasando por la creación de los Tribunales de Trabajo, que establecía el cese de los despidos arbitrarios, las vacaciones pagas, el aguinaldo, y numerosas medidas de dignificación. Por todo eso, pero también por respetarlos como eran ellos mismos, los trabajadores vieron en Perón a un amigo. Me refiero a este punto porque el 17 de octubre la movilización fue criticada desde el comunismo y desde el socialismo. Una fuente clásica, del Diario La Vanguardia, vocera de los intereses socialistas se pregunta desde sus páginas: “¿Qué obrero argentino se suma a la reivindicación de sus derechos como en un corso de carnaval?”. La idea de lo festivo y de la alegría no estaba considerada desde la perspectiva de los partidos mencionados, revelando un cabal desconocimiento del proletariado nacional, el único existente, y no el ideal europeo con el que siempre soñaron hasta el día de hoy. Ese desconocimiento, disfrazado de desprecio en muchas ocasiones, es una de las mejores explicaciones del porque, desde el advenimiento del peronismo, el comunismo y el socialismo fueron condenados a un ostracismo electoral.
Podemos mencionar varias otras cuestiones del 17 de octubre y que, sin dudas, serán de utilidad para analizar la actualidad de los trabajadores ante el embate macrista que significa perder derechos a diario. Una de ellas es la fuerza de las bases sociales que ante el llamado de la CGT a parar el 18 de octubre de 1945, cuando Perón se encontraba encarcelado, deciden marchar por su cuenta y lo hacen un día antes dando sentido a la frase, de máxima actualidad: con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes.
En suma, los trabajadores debemos hacer un homenaje a todos esos cientos de miles de anónimos que fueron a retribuir con su presencia al único político que los había considerado como personas, siendo la cara de un verdadero Estado de bienestar, que se diferencia claramente del Estado de malestar existente antes de la llegada de Perón, y en el que los trabajadores han vivido a lo largo de la historia de la Argentina, con la excepción de los periodos 1946-1955 y 2003-2015.
Por todo eso, propongo que el día del amigo se festeje el 17 de octubre.