Tan Gardel
Tan misterioso como fundamental. Tan ángel oficial como diablo de arrabal. Tan de nadie y tan de todos. Tan de Buenos Aires y tan de ninguna parte. Tan de la muerte y tan de la vida. Tan de nuestro pan y tan de nuestro hambre. Tan de nuestro vino y tan de nuestra sed. Tan de todo lo que nos sabemos y tan de todo lo que nos ignoramos. Tan de la ciudades y tan de las pampas. Tan de la leyenda y tan de la historia. Tan de nuestro cantar y tan de nuestro callar. Tan Velázquez y tan Quinquela. Tan Maradona y tan Leguizamo. Tan Martín Fierro y tan Charly García. Tan de la bala y tan de la rosa. Tan de la Paramount y tan del circo criollo. Tan de los que pierden la cabeza por una cabeza y tan de los que pierden la cabeza por las rubias de New York. Tan de nuestra sonrisa y tan de nuestra lágrima. Tan golondrina de verano y tan zorzal de la eternidad. Tan romántico y tan fantasma. Tan Toulouse y tan Tacuarembó. Tan Hollywood y tan Medellín. Tan Milonga Sentimental y tan Recuerdo Malevo. Tan Anclao en París y tan “yirador” por los suburbios de la vida. Tan de las cosas que sostienen nuestra identidad y tan de las pérdidas que nos ayudan a encontrarnos. Tan custodio de la herida discepoliana y tan antídoto contra nuestras penas y olvidos. Tan hijo malevo, tristón y canyengue y tan novio de nuestra fatalidad. Tan de ayer y tan de mañana. Tan humano - que pese a tanta muerte, incluso la suya - Carlitos Gardel cada día canta mejor.