La rabia, los colores y el amor de una sentida Marcha del Orgullo
Es la vez 25 que muchxs, cada vez más, caminan, se disfrazan, se preparan y bailan celebrando ser distintxs. La diversidad en todo su esplendor colma las dos plazas más importantes de la Capital Federal y en los colores se trasluce un pedido claro: igualdad. Pequeña crónica personal de una marcha exitosa.
La clave son los adolescentes. Esta marcha fue de las más emocionantes que vi porque había mucho piberio y piberia (y piberie (?)). Muchas parejitas sin temores, porque aunque podemos decir que a esa edad se le tienen miedo a muy pocas cosas, una de esas es el escarmiento social, la discriminación, el no ser aceptadx. Quise hacer esta nota porque me impresionó la cantidad de gente joven que vimos. Grupitos de chicxs que gritaban, saltaban y cantaban canciones graciosas, bizarras o de furia. Adolescentes de la mano, contentas, orgullosos, felices. Piel de gallina a esos momentos porque son ellxs la esperanza de un mañana más piola, menos conservador, más amoroso.
Porque estoy segurísima de que no hay triunfo más grande que que las banderas del orgullo la levanten lxs jóvenes.
Mientras caminábamos para la plaza, hablábamos de la contramarcha católica y le dije a Irene que me perdone la melosidad pero que el amor sin dudas le ganaba al odio. Que seguro no había nadie, que la marcha del orgullo era más potente y bella. Ella me respondió que no estaba de acuerdo, que es la rabia el motor más profundo y catalizador de la historia. Tuve que asentir. Porque es verdad, pero... ¿De dónde viene esa rabia? De querer coger, jugar y amar y que no te dejen. O sea que la rabia es una consecuencia del amor prohibido, sostuve y me reacomodé en la idea nuevamente con el pechito lleno de cursilería.
Llegamos y al toque nos encontramos con la entrada del desfile al Congreso. Una masa descontrolada y pasional que saltaba y bailaba al ritmo de una música tan estridente y potente que te vibraba el cuerpo con bajo. Saqué fotos, subi videos al Instagram stories, la lluvia había parado y quería que todxs salgan de sus casas y caigan a esta fiesta.
Pensé que una linda manera de responderle a este gobierno de derecha era con la más masiva marcha del orgullo de la historia, así le mandábamos un besito a Michetti, a Trump y a todo el Opus. Pero no. No había tanta gente, aunque había muchísima, como para hacer de esta tarde una respuesta simbólica. Restó la lluvia torrencial así como la triste muerte de Fidel Castro. PARÉNTESIS. "Si sos puto y llorás a Fidel estás desinformado", leí por ahí porque bueno, en Cuba no estaba nada bien visto ser diverso. Lo pensé un rato. ¿Es tan así? ¿Como mujer bisexual tengo que odiar a todos los procesos políticos que no me incluyeron o me discriminaron? Entonces creo que cagué. CIERRO PARÉNTESIS.
Vimos tres o cuatro camioncitos de las primeras agrupaciones que entraron a la plaza, acompañamos la carroza de A.T.T.T.A (Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina), después fuimos a la primera en donde estaba "la joda", compramos cerveza carísima, bailamos al lado de una foto gigante de Carlos Jàuregui, nos dimos besos, nos sentamos a ver cómo tres loquitos hacían burbujas gigantes, levantamos las manos con cada ¡Basta de violencia institucional y asesinatos de personas trans! ¡Ley Antidiscriminatoria ya!, compramos bizcochitos, hicimos veinte minutos de cola para hacer pis, pasamos por al lado de filas de Policía armada hasta los dientes, nos enojamos cada vez que la ausencia de preservativos se hacía charla, abucheamos al Papa y a Lanata y justo cuando estábamos yendo a comprar un vinito para esperar el gran cierre, volaron botellazos y chau Chocolate remix, chau Bandana. Las bandas no salieron porque no estaban dadas las condiciones de seguridad. Fue una pena porque había ansiedad y adrenalina, estaba todo listo. Es que la gente se puso intensa cuando se abuchearon a estos personajes que tantas tristezas les causa a esta comunidad orgullosa pero golpeada por la discriminación arraigada y vetusta. Tal vez el año que viene se tengan que hacer al final porque hacer, se tienen que hacer.
La verdad es que no nos importó demasiado el cierre frustrado porque la supuesta contramarcha católica no existió y cumplimos nuestro objetivo: fue la primera marcha del orgullo de Irene y a la Plaza entramos de la mano, con orgullo y sin miedo.