La tragedia vial más grande la historia de Mendoza, que acabó con la vida de al menos 19 personas y dejó heridas a 21, reporta nuevas informaciones que evidencian negligencia por parte de la empresa Turbus y los conductores del micro.

La Justicia provincial confirmó que el chofer y el tripulante que lo acompañaba, protagonistas del accidente, circulaban a alta velocidad, ya que quedó registrado que el tacómetro de la unidad marcaba los 100 kilómetros por hora en el momento del siniestro.

Así lo dio a conocer el procurador general de la Corte local, Alejandro Gullé. Esta información demuestra que el micro circulaba a una velocidad mucho más elevada que la permitida, ya que en esa zona la máxima permitida es 40 kilómetros por hora y en el camino hay señales viales que así lo advierten.

El cartel marca la velocidad permitida.

Esto indica que los conductores chilenos, Francisco Sanhueza y Pedro Vargas Campos, tal como describieron a LA NACION los testigos del hecho, habían no sólo excedido el límite de los 90 kilómetros por hora, sino que en la curva donde se produjo el accidente existen carteles que indican que la máxima no debe superar los 40 kilómetros por hora.

Los reclamos y quejas no sólo son contra la empresa de transporte, de origen chileno, sino contra la autoridades, por la falta de controles viales en la alta montaña.