Ni por asomo se dio el partido que nos imaginábamos. El resultado de la ida preveía un trámite mucho más tranquilo del que finalmente se dio. Incluso estando en desventaja desde los 40 segundos, Estudiantes nunca bajó los brazos y exigió como ningún otro rival al River de Gallardo. Pero éste equipo tiene algo especial, muy difícil de explicar con palabras. Nuevamente recurrió a su espíritu y su chapa de campeón para dar vuelta un resultado.

Los 90 minutos fueron vibrantes y con una intensidad que no se ve a menudo. El análisis es muy extenso y quedó mucha tela por cortar. La realidad es que debemos preocuparnos por nuestros defectos, ya que cada partido se volverán más caros nuestros errores. Por ejemplo, la recuperación de la pelota tanto en campo rival como en el propio. En el primer tiempo, los volantes fueron asfixiados y no encontramos respuestas. El empate era justo.

Es curioso mencionarlo luego de dar vuelta un partido por octava vez en el semestre, pero cada vez nos queda menos resto físico para revertir situaciones adversas (al menos esa es la sensación que me da). Anoche nos salvó la pelota parada, un arma infalible en este equipo. Sin dominar el encuentro y ser dueño de la pelota, dimos vuelta el marcador. ¿Es positivo? Ni hablar. Pero, ¿hasta cuándo tendremos semejantes demostraciones de carácter y coraje? Nada parece noquearlo a este equipo.

Luego de un primer tiempo flojo en lo colectivo, algunos jugadores como Funes Mori, Rojas y Mora se afirmaron y le dieron un salto de calidad a River. En el momento más dramático del encuentro demostraron porque juegan en el más campeón de Argentina. En especial, destacar al volante zurdo, quien fue el eje y el hombre que dirigió al ‘Millonario’ hacia la recuperación. En tanto, el zaguero y el punta fueron determinantes en las áreas y ganaron el partido.

Por otro lado, cada día me pregunto más dónde estuvieron ‘Teo’ Gutiérrez y Leo Pisculichi todos estos años. Dos jugadores nacidos para jugar en ‘el más grande’. Con sus toques, pegada y jerarquía se transformaron en indispensables. ¿Y qué podemos decir de Barovero, al que últimamente le marcábamos errores? El arquero despejó toda duda al respecto con su gran noche.

El partido resultó ser un llamado de atención importante ya que nos jugaron de igual a igual en nuestra cancha y por muchos momentos nos superaron. Además, recibimos dos goles por primera vez en la era Gallardo. Así y todo, seguimos ganando y (para los amantes de las estadísticas) estirando nuestro invicto.

A la espera de la vuelta de Carlitos Sánchez, no debemos distraernos con las semifinales ante los ‘chanchos’. Es cierto que es el duelo que más espera el hincha, pero antes tendremos tres encuentros claves en el campeonato, que nos podrían acomodar hacia un nuevo título.

Mientras ya empezamos a chicanear y hacer apuestas con el rival de toda la vida, aprovechemos a disfrutar de este River insaciable y súper ganador, que ya nos acostumbró al dulce sabor de la victoria pase lo que pase.