Son muchas las personas que encuentran en el deporte una “vía de escape” a través de la cual realizan ejercicio. A su vez, están quienes encuentran en los deportes una nueva manera de tratar diversas enfermedades, como es el caso de Maggie Leri.

Su vida cambió drásticamente en 2014 cuando recibió un diagnóstico que la sacudió profundamente: esclerosis múltiple

Cómo fue el reencuentro de Maggie Leri con la vida a través del deporte

El deporte está lleno de historias emocionantes
El deporte está lleno de historias emocionantes

Al principio, la noticia sumió a Maggie en una profunda tristeza. "Por dentro había una especie de procesión, un trabajo interno para aceptar lo que estaba sucediendo", recuerda Maggie. "Me di cuenta de que, aunque mi cuerpo estaba cambiando, mi espíritu seguía fuerte. Decidí que no permitiría que la esclerosis múltiple definiera mi vida", afirma con una determinación propia de quien ha mirado al abismo y decidido enfrentarlo. 

Así, el deporte se convirtió en su motor, su forma de reconectarse con un cuerpo que antes sentía distante. Maggie no solo retomó la natación, sino que lo hizo con la fuerza de alguien que desafía lo imposible. "Intenté cruzar nadando desde la isla Gorritti (en Maldonado, Uruguay) a la playa tres veces. La primera vez me sacaron del agua, la segunda lo hice en parte con un kayak, pero la tercera vez... lo logré. Antes de saltar al agua me preguntaron: ‘¿Otra vez acá?’ Sí, hasta que lo consiga, respondí", relata Maggie. 

Pese a las dificultades iniciales, su perseverancia la llevó a completar la desafiante travesía, recorriendo 2.800 metros en un mar que otros vieron como intenso, pero que para ella fue un espacio de calma y determinación. 

Más allá de su lucha personal, Maggie se ha transformado en una voz inspiradora para quienes enfrentan retos similares. A través de sus redes sociales, comparte su historia, difundiendo un mensaje de esperanza, resiliencia y amor propio.

La natación, en particular, le brindó una nueva visión sobre su cuerpo y la enfermedad. "En el agua no siento ninguna discapacidad", asegura. "Nadar para mí es reencontrarme con mi cuerpo, con el cuerpo que tenía antes", reflexiona, mostrando cómo el agua se convirtió en su refugio y campo de batalla. 

Hoy, viviendo en Uruguay, Maggie sigue desafiando los límites de su cuerpo y mente, preparándose para nuevos retos. Para ella, el deporte es más que una actividad física; es un acto de resistencia, una manera de decirle al mundo que, aunque la esclerosis múltiple la golpeó, no la ha vencido.