De piropos, límites y feminismos pasados de moda
La semana pasada en DDD debatimos sobre piropos y acoso callejero. Para mi gusto, el feminismo fundamentalista (FF), pasado de moda a esta altura, pretende poner al mismo nivel el mal gusto o la ordinariez de quien te grita una grosería en la calle con el acoso en la vía pública y en casos extremos considerarlo causa desencadenante de la violencia de género. Un poco mucho.
El límite es muy delgado, argumentan las FF, y por las dudas, sostienen, todo está mal, y debe ser regulado por leyes.
Claramente no coincido.
El límite es delgado, es cierto, pero también es cierto que ese límite depende de la percepción individual, de cómo lo recibe cada una. Si a mi me dicen "te chupo toda" yo me puedo sentir de mil maneras: acosada, ofendida, o capaz me sube la autoestima, hay tantas posibilidades como mujeres sobre el planeta.
No creo que prohibiendo y castigando a los piropeadores callejeros se logre la solución real a las verdaderas discrimanciones y a la violencia que conlleva, por ejemplo que a esta altura las mujeres no cobremos lo mismo que los varones por la misma tarea. No creo en la judicialización de la vida cotidiana como sí creo en la educación como pilar fundamental para terminar con algunas cuestiones de fondo como el machismo y su contratara, el feminismo.
Entiendo, comprendo y comparto la necesidad de este movimiento a finales del siglo XVIII cuando la lucha era por la igualdad jurídica, la libertad y los derechos políticos que no se habían logrado con las revoluciones liberales porque, por ejemplo, los ‘Derechos del Hombre y del ciudadano’ que proclamó la Revolución Francesa se referían pura y exclusivamente a los varones y no al conjunto de los seres humanos.
En esa instancia, la necesidad de confrontación para lograr visibilidad y a partir de ahí los triunfos por los que hoy votamos, gobernamos, tenemos hijos o decidimos no tenerlos, nos casamos y nos divorciamos, accedemos a la educación y a puestos de trabajo, vivimos solas, manejamos, y mas, podría hacer una larga lista de conquistas femeninas. Todas estos logros fueron moviendo el piso de las luchas de millones de mujeres en el mundo a las que les agradezco infinitamente la enorme valentía en tiempos muchos mas complejos que el actual.
¿Quedan cuestiones pendientes?
Si, obvio
¿Estamos en igualdad de condiciones con los varones?
No, y creo es un error esa búsqueda. Y ahí es donde no acuerdo con las FF. No apoyo ese reclamo en esta etapa. Hoy el desafío es la integración total respetando las diferencias que nos hacen complementarios.
Creo que necesitamos aún muchas más leyes que nos permitan sentirnos contenidas en el sistema, como por ejemplo licencias por maternidad más prolongadas tanto para padres como para madres, seguridades laborales cuando estamos embarazadas, la garantía de poder amamantar a nuestros hijos durante los dos primeros años de vida, tal como establece la OMS y para lo que las empresas tendrían que tener guarderías para que las madres-trabajadoras podamos continuar con las dos tareas sin sentirnos discriminadas.
Leyes que nos permitan interrumpir un embarazo sin correr riesgo de vida y no que sólo quienes tienen dinero puedan acceder a realizarse un aborto en condiciones sanitarias que no pongan en riesgo su vida, pero cargando con la culpa moral de lo ‘ilegal’.
Creo en la necesidad urgente de profundizar y establecer programas educativos para crear conciencia sobre la integración de géneros y nuevas leyes, específicas, puntuales, que amplíen nuestras libertades para sentirnos protegidas esa manera, pero no que prohíban o castiguen conductas tan cursis y tan propias de la galantería masculina como piropear en la vía pública.
O como sucede en otros países del mundo, Río de Janeiro o México por ejemplo, en los que apelaron a soluciones segregacionistas al establecer los denominados ‘vagones rosas’ para que las mujeres viajemos separadas de los varones en las horas picos.
Me pregunto ¿es separándonos que vamos a lograr que deje de haber varones acosadores?
¿Las nenas con las nenas y los nenes con los nenes es la solución a la falta de respeto?
¿Es prohibiendo la grosería en la calle que vamos a lograr varones caballeros?
Al contrario, creo que hay que borrar la línea que todavía nos divide en ellos y nosotras.
Niños y niñas integradas.
El otro día, en la reunión de padres del colegio de mi hijo de 4 años la maestra contaba que están en la edad de agruparse por género: los nenes con los nenes y las nenas con las nenas. En busca de la integración que necesitamos que ocurra desde la infancia y agradezco al colegio estar atento a esta cuestión, la maestra les propuso a la hora de la merienda sentarse en las mesas intercalando un niño y una niña, a lo que primero respondieron con rechazo y luego lo naturalizaron y ahora disfrutan, creo que este es el camino para terminar con los extremos que no hacen más que separarnos y luego de dar la vuelta unirse para chocar y así volver a empezar.
La vía pública es un reflejo de lo que somos todos y todas. La integración requiere de una conciencia permanente para poder militar en ese sentido. La acción es más contundente que la palabra. El ejemplo contagia. Sentarse a dar cátedra en un medio de comunicación no es suficiente a la hora de cambiar las cosas.
Las contradicciones nos juegan en contra. Mujeres que nos sacamos las tetas para no ser cosificadas, mujeres que no lloramos ante lo que nos duele para mostrarnos fuertes, mujeres que no nos animamos a decir que nos duelen los ovarios o que nos sentimos mal porque estamos embarazadas, o que tenemos miedo, mujeres que no nos animamos a alejarnos de la moda pero que simulamos hacerlo para no parecer frívolas, mujeres que nos terminamos jugando en contra.
Saquémonos las siliconas porque se nos da la ganas, pongámonos siliconas porque vamos a ser más felices, mostremos las tetas porque nos divertimos, si nos duelen los ovarios gritémoslo a los cuatro vientos, miremos sin culpas las revistas de moda, busquemos lo que nos haga bien, el prejuicio primero es nuestro y después del otro, no al revés.
Mientras confundimos conceptos y pretendemos judicializar la vida cotidiana en busca de “soluciones” superficiales a cuestiones de fondo, el piropo clásico, antiguo, tradicional, y por qué no un poco cursi también, cada vez tiene peor prensa.
La palabra piropo, proviene del griego pyropus, que significa ‘rojo fuego’, y los romanos llamaban con este nombre a los rubíes que era la piedra que simbolizaba el corazón y que los enamorados les regalaban a sus enamoradas para conquistarlas. Pero estaban los menos afortunados que no tenían dinero para regalar esta piedra preciosa y en su lugar le obsequiaban dulces frases para ganar su corazón. A partir de ahí se comenzó a utilizar popularmente la palabra piropo como una forma de poesía o halago hacia las mujeres.
Los piropos son manifestaciones de admiración hacia la mujer que se dicen por la calle, y que responden a un lenguaje galanteril. Por ejemplo: "abrieron las puertas de la juguetería que salieron a pasear las muñecas". O "hermosa" "divina" "me caso", y bla bla bla. Esta costumbre -para muchas mujeres encantadora- forma parte de nuestra idiosincrasia porteña, de la poética callejera, culturalmente responde al imaginario del varón tanguero. Y cada uno ocupa su lugar: el hombre es el que tira la frase y la mujer la que la recibe y no viceversa. Hay un montón de situaciones de la vida cotidiana en la que hay un juego de roles entre otras cosas porque somos constitutivamente diferentes. Yo no puedo ni quiero cambiarle la rueda a un auto o levantar una puerta y un hombre no puede dar la teta. La lucha de todas las mujeres que dieron la vida para que el mundo moderno funcione como lo hace se ve totalmente banalizada por este tipo de pseudo ¿luchas/debates? A mi juicio, se termina desviando el eje de discusión.
Creo profundamente en la integración de los géneros y en su complementariedad. No creo que la galantería sea machista, al contrario, creo que una mujer que aprendió a vivir plenamente más allá de las leyes puede disfrutar de un piropo, hacer oídos sordos a una grosería y dejar que le abran la puerta sin sentirse subestimada.
El mejor piropo de la historia, de Dante a Beatrice…
Parece tan gentil y tan honesta
mi dama cuando a alguien saluda,
que toda lengua, temblando, queda muda,
y no se atreven los ojos a mirarla.
Ella se va, sintiéndose alabada,
benignamente de humildad vestida;
pareciera del cielo haber venido
a mostrar un milagro aquí en la Tierra.
Se ve tan agradable a quien la mira,
que por los ojos da al corazón una dulzura,
que no puede comprender quien no la prueba.
Y parece que de sus labios surgiera
un espíritu suave de amor pleno
que al alma va diciéndole: – ¡Suspira!
Piropos Clásicos:
-Adiós corazón de arroz, el año que viene me caso con vos.
-No camines por esa vereda que el sol derrite los bombones.
-Encandilame con esos faroles así chocamos de frente.
-Sos la rueda de auxilio de mi corazón en llanta.
-Quién habrá sido el pirata que perdió este tesoro?
-Que adelantada está la ciencia que hasta los bombones caminan.
-Si ésta es la cola, como será la película.
-Quisiera ser lágrima para nacer en tus ojos, rodar en tu mejilla y morir en tu boca.
-Si la belleza es pecado, no tenés perdón de Dios.
-Vos existís o yo te estoy inventando.
-Qué pasó en el cielo que los ángeles bajaron a la tierra.
-¿Qué tetas...poniendo en el cabello que lo tenés tan lindo?
Piropos Cursis:
Si Colón te viera diría: ¡Santa María que preciosa pinta tiene esa niña!
Cuidadito con el calor preciosa, que las flores con este sol se marchitan!.
Si yo fuera dios jamás te hubiera dejado bajar del paraíso, mi ángel.
Hoy te hago una promesa y te la voy a cumplir, de tus ojos soy esclavo y viviré para ti.
Bellas son las flores, los perfumes, una canción, pero una mirada tuya no tiene comparación.
Me gusta tu sonrisa, me gusta tu mirada, pero me gusta más tu alma enamorada.
Quisiera ser el mar, y que tú fueras la roca, porque al subir la marea, te besaría en la boca.
Cuando las rocas hablen, cuando las aguas dejen de correr, en ese preciso instante te dejaré de querer.