Alicia Villalba: Una historia singular entre 30 mil
Alicia Villalba tenía tan solo 26 años cuando la secuestraron y la llevaron a La Perla, donde fue el último lugar donde la vieron con vida. Ella fue secuestrada el 25 de agosto de 1976. Su mamá cumplía años el día anterior. La sentencia fue exactamente 40 años después. Ella continúa desaparecida.
"Ella quería aliviar el dolor del ser humano. Desde lo religioso, desde lo medicinal y cuando no fue escuchada, fue por las armas". Alicia Romelia Villalba tenía tan solo 26 años cuando fue secuestrada, un muy buen promedio en la carrera de medicina, y odiaba su segundo nombre.
El 24 de marzo de 1976 es una historia que conocemos y padecemos cada uno de los que nacimos en esta tierra. En este crisol de razas que juntó gauchos, españoles e italianos, judíos y católicos.
Esa década que supo de libros prohibidos y de juntadas prohibidas, de corridas y murmullos, de ideas y del fuego interno de la lucha. Que reflejó en poesía que los "dinosaurios pueden desaparecer".
Y por más que sople el viento, siempre habrá un hermano, una madre, un hijo que va a sacar un último fósforo y va a seguir iluminando aquello que alguna vez quisieron apagar.
"Al principio ella quería ser monja, porque no soportaba el dolor de la gente".
Así la define María de los Ángeles Villalba, su hermana más chica dentro de los cinco hermanos que eran en la familia de Córdoba. Con una voz dulce y calmada, logra adentrarme en la historia de una joven que lo único que quería era mejorar el mundo que la rodeaba. Ya sea su ciudad, su barrio o su villa.
Según Mary, la hermana de Alicia, ella la acompañaba a todos sus encuentros con los curas tercermundistas que comenzaban a trabajar en su provincia. "Comenzamos con Layus en catequismo y luego, en el 72 tomamos los obispados de Córdoba. Ahí caímos por primera vez presos todos, ahí nos pegan", luego de eso, Alicia comienza a trabajar en una villa, Barranca Yaco, donde esta el cura el “Negro” Nelio Rugier.
"Todos los días íbamos a la villa donde curábamos, enseñábamos a amasar, a hacer una cultura de que la casa pobre se puede embellecer. También hicimos una biblioteca, quisimos poner cultura en la villa. También internamos gente con problemas de alcohol y tratábamos a la gente con el mal de chagas", cuenta Mary, orgullosa de lo que realizó junto a su hermana.
Esta no es una historia más dentro de la realidad que se comenzó a vivir en Argentina en los 70, dónde se quería respirar igualdad, donde los jóvenes comenzaban a interpelar a aquello que se obedecía y se ponía en duda todo lo que se sentía que estaba mal. La pobreza, la falta de educación. Todo eso, que aún hasta el día de hoy, está mal.
"Hizo de una villa hermosa, donde la gente iba a la biblioteca, hasta hizo un centro de salud", sigue relatando Mary y su voz se quiebra, de contención de la lágrima, de tristeza y a la vez orgullo y, también, un poquito de miedo. Ese repaso por su juvenil vida, dónde gracias a su hermana tuvo educación, conoció lo que es trabajar en grupo con un mismo fin: sacar los pies de la ignorancia para enterrarlos en el barro de la solidaridad para con los que menos tienen.
Pero allí, en la villa Barranca Yaco conoce algo más que la miseria. Conoce a otros compañeros, otra forma de pelearla, y decide unirse, pensando que sería una forma o la última alternativa. Comienza a militar en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). “Se iban a las sierras de Córdoba a practicar – con las armas - y vivían en carpa para ir al monte tucumano”, comenta Mary.
Pero llegó un momento donde el barro se seca y es difícil sacar los pies de allí, y sentir el terror en tus espaldas se vuelve una cuestión difícil de procesar. "En el 74/75 la triple A comienza a accionar, y los chicos comienzan a correr. Alicia no puede ir -a la villa Barranca Yaco- y con una topadora tiran la biblioteca". Es más que una biblioteca. Es el fin de la literatura. Es el fin del poder de la educación lo que están tirando con topadoras. Es el trabajo de muchos y la ilusión de otros lo que están rompiendo.
Mary cuenta que en el 75 comienzan a ser fugitivos y Alicia, al ver que su trabajo y también su vida corre peligro, decide continuar con su labor y sus herramientas de medicina en otra provincia, Tucumán. "Se va, ya que sabe curar heridas. Pero también con sus contradicciones, con el amor, con su religión, con su carita de ángel, se va para Tucumán y volvía a Córdoba para buscar medicinas. Ella se va para la selva tucumana para curar a sus compañeros". Pero todo ese viaje se ve interrumpido al poco tiempo.
"Un día vuelve a Córdoba ya en dictadura y se da cuenta que no puede volver. Alquila una pensión donde creía que iba a resistir. Quiso hacer un movimiento de presos, pero no puedo lograrlo". Claro, ya entrada en dictadura y solo con saber que a sus compañeros los estaban metiendo presos, se olvidaba de un pequeño detalle que hasta después recién se pudo saber: muchas veces no volvían a salir. Vivos.
"Los tenían secuestrados, no había información de nada, la prensa no existía, era todo silencioso. Empezamos a denunciarlos después del mundial", resume en pocas palabras lo que después se pudo conocer de la historia más oscura que se vivió en Argentina con el "proceso de reorganización nacional", como estas hienas sedientas de sangre desde el terrorismo de Estado han aniquilado miles de sueños y de esperanzas, de jóvenes que solo buscaban un mundo menos peor para los que menos tienen. Con educación y con salud. Y el barro se volvió cemento. Duro. Seco. Sin movimiento.
El 24 de agosto, el día que cumplió años Josefa Urquiza, la mamá de Alicia y Mary y realizan una reunión en la casa de ella. "Hizo el postre de vainilla con chocolate, al que le dicen ahora tiramisú. Fue su despedida. Uno de mis hermanos la lleva hasta el barrio dejándola unas cuadras antes para que no nos siguieran. Yo siempre la acompañaba, pero ese día le dije 'no le voy a dejar las cosas así a mamá, voy a limpiar' y el 25 a la noche, madrugada del 26, se la llevan".
"Cuando cae el compañero Daniel Burgos, que es un compañero que trabajaba en las máquinas Olivetti. Ese chico nunca militó, era amigo nuestro, pero fue simpatizante, nos guardaba, nos contenía. El desaparece el 23 de agosto y el 25, Alicia".
Gracias al relato de dos testigos, Pascual y Alejandro Bardach, que sobreviven a La Perla, relatan que tanto Alicia como Daniel , se encuentran ahí adentro. "Él estaba muy golpeado, muy torturado". Cuenta Mary. "Era un chico con un estado físico bárbaro, practicaba yoga y ahí era una piltrafa, todo quemado. Alicia lo contiene, golpeada también".
No está comprobado ni se sabe cómo es que llegan a Alicia, "porque también cayeron entre dos y tres chicos, uno era de Zárate que le decíamos 'Tato', que desaparece el 24 a la madrugada y no supimos nunca más nada de él".
El ex centro clandestino de detención, tortura y exterminio La Perla funcionó solamente 3 años, hasta después del Mundial 78' cuando llega la prensa, ese lugar quedó limpio. "Como si no hubiera pasado nada". Otro de los lugares, que también se encuentra en la investigación de la Megacausa La Perla que tuvo sentencia, un día antes del cumpleaños de la mamá de Alicia, 25 de agosto, se encontraba el D2 "donde torturaban y después te llevaban a La Perla".
Quienes tuvieron la oportunidad de encontrarse en ese lúgubre lugar, Alicia llegó muy golpeada y después la pasan a la cárcel, según datos de los dos testigos, el 30 de agosto de 1976. "Y ahí es el último momento que la ven".
Alicia, joven, católica, idealista, le dolía en lo más profundo de su ser la desigualdad de su pueblo, la ignorancia de su tierra y hasta el último momento, hasta el último respiro, bregó por la justicia de los más humildes. "Alejandro nos contó que una vez que él se encontraba limpiando los baños, ella le dice muy golpeada, que observe que no venga ningún guardia, para ver por el ventiluz si podía escapar. Ella arengaba a toda la cuadra, ponía música, se reía, les cantaba y hasta el último momento los hizo muy felices a todos. Su espíritu y sus ganas de seguir, y que sus compañeros no la pasaran mal". Eso era ella, su principal arma era sus ganas de seguir luchando por algo más justo para todos, que el dolor no existiera por un momento, en un lugar donde se respiraba muerte, ella quiso iluminar desde la risa y desde la música.
Alicia, mientras se mantuvo en La Perla vestía de camisón y Pascual, que se encontraba con dos pantalones, le presta uno.
La vida de la familia Villalba no estaba llena de lujos materiales, sino de otros valores más importantes, pero que en aquél entonces era difícil con cinco chicos poder realizarlos, aunque quisieran. "Eramos todos verduleros. O trabajás o estudiás. A mi me echaron de tres colegios y todos apostábamos por Alicia a que ella estudiara. Apenas ingresó a medicina, que en ese momento era más tabú que ahora, te lo hacía gente de dinero, con padres médicos. Y mi mamá verdulera empezó a pagar "Cajal", donde te ayudaban a ingresar a la carrera. Y ella tenía un promedio muy bueno. Con tal de aliviar el dolor del ser humano".
Y también para aliviar el dolor de su familia. "Mi papá era talabartero y hacía las cosas de los caballos de Jesús María, les hacía las correas a los caballos y tenía ampollas en los dedos de coser la suela de los caballos y Alicia le acariciaba las manos a mi papá y le decía 'nunca más vas a volver a coser'" era como decirle "cuando vayamos a desalambrar los campos de todos ... pero las vaquitas son ajenas", queriendo hablar del tema "A desalambrar" de Víctor Jara y de "El arriero" de Don Ata Yupanqui. Y Sí Alicia, A desalambrar, a desalmbrar! que la tierra es nuestra, es tuya y de aquel, de Pedro y María, de Juan y José. Pero las penas son de nosotros y las vaquitas son ajenas.
Mary sufrió en carne propia con su familia, con Alicia, con sus hermanos, lo que es vivir en la pobreza y saber que "la ignorancia mata, que la miseria siempre es la misma". "Antes era más el alcohol lo que te mataba, la ignorancia, quedarse en el hueco que naciste y que no te podías bañar, estabas llena de piojos, era tu vida y no había nada mejor, y Alicia nos enseñó que había un mundo mejor. Yo no tengo estudios pero me enseñó a cantar, a soñar y me hice boyscaut, y caminaba la montañas y veía las nubes, cosas que los chicos de muy abajo no lo podían descubrir"
Y en ese espacio de la memoria selectiva que se activa cuando queremos, salen momentos que para Mary son únicos: "Tuve la virtud de conocer a Agustín Tosco, fue la persona más hermosa que conocí" y casi confidencial, me cuenta uno de sus tesoros más preciados como recuerdo que tiene y fue ver en una reunión a su hermana junto a Tulio "Tucho" Valenzuela. "Alicia me hizo conocer un mundo que se podía ver".
"La pancarta"
"En el 78 nos comunicamos con María Elba Martínez, quien fue nuestra abogada. Mi madre tenía mucho miedo de ir y fui con dos compañeros. No recuerdo bien pero para mi era un sindicato de prensa, había una escalera y ahí nos comunicamos con ella y con Adolfo Perez Ezquivel. Empezamos a anotar compañeros, como 100 anotamos y ahí comenzamos con lo de las pancartas".
Cuando llega Néstor Kirchner al poder y se reabren los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos en la última dictadura cívico - militar, Néstor fue el primero en abrir a los familiares lo que fue La Perla. "Todo alambrado, ese día de marzo lluvioso, casi que no podíamos entrar, porque había un camino asfaltado donde antes hacíamos las caminatas en protesta, pero aquella vez por ahí entraron los funcionarios y nosotros no pudimos. Entonces entramos por los campos, piedras, barro ¿y qué me esperaba, ahí solita, bajo la lluvia? la pancarta de Alicia, y desde ese día me la traje a casa". Ahora la llevan mis hijos, es pesada, y esa pancarta a golpeado a más de un policía, esta curtida de pelea" cuenta Mary, orgullosa y feliz. Sus hijos, Mariana, Emiliano y Paula, siguen con los mismos ideales, que les dejó su tía, y que su mamá, se encargó desde el minuto cero, de hacerles saber, que en esta vida, nada es gratis, que lo mejor es pelearla desde abajo. Que los jóvenes deben hacerse valer, que se tiene que defender lo que es justo. La educación, la salud. La libertad. Que no ocupa mucho espacio, pero que parece que a algunos, les molesta. Y si molesta, es porque lo están haciendo bien.
La sentencia
Mary relata cómo fue ese día histórico. "Me sentí feliz. Ellos tenían el tupe de hacernos señas, morisquetas, sonreían. Los testigos protegidos, que esperaron 40 años más lo que sufrieron antes, se descompusieron, pero no nos tenemos que sorprender de nada. Pero la sentencia nos dio un poco de aire fresco, porque estos tipos siguen con el mismo ego. Amenazaron a Schiaretti (gobernador de la provincia - ex detenido) Estos tipos no se van a frenar mucho. Si pueden te van a secuestrar, no van a perder la oportunidad de que los jóvenes les teman, no van a titubear y nosotros tenemos que protegerlos, lo hacemos por ustedes".