En los tiempos de pade-ser
Debemos tomar con la máxima seriedad posible las perturbaciones mentales, las depresiones, la alienación mental que sufren tantas mujeres y tantos hombres, famosos o no. La enfermedad no respeta prestigios, iguala a ricos y pobres. Recientemente se hizo viral un video de Sinéad O'Connor, la genial cantante irlandesa, en el que nos narra, en primera persona, su dolor y sus ideaciones suicidas. Donde reconoce, la que supo tener millones de fans, su tremenda soledad o la sola presencia de sus médicos, en especial la de su psiquiatra. Las personas que deberían amarte, de pronto te desprecian, dice Sinéad. Y es sabido que en las malas, escasean las presencias contenedoras. Todos quieren gozar de la fiesta, pero pocos se levantan para juntar los platos. Más allá del amarillismo mediático, Sinéad O'Connor está muy mal, es evidente, hace rato. ¿Cómo ayudarla? ¿Cómo ayudar a otros sufrientes? "La enfermedad mental es como las drogas, importa poco quién seas; y lo que es peor es el estigma, no importa quién seas", nos dice. Sabido es que la psicopatología iguala a los sufrientes y es por eso que los que padecen ya no se definen por su nombre y su historia sino por su diagnóstico. Soy depresivo. Soy adicto. Soy obsesivo. Soy bipolar… Es el nuevo ser, el que se define en su padecer. Estamos en los tiempos del pade-ser.
La artista que supo enamorarnos con "Nothing compares 2 U", parece otra, no sólo por su imagen, ciertamente en las antípodas de la armonía que mostraba descalza y rapada en los mejores escenarios del mundo, como una budista que meditaba mientras cantaba, sino por el mensaje teñido de una pulsión de muerte a la que parece darle lucha pero sin certezas de lo que sucederá. Quizá, como muchos suicidas, Sinéad O'Connor nos esté dando una señal, sea su SOS. Ojalá alguien puede registrar su lamento, ayudarla, y que sus ideas de muerte no se hagan acto. Y sabemos que lucha, como luchan millones de personas, sabiendo que la mente puede ser nuestra mejor aliada o nuestro peor enemigo.
¿Cómo ayudarla entonces? ¿Cómo ayudar a los que padecen la vida cada día? Estando cerca, si es posible, con las herramientas fundamentales, la del amor y la compasión. Y también consultando a profesionales especializados. El mundo no es un lugar ciertamente contenedor, todo lo contrario. Este es un mundo que enferma para medicar, que crea diagnósticos para que los laboratorios se llenen de plata. Este es el mundo postcapitalista, el más cruel, el que avanza sobre las mentes para gobernarlas, para crear seres robóticos, aliens, vivos pero muertos, sin subjetividad, seres esclavos que sirven sólo si trabajan y gastan su dinero en mercancías desechables como ellos mismos. Sinéad es una metáfora de tantos seres dolientes que de manera real o virtual, lanzan sus señales de humo, sus pedidos de ayuda, tal vez como último recurso antes de que la vida ya no valga la pena ser vivida.
Pobre Sinéad, ojalá lleguen mis plegarias, esta energía que me llevó a escribir pensando en ella. Y que el arte la salve, y que pronto regrese a los escenarios, para que este mundo sea un poco más bello y entonces tengamos mayores razones para seguir viviendo.