Su familia lo daba por desaparecido, pero estuvo un año de viaje
Un cordobés de 23 años se fue de viaje sin que nadie en su familia y entorno lo supiera. Su caso estaba en la Justicia tras marchas y movilizaciones. Trece meses después, tras recorrer parte del continente, regresó y casi mata del susto a Juana, su madre. “Me fui por aventura”, explicó el joven.
“Me fui por aventura, no por pelear con nadie”, intentó explicar Carlos Cejas. Durante 13 meses, este cordobés de 23 años, estuvo como desaparecido para la policía, la justicia y su familia. Fueron ellos, con quien vivía en Cura Brochero -Traslasierras-, quienes denunciaron el caso. Se movilizaron para pedir ayuda, convocaron a marchas, fueron a programas de televisión y radio a difundir el tema.
La mayoría de los habitantes de la zona sabían casi de memoria el número 15628731 al que debían llamar si sabían de él, de Carlitos, el de los Cejas. La Justicia abrió una causa y hasta investigó con policías de otras provincias. Pero Carlos no aparecía.
Un año después, el joven cordobés regresó a su casa, en Cura Brochero, como si regresara de un viaje cualquiera. Su familia y el pueblo quedaron asombrados, y más aún al conocerse que en realidad había decidido viajar, sin destino, aunque de esa decisión nunca informó a familiares ni amigos.
La Fiscalía de Cosquín investigó el caso. Lo último que se sabía de Cejas era que había concurrido al Cosquín Rock, en febrero de 2013. Había ido a vender empanadas y no volvió. Fue su última huella. Nada sabían con quienes trabajaba como albañil en una obra en Villa Carlos Paz.
Hasta que, como en la película Volver de Almodovar -Carmen Maura se esconde durante años y reaparece ante su hija, Penélope Cruz-, Carlos Cejas entró a su casa sin saber que lo buscaban su familia, amigos, varias policías provinciales y la Justicia.
“Estoy feliz de haber vuelto y de estar en mi casa. Agradezco a la gente que acompañó a mi familia”, dijo el joven en declaraciones a Cadena 3 , desde su casa en Traslasierra, aún asombrado por su caso.
Cejas contó que decidió viajar solo, que recorrió el norte argentino, Bolivia y Perú, y que luego de un año, decidió volver. Pero tampoco avisó: llegó a la terminal de Córdoba capital y, como ya no tenía dinero para el pasaje que lo llevara del otro lado de las Altas Cumbres, debió trabajar de limpiador de vidrios. Cuando juntó unos pesos, viajó a Villa Cura Brochero.
“La verdad, no tenía magnitud de todo lo que había pasado”, admitió, y se permitió un consejo: “El que quiera viajar que viaje, pero que por favor avise, porque si no le va a pasar lo mismo que a mí”.
Carlos conoció en Perú a una joven de Buenos Aires, con la que inició un noviazgo, y fue ella –que llegará a Traslasierra la semana próxima– quien lo convenció para volver.
Juana, su madre contó: “Entró a casa y yo no lo podía creer. ¡Era mi hijo! Para mí era un sueño”.
La madre admitió entonces que en la Fiscalía de Cosquín le señalaron que, según lo investigado, se descartaba la hipótesis de un homicidio y se sumaban indicios de que estaba viajando, aunque sin localizarlo.
En ámbitos judiciales y policiales se lamentaban los esfuerzos y recursos destinados a la búsqueda, evitables si el joven hubiera al menos llamado una vez a su familia.