El Hospital General de Sentara, en el estado de Virginia, alberga a un asesino múltiple: la prueba de las acciones mafiosas que el gobierno de los Estados Unidos elimina a quien considera un enemigo, es el testimonio de este hombre.

En su lecho de muerte, un exagente de la CIA confesó haber asesinado a la famosísima actriz Marilyn Monroe en 1962.

Norman Hogdes confesó ser parte de una especie de comando secreto de la CIA: "Teníamos pruebas de que Marilyn Monroe no sólo se había acostado con Kennedy, sino también con Fidel Castro. Mi comandante Jimmy Hayworth me dijo que tenía que morir, y que tenía que parecer un suicidio o una sobredosis".

"¡Lo hice por América! ¡Ella pudo haber transmitido información estratégica para los comunistas, y eso no se podía permitir! ¡Ella tenía que morir!", se jactó.

Hogdes afirma que entró en su habitación mientras dormía y le inyectó una dosis masiva de hidrato de cloral mezclado con Nembutal, por lo cual fue fácil presentar su muerte como un abuso de sustancias o un suicidio.