Literalmente, le pintaron toda la cara. Desagradable y cruel castigo recibió este garoto brasileño por pintar las calles de San Pablo con grafitis.

La policía local no tuvo piedad con él y decidió vaciarle el spray en la cara, para después liberarlo. No antes, sin que el joven les pida perdón. El policía se convirtió en juez y ejecutor. Un hecho repudiable.