La pregunta por los sueldos de 678
En los últimos años ha sido recurrente la embestida de periodistas de corporaciones mediáticas y de algunos zonzos útiles en torno al dinero que cobran los panelistas de 678. La que instaló el tema fue una periodista llamada Silvia Mercado que, como dice la canción, debe creer que “escrúpulo” es un parásito del alacrán. Tal periodista mintió al afirmar que en 2010 los panelistas cobraban entre “40000 y 80000 pesos mensuales”. En aquel año, los sueldos de los panelistas eran de alrededor de un quinto de las cifras antes mencionadas, cifras que, incluso en 2015, cinco aumentos mediante, sigue estando groseramente por encima de lo que percibimos quienes allí nos desempeñamos. Sin embargo, lo que me interesa analizar es qué es lo que está detrás de la pregunta acerca de cuánto cobran los panelistas de 678 pues usted notará que a los únicos periodistas a los que se interpela de esa manera es a aquellos que trabajamos en ese programa. Quienes indican que tal interpelación obedece a que somos empleados públicos mienten al igual que lo hiciera Silvia Mercado, porque los panelistas no tenemos ninguna relación con la TV Pública: fuimos contratados por la productora privada PPT. Lo que sí es público y, en tanto tal, está disponible en la web, son los contratos entre el canal público y la productora privada. Pero los contratos de los panelistas no tienen por qué ser públicos pues son contratos entre privados. Perdón por la autorreferencialidad pero, en mi caso, no tendría problemas en hacer público mi contrato. Sin embargo, lo haré con una sola condición: que todos los periodistas que lo exigen muestren los suyos también. Pues las condiciones son las mismas ya que todos hemos establecido contratos entre privados: algunos con una productora que lleva su producto a un canal estatal y otros directamente con canales privados o con productoras que llevan su producto a canales privados. Yo los muestro pero quiero también que me muestren los de ellos, especialmente porque calculo que la gran mayoría cobra más que cualquiera de los panelistas de 678. Y no me refiero a las grandes figuras del establishment periodístico como los Lanata, los Nelson Castro o los Majul, quien hace pocos días fue denunciado por cobrar millonarias sumas, en algunos casos, a través de contrataciones directas por parte del Gobierno de la Ciudad. Apunto incluso a cualquier conductor de segunda línea de noticiero de canal de cable.
Pero volviendo al punto, ¿saben qué hay detrás de la pregunta sobre cuánto cobra un panelista de 678? Una visión autoritaria de la verdad. ¿Cómo? ¿Qué tiene que ver el monto de un sueldo con una visión acerca de la verdad? Efectivamente, quien interpela a un panelista de 678 respecto de su sueldo y no interpela del mismo modo a empleados de la TV Pública y la Radio de la Ciudad (que sí tienen contratos con el Estado, es decir, que sí son empleados públicos), o a cualquier periodista que trabaja en medios privados y estableció un contrato entre privados (como lo hicieron los panelistas de 678), está dando a entender que los que defendemos una verdad relativa que era, en líneas generales, afín a la del gobierno saliente, lo hacemos por ser corruptos. En otras palabras, se supone que la verdad es una sola y que la posee el periodista crítico del kirchnerismo. Tal periodista no dice hablar desde una verdad relativa sino desde una única Verdad a la cual llega gracias a cumplir con las condiciones de ser neutral, objetivo e independiente. Gracias al autoritarismo que supone toda concepción de la verdad que se presente como única, desde Platón hasta la fecha, quien no está de acuerdo con ella o bien es ignorante o bien defiende cínicamente una mentira gracias a recibir favores a cambio. Pero como ni los más acérrimos detractores de 678 pueden afirmar que a los panelistas les falte formación, se acude a la segunda opción, esto es, la de acusarlos de corruptos. Y funcional a esa acusación es, por supuesto, la de mentir acerca de los montos que reciben. Porque afirmar que hay comunicadores que defienden una postura tolerando todo tipo de agravios y estigmatizaciones, en la mayoría de los casos, cobrando menos que lo que cobra un camionero (con todo respeto por los camioneros, claro), debilitaría enormemente la línea argumentativa de la perspectiva autoritaria de la verdad que aquí denuncio. Los panelistas de 678 tenemos diferencias ideológicas pues hay progresistas, peronistas, más de izquierda o más de centro; también tenemos diferencias en cuanto a la formación pues algunos son periodistas y defienden al periodismo en tanto tal y aquellos que no lo somos solemos tener una actitud más escéptica al respecto. Generalmente coincidimos pero a veces no. Sin embargo, en todos los casos, no hay ninguna razón para suponer que cada vez que opinamos lo hacemos con menos convicción que la que poseen los comunicadores que piensan radicalmente opuesto a nosotros. Es más, a pesar de que esos periodistas, en general, cobran más que nosotros, por lo menos desde mi punto de vista, considero que defienden las posturas que defienden por estar convencidos y no porque sean ignorantes o corruptos. Y si lo hicieran por ignorantes o corruptos, en realidad, poco importaría, pues lo que se debate en el ámbito público son las argumentaciones y no las razones últimas por las que alguien sostiene lo que sostiene. En este sentido, si Jorge Lanata hubiera cambiado de posición por mercenario, si Nelson Castro diagnosticara a distancia y le hablara a la presidenta por narcisismo o si Luis Majul fuera vocero de Macri por recibir pauta oficial o por fervor obsecuente, poco importa. Importa, en todo caso, las razones que utilizan para defender lo que defienden. Es eso lo único que a mí me interesa discutir. Por eso es que considero que se equivocan quienes dicen que, por ejemplo, Niembro defendía al macrismo por obtener dinero a cambio. Más bien, creo yo, es al revés: es porque Niembro siempre fue un “neoliberal populista” que se acercó naturalmente al macrismo. Pero, insisto, aun si no fuese así, no es eso lo que importa.
Para finalizar, es curioso que, en nombre de la pluralidad, periodistas exijan el fin de un programa periodístico. También es curioso que una de las promesas de campaña del actual presidente haya sido quitar del aire un programa de TV y que, en el primer debate presidencial de la historia, se haya utilizado como un agravio el hecho de ser panelista de ese programa. Por todo esto, si queremos seguir viviendo en democracias heterogéneas y plurales como las que hemos sabido forjar en Occidente, debemos hacer un esfuerzo por pensar en términos de verdades relativas o, si se quiere, debemos aprender que hay tantas verdades como perspectivas. Que haya relatividad o perspectivas no significa desprenderse de las convicciones o suponer que todo vale lo mismo. Es más, defender una verdad relativa es compatible con la suposición de que el otro está equivocado porque evidentemente, cuando cada uno de nosotros defiende una posición, considera que la otra está equivocada. Sin embargo, debemos asumir la falibilidad, tener la capacidad para revisar nuestras opiniones partiendo de la base de que la convicción no nos garantiza estar en lo cierto, y abandonar la idea de que el hecho de que exista gente que no piensa como nosotros solo puede entenderse por razones de ignorancia o corrupción.