Joven de 16 se suicidó porque su colegio lo discriminó por ser gay
Sergio Urrego tenía un noviazgo con un compañero de escuela: "Mi sexualidad no es mi pecado, es mi propio paraíso", es el mensaje que todavía se lee en el muro de Facebook del joven colombiano. Hace un mes, se tiró de la terraza de un centro comercial, víctima de un engaño a la justicia perpetrado por el colegio católico al que concurría.
La sucesión de hechos relata el nefasto trato que las autoridades de un colegio colombiano de clase alta -y religioso- tuvo hacia uno de sus mejores estudiantes, sólo por ser gay.
A un mes del suicidio de Sergio Urrego, de 16 años, su familia intenta limpiar su nombre, luego de que las autoridades de la institución educativa Gimnasio Castillo Campestre engañaran a los órganos de control judicial, con la complicidad de una madre horrorizada por la homosexualidad de su hijo.
Sergio estaba de novio con uno de sus compañeros, y uno de los profesores descubrió una foto en que se los veía besándose, por lo que elevó el caso con la dirección del colegio.
"Esta carta se ha escrito con el fin de esclarecer ciertos datos acerca de la denuncia de acoso sexual que han puesto los padres de mi expareja. Lo hago de manera escrita debido al suicidio que he cometido y porque no quiero que los 16 años de vida que tuve se hallen con una oscura mancha llena de mentiras", comienza una de las cartas que el joven dejó en su casa, una hora antes de quitarse la vida.
Lo que se desprende según las declaraciones de Alba Reyes y Robert Urrego -los padres de Sergio- representa un engaño compartido entre las autoridades del colegio y la mamá del novio de Sergio, que no reaccionó de la misma manera que los progenitores del joven muerto al enterarse de la noticia.
Los directivos de la escuela afirmaron que se trataba de "una falta grave", porque el manual de convivencia decía que estaban prohibidas "las manifestaciones de amor obscenas, grotescas o vulgares en las relaciones de pareja dentro y fuera de la institución" y que estas relaciones debían ser autorizadas por los padres.
Después de varios encuentros entre los padres y las autoridades del colegio, Sergio se enteró que pesaba una denuncia por acoso sexual contra él, mientras que Alba presentaba denuncias por varios supuestos cobros arbitrarios en el colegio y la discriminación que tuvo su hijo por su preferencia sexual.
El informe que elaboraron los funcionarios de la secretaría de Educación de Cundinamarca describieron un hecho de "abandono familiar", porque las obligaciones laborales de los padres lo dejaba conviviendo con su abuela de 90 años.
“Sergio estaba destrozado con la denuncia”, afirmó su padre, Robert Urrego. Por eso decidieron retirarlo e inscribirlo en su antiguo colegio, el Liceo Normandía. "Pretende con su actuar manipular y dominar a su hijo para que acceda a mantener una relación de noviazgo con él por medio de manifestaciones afectivas en público", decía la acusación de los padres que no aguantaron el amor de su hijo y Sergio.
No contentos con todo este atropello, a Alba Reyes le pusieron una denuncia ante una Comisaría de Familia por abandono de hogar, manifestando que ella vivía en Cali y que Sergio estaba solo en Bogotá.
Una serie de cartas que dejó Sergio dan cuenta del infierno en que lo sumergió la comunidad educativa, además de desmentir el supuesto acoso: “En la memoria de mi celular y en el escritorio de la pc quedan dos pantallazos de nuestras conversaciones en Whatsapp que demuestran que él no se sintió acosado en ningún momento, pues respondía con naturalidad a los mensajes. ... Escribió que estaba vuelto mierda debido a la posición que tomó su madre después de recibir la noticia (…) Nunca en mi vida he acosado sexualmente a nadie, me parece un acto reprochable”.
El 4 de agosto de 2014, Sergio se bañó a las 7:00 p.m., le mostró el uniforme de su nuevo colegio a la persona que cuida a su abuela y salió al centro comercial Titán Plaza: tras cruzar varios mensajes de despedida con amigos, se lanzó desde la terraza. Falleció tres horas después en la Clínica Shaio de muerte cerebral.
En su funeral, estuvieron 40 de los 42 compañeros del colegio. A la semana siguiente, la psicóloga de la escuela les pidió que fueran discretos con el suicidio de Sergio, mientras que la rectora advirtió que como no habían pedido permiso para ir al velatorio, tenían que reponer el día el próximo sábado.
En la reunión nunca escucharon que la rectora lamentara la muerte de Sergio, pero sí que se refirió a él como "anarco, ateo y homosexual".