Su familia lo daba por muerto pero pasó los últimos 18 años como NN
Gabriel no puede comunicarse ni de manera oral ni de manera escrita. La última vez que su familia supo de él, les informaron que se había escapado del Instituto Neuropsiquiátrico Alejandro Korn, en la localidad de Melchor Romero. Luego lo encontraron en Necochea, al sur de la provincia de Buenos Aires, donde permaneció 13 años hasta que pudieron identificarlo por sus huellas digitales.
Gabriel Coll celebró este domingo el reencuentro con su familia, después de 18 años, tiempo en el cual sus parientes consideraron que no había sovrevivido desde el año 2000, cuando se escapó de su internación psiquiátrica. Debido a un problema de nacimiento, el hombre que ahora tiene 67 años no puede ni hablar ni escribir, aunque sí parece tener el don del arte plástico.
18 años atrás, su familia decidió internarlo por los continuos problemas que traía en la vida campesina: "Se escapaba siempre. Se iba a los campos de los vecinos y hacía desastres. Andaba con una gilette en el bolsillo y les rompía las bolsas silo", recordó uno de sus vecinos en la historia publicada por La Nación. En 1969, el mayor de los 13 hermanos -incluido Gabriel- decidió instalarse con la familia entera en Sierra de los Padres para trabajar en la agricultura. Aquella inestabilidad significó la presión de la policía para que hicieran algo al respecto, y la internación fue la salida que encontraron, aunque los escapes seguían siendo corrientes, hasta que no pudieron retenerlo más.
Gabriel no pudo ir a la escuela por padecer un síndrome psicoorgánico, pero gracias a las tecnologías lograron reconstruir su historia, salvo cómo fue que logró llegar de Melchor Romero hasta la ciudad costera de Necochea. En 2005 apareció deambulando por la terminal de ómnibus de la mencionada ciudad, y dadas sus condiciones, fue internado en el Hospital Neurosiquiátrico Domingo Taraborelli. Allí comenzaron a tramitar un DNI y gracias a la comparación de las huellas digitales pudieron ponerle nombre y apellido.
Según contaron sus familiares -tiene cerca de 20 sobrinos de entre 20 y 50 años- luego de haber compartido una jornada entera en la institución necochense con las personas que lo vienen cuidando y trabajando por reconstruir su vida, a lo largo de los años siempre mantuvo sus ganas de dibujar.