"Shunga", censura y divino sexo explícito japonés
Es un arte japonés que retrató y retrata un sexo explícito y pintoresco. Arrancó al rededor del 1600, fue censurado pero continúa vigente. Libros, pergaminos y álbumes de imágenes geniales en donde la sexualidad se despliega casi sin tabúes.
La idea es mezclar el arte con el sexo. Porque el sexo es un poquito de arte, de sociedad, de cultura. Un cóctel de todo eso, más hormonas, oxitocina, fantasías, dialecto y seres con ganitas de moverse unidos. Podemos enfocarnos en la pintura como una ventanita divina para la expresión del hombre y todos sus costados interesantes. Y si hablamos de pinceles, lápices, sexo y colores, el shunga puede llegar a ser un cálido rincón.
Es gracioso, ahora que entramos en el verano, que se llame "Shunga" (Imágenes de primavera), pero no vamos a reposar ahí. No lo vamos a hacer. Así que Shunga es un género de producción visual japonés que representa al sexo en distintas variantes. Data del 1600 y tiene como eje imágenes de álbumes o de ilustraciones de textos de la literatura popular de esa lejana época. Aunque todas estas obras fueron censuradas por los gobiernos de turno, su reproducción (sí, otra vez escribiría un chiste, pero otra vez no) continuó hasta 1907 que llegó la prohibición de material obsceno en el Código penal japonés.
Aún así los artistas no se dieron por vencidos ya que estas obras valían y valen muchísima plata, entonces tipitos de renombre las hacían igual, y aunque no firmaban, dejaban alguna pista en la tela para que se sepa quién había pasado por ahí. Las imágenes describen escenas sexuales típicas y no tan típicas ya que se mezcla la realidad con la mitología japonesa y crea una idea explosiva y llena de magia. En general se presentaban en libros, álbumes o papiros un toque incómodos.
El tema es amplísimo y hay miles de mitos, historias y detalles que voy a obviar porque sabemos que la atención del lector web es precoz y ya me estoy excediendo lo suficiente. Entonces. Esta manera de ver y dibujar la realidad sexual japonesa sirvió para todo lo que vino después, el animé y el hentai, por ejemplo.
Y aunque las obras continúan bajo la arbitrariedad de la censura, muchos artistas grosos europeos explotaron y coleccionaron estas joyitas orientales. Henri de Toulouse-Lautrec, Gustav Klimt, Auguste Rodin, Vincent Van Gogh y Pablo Picasso, como para nombrarte a algunos pichis.
Si quieren ahondar un poco más en este tema, pueden googlear a Nishikawa Sukenobu, uno de los clásicos y prestigiosos en el asunto, pero ahora le llegó el momento a las pinturitas.