El video es extraño y es tan al fleje que muchas veces cae en el ridículo. Pero como a Alejandro Fantino le gusta entretener y tiene necesidad de atención -como todo aquel que se para frente a una pantalla- armó una muy acertada parodia de las discusiones atenienses.

La sensación de papelón al verlo revolear una remera y arengar a los supuestos hinchas que lo rodean es inevitable por lo que a uno le queda la dualidad de aplaudir el tratamiento popular de un tópico no habitual o silbar por una tan lamentable actuación.