El ministro de Educación de Buenos Aires, Alberto Sileoni, tuvo que explicarle a Eduardo Feinmann la razón de la inclusión de estos libros en las escuelas, explicándole que se trata de la literatura actual, de autoras muy reconocidas.

Nosotros no somos provocadores, somos educadores. No son libros para educación sexual, forman parte de una colección llamada Identidades Bonaerenses. No se obliga a los estudiantes a leerlos. Son herramientas de apoyo para los docentes, que abren un mundo al que muchos chicos no tienen acceso”,.

El tema había estallado cuando la presidenta de la ignota Fundación Natalio Morelli. Bárbara Morelli criticó la decisión del ministerio de Educación de la provincia de Buenos Aires. “La escuela debe ser un espacio protegido para los chicos, un lugar donde los padres puedan estar tranquilos de que sus hijos no serán expuestos a ciertos temas antes de tiempo”.

Ante la pregunta de Feinmann, Sileoni le dio una lección de amplitud democrática y advertencia sobre la censura encubierta.