La Marcha de la Resistencia sigue dando de doler
En su columna de análisis y opinión del domingo 4 de septiembre en el matutino Página 12, Horacio Verbitsky cuestionó la Marcha de la Resistencia. Sus "actitudes", escribió. Léase: la consigna, o más especialmente la parte que decía "Cristina conducción". La contrapuso con la Marcha Federal. Calificó la histórica movilización realizada por las Madres y una treintena de organizaciones populares, de "magra". Naturalmente, se refería a la cantidad de personas que entrevió a través de la señal TN durante la mañana del sábado, en la segunda mitad de la marcha, que duró 24 horas seguidas, tres cuartas partes de ellas bajo una lluvia descomunal.
Evidentemente, el columnista de marras no vio el inicio de la movilización, ni la cantidad de gente que se quedó durante toda la madrugada y mantuvo en movimiento la marcha circular, que se extendió por las calles que rodean la Plaza de Mayo. Dormía, seguramente, mientras en la ciudad caía la tormenta de Santa Rosa y en el microcentro porteño rugían en similar intensidad los truenos y los tambores de la marcha.
En cambio, Verbitsky situó la movilización del viernes 2 de septiembre, que culminó con los discursos de Pablo Micheli y Hugo Yasky, en un proceso de "reconstrucción" popular. Si así fuera (y probablemente tenga razón en ese punto), la bisagra de esa reconstrucción, su punto de inflexión o kilómetro cero, es el 4 de agosto, cuando Hebe de Bonafini decidió rebelarse ante la Justicia del régimen neoliberal y promovió un hecho político ciertamente imprevisto, que dio impulso a todas las movilizaciones posteriores, incluida la Marcha Federal.
Es muy ingrato no reconocerlo. O tratar de irresponsable de “lengua suelta y nula responsabilidad” a una luchadora que de contragolpe, contra las cuerdas, acertó un cross que la mandíbula del enemigo no pensaba. Al menos eso fue lo que escribió Verbitsky en el mismo diario, una semana antes, cuando aún no tenía con qué comparar la Marcha de la Resistencia.
Si ahora, para ser muchos, tenemos que empezar otra vez de cero, como se sugiere en los análisis que campean en los diarios, corremos el riesgo de que "la experiencia colectiva se pierda, las lecciones se olviden". Por eso, no es aconsejable permitir que "cada lucha deba empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores", porque ese es un objetivo estratégico de "nuestras clases dominantes [que] han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, ni tengan doctrina". Así, al menos, pensaba Rodolfo Walsh.
Dejar huérfana de kirchnerismo a las protestas, cuestionar por “sectaria” u otros calificativos toda reivindicación de Cristina Kirchner, bajarle el precio político a las múltiples expresiones de antimacrismo, son actitudes claramente políticas. Ideológicas. Y funcionales a los reacomodamientos por derecha que intentan forzar algunos actores del peronismo. Tan a la derecha que hasta Massa podría capitalizar próximamente la “reconstrucción”, o hasta una segunda vuelta de la Marcha Federal.
En cuanto a la fortaleza política de una y de otra marcha, resulta muy discutible analizarla únicamente bajo los mezquinos criterios que surgen de su cuantificación. Si así fuera, cómo explicar la potencia de las Madres, que siendo extremadamente pocas en sus primeros años de lucha, y marcharon exageradamente solas durante la dictadura, lograron enfrentarla con claridad, hasta vencerla. Y eso sin hablar de su construcción de la largo aliento, que a travesó con éxito aunque a la intemperie los años del alfonsinismo, el nememato, el duhaldismo y la Alianza. Evidentemente, la eficacia política pasa a veces por otro lado.
Sin dudas, a la "reconstrucción" que supone la Marcha Federal le falta la conducción que propuso la Marcha de la Resistencia. Pero ambas movilizaciones no son contradictorias. No se anulan entre sí. Una es parte de la otra. Apenas dos movimientos de una misma sinfonía. Y es un error no forzado presentarlas enfrentadas.
Desde luego, el pueblo no puede confiar en que los dirigentes sindicales que le subieron la mano vencedora a Macri ahora quieran detener sus políticas. Y ese necesario proceso de cohesión y crecientes definiciones, es urgente transitarlo, aunque en el camino algunas de nuestras movilizaciones parezcan "magras" a los ojos de las cámaras de los noticieros de las 8 PM.