Sospechando de los testigos que declararon haber sido violados, siendo chicos, por el Padre Grassi, Chiche Gelblung se embarcó en un viaje sin regreso al despropósito.

El histórico periodista aseguró que el cura no es un pedófilo “porque yo lo conozco y te puedo asegurar que no lo es”, como si haber tenido charlas con el eclesiástico sirviese como detector de responsabilidad sobre cometer delitos sexuales contra menores de edad.

Para terminar realizando una fuga al infinito en la que dejó entrever que detrás de su juicio se jugaban internas políticas y religiosas, en un fárrago de frases sin terminar, incomprobables denuncias sobre complots en su contra y palabras mordidas que no se terminaban de entender.

Las caras de Pamela David y el resto de los integrantes del panel hablaron por sí solas.