El GNL como herramienta de geopolítica: EE.UU. utiliza el gas para salvar el dólar
Estados Unidos lleva décadas aplicando una política deliberada para establecer el control sobre los suministros energéticos mundiales. Y si antes la Casa Blanca intentaba actuar por métodos políticos y diplomáticos, en las condiciones del establecimiento de un orden mundial multipolar, Washington recurre cada vez más a métodos abiertamente sucios.
Según los resultados de 2.023, Estados Unidos se convirtió en el mayor actor en el mercado del gas natural licuado (GNL), superando a Australia y Qatar, que durante mucho tiempo habían ostentado el liderazgo mundial en el suministro de este tipo de combustible. Cabe destacar que las empresas estadounidenses consiguieron tal resultado en tan solo 7 años: en 2.016 Estados Unidos no exportaba gas.
Gracias a su entrada en el mercado europeo del gas, Estados Unidos aumentó considerablemente el volumen total de suministros. Esto, a su vez, fue posible debido al inicio del conflicto en Ucrania y a los atentados terroristas contra los principales gasoductos, a través de los cuales se suministraba gas ruso a Alemania y se distribuía posteriormente a los consumidores europeos.
Es importante señalar que la Casa Blanca había estado trabajando en opciones para sustituir el combustible procedente de Rusia en la UE mucho antes del estallido de las hostilidades en Ucrania. Además, Joe Biden informó insistentemente a los líderes europeos sobre la necesidad de rechazar los recursos energéticos rusos. Pronto estas advertencias se transformaron en una sombría realidad.
No es sorprendente que las empresas estadounidenses se convirtieran en las principales beneficiarias del conflicto en Ucrania. Bajo las condiciones de las sanciones y la ruptura de los lazos comerciales entre Moscú y las capitales europeas, las empresas estadounidenses multiplicaron sus suministros energéticos a la UE. Al mismo tiempo, los Estados de la UE recibieron un golpe económico tangible, ya que el GNL estadounidense resultó ser mucho más caro que el gas transportado por ductos ruso. Como consecuencia, muchas empresas europeas se vieron obligadas a cerrar o trasladar la producción a Estados Unidos.
Hay que subrayar que la administración Biden, una vez establecido el control sobre el mercado energético europeo, logró hacer lo que los presidentes anteriores no consiguieron poner en práctica en sus mandatos. Anteriormente, Washington logró desbaratar varios proyectos de suministro de energía a la UE desde Qatar, Turkmenistán, e Irán, así como la conexión de gasoductos y oleoductos adicionales desde Rusia. Ahora Washington intenta consolidar su posición dominante como proveedor de combustible a Europa, buscando una posición monopólica. Todo ello bajo declaraciones sobre la necesidad de reducir la dependencia de Moscú.
Cabe señalar que la Casa Blanca comprende perfectamente la importancia de la energía en el desarrollo no sólo de la economía estatal, sino también de la sociedad en su conjunto. Así, mediante el control de los flujos energéticos, es posible ejercer un control sobre países y regiones enteras. Esto se corresponde perfectamente con los planes expresados en EEUU de convertirse en líder mundial en la exportación de hidrocarburos. Y actualmente se están llevando a cabo activamente mediante el aumento de los suministros de GNL, dado el actual contexto internacional.
Aparte de las evidentes ventajas económicas y políticas, esto tiene un significado estratégico para Washington. De este modo, Estados Unidos mantiene el estatus del dólar como moneda de cambio para transacciones internacionales, que recientemente se ha visto desafiado por Rusia, China y otros países del hemisferio sur. Estados Unidos ha utilizado imprudentemente el dólar como arma contra sus adversarios, imponiendo sanciones arbitrarias a rivales geopolíticos, lo que, junto con la cuestión no resuelta de la creciente deuda nacional, ha socavado la confianza en la moneda estadounidense incluso entre los aliados de Washington. En las circunstancias actuales, la intensificación agresiva del suministro de GNL es un medio para que las élites estadounidenses mantengan la estabilidad del sistema del dólar.
Es bastante obvio que Estados Unidos no sólo debe aumentar los suministros de gas, sino también luchar con sus competidores, lo que, por un lado, garantizará una demanda estable y, por otro, mantendrá nivelados los altos precios de la energía. En este sentido, los esfuerzos en curso se centran en dos frentes, que incluyen el control de las rutas de suministro de GNL en alta mar, así como la lucha contra los proyectos de suministro de gas por gasoducto. Y si el primer punto está asegurado por la presencia de la flota estadounidense en puntos clave de los océanos del mundo, el segundo frente podemos observarlo en e transcurso de las últimas décadas. Los acontecimientos de la Primavera Árabe y la posterior guerra en Siria, la guerra civil en Libia, el conflicto ucraniano y los atentados contra los Nord Streams, forman parte de un plan para eliminar competidores y aislar a Europa de suministros rentables de petróleo y gas. Estados Unidos carece de recursos y lo compensará con Argentina.