Con los precios de las golosinas por las nubes, los puestos con la mercadería a la mano se vuelven una tentación para los malhechores. 

Con un método conocido pero difícil de frenar para una sola empleada, mientras una supuesta cliente le pedía algo del bajo mesada, el hombre aprovechaba y se agarraba todos los chocolates. 

Las cámaras de seguridad lo mostraron.