Los torturadores y asesinos de, entre más de 200 víctimas, del historietista Héctor Oesterheld, el escritor Haroldo Conti y el cineasta Raymundo Gleyzer fueron por fin condenados.

Por su nefasta actuación en el excentro clandestino de represión y tortura El Vesubio, Néstor Cendón, Federico Minicucci, Gustavo Cacivio y Jorge Crespi fueron condenados del Tribunal Oral Federal 4 a prisión perpetua.

En la sala colmada de los tribunales federales de Retiro, los aplausos acompañaban el veredicto que leía el juez Nestor Costabel. El momento más emotivo fue cuando se nombraron las 203 víctimas por las que se condenó a Cendón.

Tres de los acusados presenciaron la lectura de los fallos, ya que al igual que por la mañana, cuando fue el momento de las últimas palabras de los imputados, el detenido Jorge Crespi siguió la audiencia por videoconferencia.

El Tribunal rechazó planteos de prescripción de la causa por tratarse de delitos de lesa humanidad y también desestimó los de "cosa juzgada". Todos fueron condenados por privaciones ilegítimas de la libertad, agravada por tratarse de funcionarios públicos, amenazas, tormentos y homicidios calificados.

Además, Cendón y Crespi fueron encontrados culpables además de violación en dos oportunidades contra las secuestradas Marta Goldberg y Laura Katz. Los jueces Costabel, Horacio Barberis y Eduardo Fernández dispusieron que todos los condenados sigan cumpliendo prisión en las mismas condiciones que en la actualidad.

Los fundamentos del veredicto se conocerán el 26 de marzo del año próximo. Por la mañana, en sus últimas palabras ante el Tribunal, Cacivio reinvindicó lo hecho en lo que llamo una "guerra" mientras que Cendón se declaró inocente y Minicucci y Crespi guardaron silencio.

"Los que iniciaron las acciones de guerra en este país son los que después de haber violado la juridicidad argentina vienen y reclaman que la que ellos violaron nos juzguen a nosotros", había afirmado Cacivio.

A su vez, admitió: "Si hubiese sabido ahora o antes aquellos que hayan matado dónde están sus restos se lo hubiese comunicado a la familia, siempre me opuse a una cosa así, no sabíamos cuándo se los retiraba adónde iban, podían irse en libertad, salir trasladados a otro centro o llevados a un Consejo de Guerra que se llamaba blanqueo, los que se encargaban de llevar no eran de Vesubio".

Centro de terror

El Vesubio tuvo algunos aspectos singulares. Por ejemplo, las conexiones fluidas con otros “chupaderos”. La subzona 11 se dividía en seis áreas (de la 111 a la 116). Jurisdiccionalmente, El Vesubio funcionaba en el área 114 –junto con otros centros como el “Protobanco o Puente 12”, el “Banco, Sheraton , Omega”-, pero el manejo directo estaba a cargo de la Central de Reunión de Inteligencia de la Tablada, en el área 112.

“Esta doble dependencia y la doble participación del área 114 y del área 112 -a cargo de Minicucci y Svencionis sucesivamente-” era importante porque “muchos secuestrados de Vesubio fueron llevados a muchos de esos otros centros clandestinos y varios represores cumplieron funciones o tuvieron jurisdicción militar sobre ellos”, afirmó en su alegato la fiscal.