Aunque resulte llamativo, estos estudios comparan la ingesta de alimentos muy ricos en almidón -como lo son las papas, batatas, el pan- con los resultados cancerígenos del tabaco en el cuerpo humano. Sin embargo, la alarma no debe ser sobre estimada.

Especialistas de la Agencia de Estándares para la Alimentación de Reino Unido (FDA) recomendaron cocinar las papas hasta alcanzar un color amarillento, pero no marrón: el objetivo es reducir la generación de un compuesto orgánico que sería causante de cáncer, llamado acrilamida.

Se trata de un subproducto natural que resulta luego de la cocción, presente también en el humo del tabaco. No importa qué tipo de cocción sea, las papas de paquete, el pan, los cereales, las galletas y las tartas, pueden producir esta sustancia cancerígena, según se pudo observar en estudios con animales.

En el caso del pan, cuanto más oscuro es el color de la tostada más acrilamida estará presente en el producto que ingerimos, según reveló el artículo publicado por BBC.com

En el proceso de cocción, el azúcar, los aminoácidos y el agua se combinan para generar color, sabor y olor, y acrilamida. Sin embargo, no está establecido el tope de dicha sustancia que puede ser procesada por el cuerpo humano.

Las investigaciones con animales demostraron que la acrilamina causa tumores, por lo que es una potencial causa de cáncer en humanos, siempre teniendo en cuenta el nivel de exposición a esa sustancia.

Lejos de que hayas pruebas fehacientes que demuestren el impacto negativo en los humanos, el profesor David Spiegelhalter, de la Universidad de Cambridge, le dijo a la BBC que no hay una estimación de los daños: "Incluso los adultos que tienen un mayor consumo de acrilamida tendrían que consumirla unas 160 veces más para alcanzar el nivel que hace que los ratones tengan más tumores", dijo.

No obstante, fumar eleva tres o cuatro veces la cantidad de acrilamida ingerida en las personas fumadoras, por lo que la principal recomendación médica para cuidarse de los factores de riesgo de cáncer es evitar el humo del tabaco. 

Según los expertos, controlar la cantidad de acrilamida que ingerimos e nuestras comidas es un elemento más en el objetivo de llevar una dieta sana, aunque con una baja importancia si se compara con los factores genéticos o el estilo de vida de cada uno.