El drama de los trabajadores de La Lechería: literalmente presos en el restaurante
La historia de los trabajadores del restaurante porteño La Lechería es tan dramática como increíble. Los dueños de la empresa bajaron las persianas sin aviso, intentaron establecer una cooperativa en el local pero, gracias a propietarios indiferentes y una Justicia deficiente, quedaron atrapados dentro del negocio sin poder salir. Conocé la historia.
El drama de los trabajadores de este restaurante se ve reflejado en diferentes sectores, pero en este caso se sucedieron hechos realmente increíbles, que desembocaron en que ocho de ellos queden encerrados dentro del local.
¿Cómo fue posible esto? Según denuncian los empleados, un día cuando llegaron a su lugar de trabajo (La Lechería) encontraron que ya no había restaurante: los dueños, Oscar Gómez y Raúl Stentson, habían cerrado las persianas sin previo aviso.
Ante ese panorama, los trabajadores intentaron establecer una cooperativa en el lugar, pero se encontraron con dos problemas fundamentales: los propietarios del inmueble y la Justicia.
En primer lugar los dueños del local no quisieron renovar el contrato por no querer "saber nada con cooperativas". Entonces los empleados decidieron hacer una toma pacífica de las instalaciones, para esperar por alguna resolución de la Justicia que evite que queden en la calle en una época de brutales aumentos y recesión.
El fallo de la Justicia llegó, pero no necesariamente para su beneficio. Sino que desde la fiscalía llegó la insólita imposición de no permitir que nadie más entre al local. Por lo tanto, de los 23 que realizaban la toma, ocho quedaron adentro sin poder salir. Si abandonan el lugar, perderán todo por lo que estuvieron luchando.
"Hemos pedido que nos dejen turnarnos; que salga y entre la misma cantidad de personas, pero se negaron", contó a Tiempo Argentino Ángel Sosa, uno de los trabajadores. "Hay compañeros que están adentro desde hace once días. Hay mujeres que tienen chicos y no los ven. Los de afuera levantamos un poquito la persiana para que puedan tocarles las manos a sus hijos, al menos", expresa su dramático relato que sentencia: "Te parte el corazón ver eso".
Además, contó el ridículo ofrecimiento por parte de los dueños de la empresa: "Nos ofrecen 40 mil pesos a cada uno, que es una suma irrisoria. Muchos de los compañeros tenemos casi 30 años de antigüedad".
"La única posibilidad es estar adentro porque si no, perdemos todo. No queremos generar problemas, pero es algo que nos corresponde. El ministerio de Trabajo, opera de manera muy lenta. Nos dio una audiencia el miércoles pasado y nos dieron otra recién para el próximo viernes. No entiende que la situación no puede seguir así. Patean la pelota, no te dan bolilla", concluye.