Unos trabajadores de la compañía de electricidad local quisieron salvarlo de morir atropellado en la ruta, pero lo acostumbraron a recibir tantos mimos que, cuando lo quieren bajar, el ciervito se niega a los gritos.

"El pequeñito estaba atrapado en el camino", explicó Justin Lewis, uno de los dos héroes del pequeño ciervo. Tras rescatarlo, los muchachos decidieron hacerle un poco de mimos en la panza y parece que le encantaron. Cada vez que lo querían poner de nuevo en el piso, gritaba descontrolado.