Luego de perder el invicto, Gallardo decidió poner en cancha (y como local) a todos sus titulares en el partido más fácil que le quedaba a River de acá a fin de año. Más allá del empate con sabor a derrota, se profundizó la merma en el rendimiento del equipo, cuestión que más preocupa al entrenador y a los hinchas.

No empatamos por una pifia, no nos mintamos. Estamos atravesando el bajón típico y hasta lógico de todo equipo en una competencia. Sólo que lo estamos padeciendo en el momento más crítico del semestre, en la etapa de definición, donde la claridad no abunda y las piernas pesan. Esta merma atenta principalmente contra nuestras expectativas y nuestra confianza de cara al título. Porque nada está perdido aún, está claro: seguimos punteros y con las chances intactas.

El ‘Muñeco’ esta vez se volvió a decidir por Boyé en lugar de Driussi y Simeone, que otra vez hizo agua. A su vez, llamó la atención la utilización de los dos ‘5’ que tiene en el plantel para jugar ante Olimpo de local. ¿Tan molesto se quedó con Solari para ni siquiera usarlo como alternativa? Si pensamos que lo hizo como una prueba para jugar en la Bombonera nos estaríamos equivocando, ya que lo más probable es que allá juegue Carlos Sánchez, el motor del equipo.

Para hacer hincapié en algo que venimos remarcando como el gran defecto de este River, vean cómo será nuestro recambio que el pibe Juan Kaprof volvió a jugar en Primera tras un año. No es una crítica al delantero, entiéndase. Sino a una circunstancia que nos está perjudicando notablemente en la recta final. La llegada de al menos cinco refuerzos en enero me parece hasta lógica si analizamos los puntos flacos del plantel.

Llegó la hora de la verdad. Los próximos tres partidos definirán el semestre. Nos quedamos con toda la gloria o con las manos vacías. El panorama parece estar planteado así. Creo firmemente en la capacidad de este equipo. Con las vueltas de ‘Teo’ Gutiérrez y Sánchez nos vamos a fortalecer. Tenemos que recuperar esa confianza arrolladora y nada mejor que un clásico para ello. El mensaje de Gallardo debe ser claro y profundo. Él es el encargado de levantar al equipo en este momento.

Se vienen duelos que quedarán en la memoria de todos y marcarán generaciones. Hay que estar a la altura y salir con el puño en alto. Somos River, demostremos cómo la banda roja se hace enorme en las difíciles.