Contar las costillas
A veces pienso en que debería existir una reestructuración en las carátulas de ciertos acontecimientos. Está claro que en el opuesto del éxito está el fracaso, pero también debería estar igual declaro que entre uno y otro existen diferentes matices.
Un “no éxito”, y estoy convencido de esto, no significa necesariamente un fracaso y un “no fracaso” no significa un éxito.
La semana pasada se produjo el regreso de Michael Phelps a las piletas. El recontramousntruo de la natación mundial volvió en unos de los grand prix norteamericanos en los 100mts mariposa después de casi 20 meses de su última competencia en los JJOO de Londres 2012: Clavó el mejor tiempo de los 106 participantes. Luego, en la final, llegó segundo, detrás de Lotche la otra megaestrella americana de las brazadas, alzándose con la medalla de plata.
¿Éxito, fracaso, logro, estuvo a la altura? ¿Qué nota le ponemos?
Carlos Alberto Reutemann tuvo que soportar, y aún socarronamente debe soportar, el mote de segundón. Es verdad que tuvo autazos en Ferrari y en Williams y también es verdd que tuvo rivales de fuste como Piquet, Jones, Villenueve, Andretti, y Lauda. Van ya casi 30 años desde que el Lole dejó la F1 y pregunto ¿Cuánto más deberemos esperar para poder tener un piloto como él en la máxima categoría del automovilismo? ¿Es entonces Reutemann un éxito o un fracaso para el deporte nacional?
Las razones por las cuales se llega a una y otra posición, radica en las formas en las que se hayan logrado. Vamos a pasar a ejemplos claros; si Argentina en el mundial se mete en la final después de haber dejado en el camino a un par en semis y cayera ¿Cómo calificaríamos al proceso de Sabella?
Por un lado deberíamos decir que, teniendo en cuenta que desde hace 24 años que Argentina no alcanza una final de copa del mundo, el consagrarse sub campeón, al menos, no debería tildarse de fracaso pero no podríamos llamarlo éxito. El margen que el equipo nacional tiene, es muy corto para ese rótulo. Lamentablemente, nos deberemos contentar con un “gran logro”.
Ahora cambiemos el guión y agudicemos el ingenio y la imaginación ¿Qué carátula deberíamos utilizar si la selección tuviera un mundial con un juego mediocre…muy mediocre, y así y todo se consagrara campeona del mundo? ¿Deberíamos hablar de éxito?
Bajamos del universo de la fantasía, ponemos los pies en la tierra y nos agarramos de ejemplos reales. Mostaza Merlo, Carlos Bianchi, Ramón Díaz, Pedro Troglio, Gustavo Alfaro, Diego Osella, Claudio Borghi, son ejemplos de los matices que debemos tener en cuenta para calificar y dar vida al abanico de posibilidades que van desde el fracaso hasta el éxito.
Ahora bien; el triunfo y la derrota tienen un corolario recién al final del trayecto. ¿Qué pasa en el mientras tanto? En el mientras tanto, no se explican las causas del buen camino, ni de cuáles son los ladrillos de la construcción del éxito, pero sí se exige mostrar las miserias de la derrota momentánea. El gesto hipócrita de la autocrítica pública y a viva voz. ¿Por qué un mea culpa debe ser expreso y conocido por todos? ¿Acaso cada uno de nosotros va contando a quien quiera escuchar las culpas propias de por que nos va como nos va? ¿Quién puede asegurar que Bianchi, Merlo, Ramón o quién sea no sabe cuáles fueron los errores que cometieron? ¿Los errores son menos errores si se los cuenta en voz alta?
No se vende la piel del oso antes de cazarlo; y tampoco se deben contar, obligatoriamente, los motivos por el cuál el oso se nos escapa.
Ojalá tengamos todos una linda semana.