Hay que reconocer que la idea no era mala y que hasta el guion estaba bien elaborado, pero claro, Wiñazki no es Jorge Lanata y el impacto no es el mismo.

En parte por carisma y presencia, y por otro lado porque a Wiñazki le faltó dar un paso más y no dejar solo el speech contra los políticos y afinar la mira.

Ya que el que hace estas arengas es Javier Milei -y solo él- merecía que al menos se lo nombre o que se le dirigiera algún dardo específico contra él. Pero el conductor de TN prefirió quedarse solo con el acting.