Diez investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y el Hospital Insular realizaron un estudio, recientemente publicado en la revista“Environmental Pollition”, sobre los metales tóxicos que se hallan en la sangre de los inmigrantes africanos que llegan- desde hace décadas- en patera al archipiélago canario.

Un reciente informe del Banco Mundial indica que cualquier instituto de Secundaria del primer mundo tiene más computadoras de las que pueden reunir todos los hogares juntos de una sola ciudad importante de Sierra Leona o Guinea Bissau.

A través del análisis de sangre de 245 inmigrantes de 16 países del continente africano, arribados a Canarias, se determinó que a pesar de aparentar buena salud-  en su mayoría hombres (203 frente a 42), de entre 15 y 45 años- tenían en su torrente sanguíneo aluminio, arsénico y vanadio. Además de otros metales como cromo,  mercurio y plomo, en más del 90% de los casos.

Luis Alberto Henríquez-Hernández, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la ULPGC, destacó que estos jóvenes africanos tienen un nivel de aluminio presente en sus cuerpos en una cifra diez o quince veces superiores a los de los países desarrollados, lo que atribuyen a la gran cantidad de utensilios de ese metal que se utiliza en África para cocinar.

En segundo lugar se encuentra el plomo, encontrado en la mitad de los candidatos a niveles muy superiores a los que puede presentar un estadounidense, un japonés o un europeo, algo que relacionan con la falta control de la cañerías de plomo y de las pinturas obsoletas.

El resto de los 12 metales examinados en este estudio guardan relación de un modo u otro con componentes de celulares, computadoras, tabletas, circuitos de electrodomésticos habitualmente descartados en tierras africanas. 

El 80 % de la “basura tecnológica” que genera el primer mundo se envía a África, tanto para abastecer el comercio de estos productos con modelos de segunda mano, muchas veces obsoletos y de vida muy corta, como para nutrir cadenas de reciclaje “informales”. 

Los 16 países examinados- de los cuales son originarios los voluntarios de esta trabajo- están entre los más pobres del mundo, pero las concentraciones de esos metales son más altas entre los inmigrantes procedentes de naciones con más PIB, con más teléfonos por 100 habitantes, con más usuarios de internet y, sobre todo, con mayor volumen de importación de dispositivos electrónicos de segunda mano.


EFEfuturo/ Foto: Andrew McConell (Premio Fotografía Humanitaria Luis Valtueña)