No pegan porque sí, saben dónde y cómo. De forma sincronizada, Eduardo Feinmann y Pablo Rossi pusieron a Pablo de la Torre en el paredón de fusilamiento y dispararon con munición de grueso calibre.

Así le adjudicaron todas las fallas del ineficiente ministerio de Capital Humano, tratando de preservar a Sandra Pettovello del escándalo de las cinco mil toneladas de alimentos.

De la Torre quedó en el ojo de la tormenta y desde LN+ lo crucificaron, al sostener que hizo ingresar como ñoquis a ciento cincuenta rugbiers que nunca se presentaron a trabajar y cobraban un sueldo.