La gente, los buitres y el balde de agua fría
Nuestra clase media, que siempre quiere morder más de lo que puede masticar, vive sujeta a un lavado de cerebro constante por los medios y repite lo que lee u oye como un loro. Tolera que la oposición busque crear mayor exclusión en el futuro. ¿Renacerá su lucidez, la que tuvo?
Quizás: ahora festeja el fallo de la Corte de EE.UU a favor de fondos buitres y del juez Griesa, que al reunirse con las partes pregunta a los abogados de los buitres qué desean que haga. A los nuestros no los deja hablar. Y olvida que esas deudas las generaron otros gobiernos.
¿Por qué obedecemos? Estamos acostumbrados a recibir órdenes. En casa, de nuestros padres. De los maestros. De la Iglesia. Del jefe. Más tarde, de los políticos. ¿Pero siempre otros regirán nuestras acciones? No. Rehusamos hacer caso a expertos que piden “obedecer” a Griesa.
De EE.UU se espera todo. Los valores de sus antepasados los relega. Ataca a pueblos, se queda con petróleo ajeno, compra deudas a 0,30 centavos del valor y a sus “jueces” les parece legal ganar un 1.608 %. Revela que el único valor apreciado por el capitalismo es la ganancia.
Como la mejor defensa es el ataque, Argentina depositó el dinero para pagar a los bonistas con jugada veloz e impensada, y el juez bloqueó de forma ilegal el depósito, ya propiedad de bonistas del canje. Debía apercibirlo la Justicia de su país, pero no lo hace. La segunda movida es suya: si tiene buena fe, debería reinstalar el stay y frenar la cláusula RUFO que vence en diciembre de 2014. Y así, negociar sin presiones. Con apoyo de 200 países, pagamos sin pedir nada a nadie. Les duele.
Pero lo de Griesa es usual en EE.UU, los fallos son a favor del interés financiero, porque los lobistas aportaron a campañas 5000 millones de dólares. Alarma como precedente para la restructuración de las futuras deudas. Esa comunidad de negocios es un neoliberalismo que somete a los países. El privilegio rentístico cuenta más que el bienestar social.
Intenta volvernos al 2001 (al país casi desaparecido como Persia en la Primera Guerra): 57,5% de pobreza, 25,5 % indigencia, 24% de paro.
Ese default no nos mató. Pues si oprimen los muertos no pagan, decía Kirchner. A pesar de su incapacidad, Isabel Perón dejó el poder como entró: con 7.300 millones de deuda. La dictadura sextuplicó la deuda y Alfonsín le sumó otros 20 mil millones. Ninguno de ellos inauguró un hospital, rutas, vías de tren. Igual, el menemismo. Debería investigarse con una auditoria la deuda pública y privada y a estos funcionarios del período 1976-2001, para averiguar cómo, pagando el gobierno actual 190 mil millones, debemos aún tanto. ¿Estaremos pagando como hizo Ecuador, cinco veces su deuda? Juzgar su rol. ¿Eran socios de estos organismos multilaterales? Si se prueba una complicidad, embargarles sus bienes. Para que otro no haga lo que ellos hicieron con la nación.
Pero el primer héroe sureño del siglo XXI nos sacó del desastre. Y su proyecto, humanista, jugó su futuro a una inclusión social para todos.
En una década prosperó la clase media y logró lo que valora la cultura de masas: casa, empleo, colegios, salud, celulares, autos, vacaciones y consumo. Este gobierno no se arrodilla. Pero si obligan a declarar el default, también sufrirá esa clase media. No saber ver tiene un precio.
Su utopía de Barrio Norte mantiene esas almas confundidas, inunda la realidad con sus sueños noventistas debido al gobierno, al que cree la cuna y la razón de las sinrazones de su mente y del daño a su bolsillo. Aunque ocurrió al revés, y la mayoría haya empacado más que nunca.
Pero a esa clase snob no la seduce un proyecto con visión de futuro. Ama al que juzga con los mismos prejuicios que ella. Piensa: “Yo soy más que vos”. La pluralidad de opiniones le provoca risa. ¿Igualdad? ¿Qué es eso? Olvida sus orígenes, pues ella a menudo proviene de la inmigración. ¡Ah, de otro nivel! No morochos de los países vecinos. Su narcisismo es la llave para el éxito. Si la relegan, la injurian en su ego.
Para anular ese sectarismo y aprehender la realidad, hay que observar el resto del mundo. La clase media añora el añejo país portátil del que podía emigrar si estaba mal. Ya no hay adónde ir. Todavía no siente la nostalgia de lo que vendrá. Hace diez años que intenta suicidarse y no lo logra. Pero con otro proyecto deberá hacerlo. Y retornará el bisturí.
Aprenderá lo que es hipotecar la propia vida por no tener un futuro. Y cómo el poder prescinde de una generación entera. Entonces deberá entender, forzada, la reinvención del país que realizaron los Kirchner. Desolada, lamentará su pérdida de convicción democrática, que en realidad nunca tuvo, porque fue obsecuente con todas las dictaduras.
Es la clase que aplaude el “fin de ciclo” kirchnerista y desea que acabe mal. En su necedad, elige la quiebra. Dejar al país con pocas reservas sería ideal para adelantar esa maxidevaluación esperada para el 2016. Le da igual que la oposición no proponga alternativa alguna. Espera lo peor para los otros, por el ofuscado deseo de ganar ella cada vez más.
Este fallo les vino como anillo al dedo a los especulares mundiales. Si el país se reendeudara para pagar al 7 % de quienes no entraron a los dos canjes comprando bonos basura en 2008, habría que pagar 15 mil millones. El 92,4 % que entró se volvería enemigo y exigiría igualdad y 120 mil millones de dólares. Una deuda impagable. Probabilidad: que otro gobierno lo firme en 2016 ante el FMI. Habrá miseria por décadas.
¿No es absurdo que un acreedor entre miles (ejemplo, este buitre) fije las reglas para todo el sistema y pueda originar el default de un país? Y un juzgado de primera instancia de Nueva York decida actuar sobre la jurisdicción de cualquier nación. Voceros de buitres apoyan al juez porque hay alianzas entre medios dominantes e intereses financieros.
La cobertura mediática los disfraza y procura desconocer la soberanía del Estado, legítima pues al gobierno lo eligió una mayoría del 54,4%. A pesar de la ayuda de la Corte Suprema de EE.UU (permeable a las presiones lobista de las grandes empresas financieras republicanas), Griesa no logrará disponer un default para favorecer a los buitres, ya que los bonos retenidos forman parte del canje con bonistas de varios países, y no son títulos ni contratos celebrados bajo la ley de Nueva York ni en esa jurisdicción. Si bien otros dicen que deben acatarse las disposiciones del juez (pues la última dictadura autorizó la prórroga de jurisdicción a favor de los tribunales extranjeros, modificando el art. 1 del Código Procesal Civil y Comercial) en 1974 el Procurador Fiscal de Perón, Felipe Romero, dictaminó que esa prórroga es admisible “si la Corte Suprema retiene la posibilidad de revisión”. De acuerdo a ello, la Presidenta quizás solicitará a nuestra Corte una urgente intervención.
Dado que los mercados financieros actúan sin patria ni ley, ¿hay otra arma para equilibrar su poder? En 1902 el jurista argentino Luis María Drago propuso la doctrina que lleva su nombre. Ahora es una bandera en defensa de la soberanía regional: “No se puede usar la fuerza por razones de deuda”. Luego, en 1974 se aprobó en Naciones Unidos un elemental principio: que cuando hay motivo de conflicto por razones de compensaciones monetarias, se resolverá “conforme a la ley nacional de cada Estado”. Recurramos a la ONU. Para ella, sería legal pedir a nuestra Corte la “posibilidad de revisión”, “conforme a la ley nacional”.
Hay políticos que se venden a cualquier postor. De aquí o de allá. Por eso se aman y mañana se odian. Sin problemas, o al revés. Sutil baile de disfraces en los que se ponen y quitan máscaras. O tejen acuerdos secretos, relatados por G. Lampedusa en “El Gatopardo”. Examiné a fondo ese tiempo y ese libro en 25 páginas de “Presencias interiores”.
Allí también una epidemia frívola inducía a los jóvenes a valorar lo más nuevo. Aquí el gobierno provee computadoras a los niños para usar la tecnología. Otros dejan que la red los use. Algunos son sus sirvientes invisibles. De una trampa hipnótica para borrar el pasado y abolir de la memoria popular el trágico 2001. Cambiar algo para que nada cambie.
Los medios programan a la gente, tras esa amnesia, para que relegue este proyecto y retorne al neoliberalismo. Un ejemplo es “el rey de la deuda”, como tituló un diario a Macri. Hundió por décadas a la ciudad aumentando un 300% su deuda en dólares. Pero los muertos de aquel diciembre no aceptan irse todavía, exigen el recuerdo de quienes aún vivimos para no morir de nuevo. Como narraba Pirandello en su obra “Seis personajes en busca de autor”. Están vivos en nuestra memoria.
Y otros ex intelectuales humanistas, como Solanas (antes un cineasta notable, ahora un pálido fantasma) hicieron un giro rocambolesco para situarse junto a los que odiaban: radicales, “socialistas” y derechistas de variado pelaje. Es el afán del arribista, del “Bel Ami” de la novela de Maupassant. Cada año demolió más su conciencia. ¿O nunca la tuvo?
En cambio, la tiene Thomas Piketty; lo cubren de elogios los Nobel por su reciente libro; sugiere que ya el ahorro no sirve y el mérito tampoco: manejará el mañana el patrimonio de herederos. Y a los historiadores académicos que colonizan el discurso oligárquico en Argentina (Luis A. Romero y otros impresentables), responde con cifras: “El gobierno (peronista) se embarcó en una fuerte política redistributiva durante tres años (entre 1946 y 1949), estableciendo las bases para el Estado del Bienestar y el desarrollo de la poderosa clase media que caracterizó al país hasta fines de la década de 1960”. Luego: “El 1% de la población acomodada bajó de 25,9 a 15,3 por ciento de 1943 a 1953. Los más afectados fueron “los más ricos entre ricos”: el 0,1 por ciento superior disminuyó de 11,6 por ciento a 5,1 por ciento”. De allí su odio a Perón y Evita. Como a los Kirchner. Un buen historiador aclara confusiones.
Lo obsceno es que gente pasiva incapaz de pelear por nada (como se ve en parte del mundo) se habituó a la desigualdad que critica incluso el Papa y crecerá aquí si no imponen impuestos a los más ricos. Es ya visible que las supuestas autorregulaciones del mercado no funcionan.
Sólo una férrea voluntad política detendrá la exclusión social. Si no es así, habrá sociedades más injustas. En una Argentina postkirchnerista, ¿quién se atreverá a poner impuestos a los ricos? Decía Nietzche: “El que no es dueño de sí mismo está condenado a obedecer?”. Al Norte.
Al menos debería apoyar al Gobierno la “izquierda caviar”, progre. No. Rechaza la igualdad sin mediación de una elite, anhela ganar su parte cambios con su voluntarismo y la acción vanguardista. Fue empujado al abismo de la soledad por su histórico recelo hacia “incultos pobres”.
No es nuevo. En 1930 se opusieron a “la chusma radical” (incluso los socialistas) avalando el duro golpe contra Yrigoyen. En 1946, junto a la Unión Democrática (comunistas, socialistas, radicales) aplaudieron al yanqui Braden contra Perón. Luego, en 1955 vitorearon el bombardeo a la Plaza de Mayo contra el pueblo indefenso y se unieron en 1956 en la Junta Consultiva, desvariando contra las obras sociales peronistas.
Otros intelectuales de izquierda escogen jugar un papel legitimador de esa derecha antiargentina. Son el coro de la guerra mediática contra este proyecto, investidos de la aureola ilustrada que detesta lo vulgar. Para ellos, el votante kirchnerista implica la peor bajeza: el subsidiado, lo no-europeo, el anti Walter Benjamín. Utilizan la doble moral usual en la sociedad argentina: decirse progresistas y contradecir a la mayoría.
Si tiene enfrente al peronismo (o lo que surgió desde él) tras la caída del Muro esa izquierda –que lo desdeña- se pliega al ataque mediático del Imperio y de sus socios cipayos. Desde 1991 (cae la URSS) ya no se rebela, y desde 2004 optó por exigir contra los Kirchner. Corre a TN con el pretexto de no sentirse satisfecha. “La izquierda del todo o nada –dice el presidente Correa- es la mejor aliada de la derecha”. Siempre.
Todos saben que la clase media entrará en la próxima elección en su encrucijada. Si elige ciega a alguien –opositor o falso kirchnerista- al que respalden las corporaciones, con avidez retornará el FMI, habrá maxidevaluación, pérdida de derechos y empleos y escasas paritarias. Así, la colonización del país por corporaciones sería difícil de atenuar.
Pero si elige profundizar este proyecto, habrá un salto de calidad, con crecimiento e inclusión. Sin aceptar, por cuarta vez en esta historia –la primera, cuando Perón se negó a integrar en 1947 el FMI; la segunda, con la gran quita de la deuda por Kirchner; y la tercera, al negociar con el Club de Paris o los buitres sin el FMI- condicionamientos del poder real universal. La negación a debatir por parte de opositores (sobre “lo que van a hacer”) explicita que volverían a recortar, ajustar y saquear.
Quedan dos vías: reindustrializar al país o re endeudarlo volviendo al neoliberalismo. Esa independencia económica que proclamó Perón y aumentaron los Kirchner. O de nuevo la sumisión. Desafío a dilucidar antes de ese baldazo de agua fría que confiamos no arribará en 2015.
Equivocarse al votar no sólo es errar. Implicará desilusión ante los ojos de uno mismo. Cuidado. La presunción de la clase media es conocida, porque cree que nadie la iguala. Y que las clases bajas deben copiarla pues son su simple eco, como ella cree ser el de su imitada clase alta.
Llegó la hora de “repensar el peronismo”, como sugirió la Presidenta. Y la hora de que la unión latinoamericana sea más que bellas frases. Pese a la negativa de EE.UU en la OEA, hay voluntad de avanzar. El rol del Estado soberano frente al sistema especulativo internacional, debe ser defendido por Latinoamérica no con palabras: con un boicot.
Recuerde: se salva con los demás o por su egoísmo se condena solo.
Nadie le pedirá ayuda para el proyecto si no cree en él. Bastará que lo voten quienes siguieron a la Presidenta en 2011. Nosotros, “los felices pocos” nombrados por Shakespeare en Henry V. Nosotros, “banda de hermanos”, con su leal liderazgo lucharemos por más inclusión social. Inclusive para que la disfrute usted, el descreído que prefiere mojarse.