TRAMPAS DE LOS AGOREROS DEL DESASTRE
Por Alberto Daneri
Escritor y periodista
Sin transporte, el paro sindicalista opositor obligó a la gente a quedarse en casa. No se podía ir ni al hospital. Sin embargo,  dos tercios niegan haberlo acatado. La Mesa del Terror de los burócratas que en los ´90 aplaudieron el desguace del Estado  fracasó nuevamente. La prédica de medios corporativos logró anular la capacidad de alguna gente de razonar por sí misma, pero la debacle neoliberal europea la amedrenta. Aquí exigen no bajar el salario real; cayó, sí. Allá ruegan por tener trabajo. Aquí, con mala memoria, olvidan leyes que parecen piropos. Los políticos opositores, demostrando tener más celos de sus alianzas que desconfianza sobre los rivales, piensan rehacer (menos a sí mismos) al país, volviendo atrás. Y a este vulgar chantaje lo titularon un paro. ¿Qué intereses lo ocasionaron?
Intereses extorsivos empresariales ocultos tras un nuevo lock out patronal camuflado, avalado por la corporación mediática. A mucha gente le asombra el cambio de Moyano y otros, hoy  abonados a TN. Históricamente, la insignia del camaleón fue que gobierne quien quiera con tal que no toque sus intereses. No conoce la prudencia, pues teme que arruine su ambición. Esa marca define al reaccionario, desde Tartufo hasta ahora.
Incluso a ex funcionarios que litigan como abogados contra el país. El FMI, ese actor político que condiciona el accionar de  la región, deduce que Chile y Colombia ejemplifican el éxito. Falso. En la Argentina, al 70 % de los trabajadores los cubre un convenio colectivo; en Chile sólo al 3 %. Quizás hace falta ser empresario y tener una dura piel de elefante para tolerar, sin fumigarlos primero, el dogma y la desvergüenza del FMI.
La “globalización de la indiferencia” tituló el Papa a la mirada al pobre “como un espectáculo”. Obviamente, lo acusaron de marxista cuando señaló: “el dinero debe servir y no gobernar”. Lo acusan los latifundistas que van a misa y reciben la hostia.  Son fieles a grandes medios que apoyan a tétricos candidatos avalados por EE.UU, como Sergio Massa (engreído heredero, por convicción neoliberal y suegro, del asesino del trabajo: el menemismo), quien corrió dichoso a buscar aliados a EE.UU.
Ese imperio procura deslegitimar a gobiernos progresistas de la región. ¿Cómo? Con los golpes blandos que analizamos en (http://www.youtube.com/watch?v=wgHLJXEUaz0), donde se explica su guerra psicológica (protestas, cortes, rumores con desestabilización, corridas cambiarias, tomas, etc.) A mucha gente no le basta el 56 % de los votos de Chávez o el 54,5 % del Gobierno. Acata la orden del Norte: ganarles o tumbarlos.
Entre 1870 y 1929 la Argentina crecía a un buen ritmo anual y al mismo tiempo crecía su desigualdad. En realidad, ¿crecía para quién? Para el Noble Agro. Desde 1880, la producción agropecuaria (y tras 1946-55, con la dictadura fusiladora) fue “nuestra mayor fuente de recursos”. Cayó la industrialización que inició Perón en 1946 y se consolidó hasta el siglo XXI la estructura preindustrial. El Noble Agro sometió al país. Aceptó sólo en 1912 el derecho a voto del hombre. Y una distribución del ingreso injusta, porque el salario cayó entre 1870-1929 un 26 %. Su concentración del ingreso era superior a la actual. Y esos sectores buscan regresar al paraíso perdido de un país desregulado, unidos a empresarios que se autodefinen como sindicalistas. Toda una rica elite: como Arabia Saudita e Irán.
El FMI, motor de la crisis, el dolor y la muerte de 2001, critica a un Gobierno que sextuplicó las reservas con un modelo no ortodoxo. Por bajarlas durante dos años. No dice que ocurre por desendeudarse. Propone el “ajuste ordenado” (léase bien: desempleo) y cuestiona, desde la ortodoxia, la expansión del gasto público. Luego nos iguala a Venezuela, donde Chávez bajó el analfabetismo un 50 %. Detalle admirable que olvida.  El FMI miente diciendo que la economía mundial se recupera. Miente como los medios de España: dicen que en la marcha del 22 de marzo había 300 mil civiles y eran tres millones.
Con la orden del FMI de ajuste fiscal y no tener déficit mayor al 3 % anual, el PIB de Italia en 2013 cayó el 1,9 %. Hay un paro del 20 % y desregula contratos con Jobs Act, que tolera despidos no justificados, trabajar los feriados y sin la licencia maternal. En 2014 habrá 85.000 despidos en el sector público y bloqueo de jubilaciones femeninas por un año. En España, el paro es del 26 % y 6 millones de jóvenes. Su PIB en 2013 cayó 1,2 %. Con ajuste crecerá en 2014 el 0, 6 %. Alemania creció en 2013 el 0, 4 %. ¿Y Argentina? ¡El 3 %! Con deuda pública chica, 36 %. Pero The Economist ataca al Gobierno.
Debido a la década ganada de desendeudamiento, la deuda con acreedores privados resulta ínfima: 9,5 % del PBI contra 95,3 % de 2002. Este Gobierno no aceptó la presión del FMI para tomar deuda, opuestamente a los anteriores. Y el Estado se desendeudó. Había 8.148 millones de reservas al iniciar su gobierno Néstor Kirchner; hoy hay 27.000 y a fin de año serán 31.000.  Los grandes medios disimulan que la relación deuda bruta/PIB según el FMI es del 44 % (otros cálculos dan 36 %).
¿Y la de los países irresponsables que tomaron deuda? Muy superior. De Brasil: 67,2 %; España: 91,8 %: Francia: 92,7 %; Gran Bretaña: 93,6 %; EE.UU: 108 %; Portugal: 122,3 %; Italia: 130,6 %; Y Grecia: 179,5 %. Con este plan somos los menos endeudados. Pero cada día critica un elenco rotativo de economistas “sabios”. Estos lobistas pagos ocultan que el 13,5 % de Francia es pobre: vive con mil euros. Allí, irrisorios. Derecha e izquierda suben la renta capitalista. Son lo mismo.
¿Y en USA? El 99 % de la gente posee el 60 % de la riqueza. Pero el 1 % de los ricos tiene el 40 %: lo llaman “democracia”. En la Antigua Grecia lo nombraban de otro modo: plutocracia, gobierno de los ricos. En 2011 el grupo Occupy Wall Street se rebeló. Y los ricos, enfurecidos, dijeron que los demonizaban.
Mientras la crisis de 2008 aún arrastra al desempleo a miles de jóvenes, Tax Justice señala que el gran capital impulsa la corrupción y que el 8 % del PIB mundial se oculta en paraísos fiscales. La banca paga grandes multas (menos en Argentina) por esconder esos activos de los ricos. En los últimos 15 años enmascaró 30 billones de dólares de gobernantes que tenían el poder. En una década, los superricos aumentaron un 70 %. Además, la banca roba miles de millones para sí misma. Los lleva a paraísos fiscales. Esto recuerda a Bertolt Brecht: “No es ladrón quien roba un banco, sino aquél que lo ha fundado”.
Tras el caliente febrero y el frustrado golpe de mercado, aquí la economía se consolida con el control cambiario a la banca. Mientras la industria nacional progresa, hay paritarias libres y puja distributiva. Ordenaron la quita progresiva de subsidios que rogaba la oposición y ahora rechaza. El objetivo es paliar una pata débil: la importación de combustibles, que antes de la expropiación del 51 % costaba 12 mil millones de dólares anuales. Se ve el éxito: recuperada, YPF en dos años creció el 8 % en petróleo y gas; y en 2013 su acción subió el 120 %.
No hay ya golpes cívico- militares, son mediático-económicos. Porque el periodismo no es más ganar dinero dando noticias. Cambiaron la segunda mitad del paradigma: crean la noticia. Habituados, según un poema del ruso Alexander Pushkin, a “doblegar la conciencia a cambio de lo que parece poder y es una librea de lacayo”. Si bien aún falta camino, nunca hemos usado esa librea. Ni con un patrón disfrazado de sindicalista. Quien piensa, respalda el proyecto. No quiere llorar mañana.
Sabe que jamás se creció como en esta década: el 75 % del PIB. La participación, con la energía de las bases populares, está en su mejor momento en cuarenta años. Perseverando, cambiaron las cosas. Pero con el tiempo, la gente olvida. Los más jóvenes creen que siempre hubo vacaciones, jubilación, aguinaldo, paritarias (sólo tres de Perón a Kirchner), salud y educación gratuitas incluso para los extranjeros, que en sus países nos cobran. Tal vez no les dijimos a los jóvenes que muchos lucharon para nosotros. Y que ellos deberán hacerlo para otros. O los que vengan, tristemente, volverán a sufrir.

Sin transporte, el paro sindicalista opositor obligó a la gente a quedarse en casa. No se podía ir ni al hospital. Sin embargo,  dos tercios niegan haberlo acatado. La Mesa del Terror de los burócratas que en los ´90 aplaudieron el desguace del Estado  fracasó nuevamente. La prédica de medios corporativos logró anular la capacidad de alguna gente de razonar por sí misma, pero la debacle neoliberal europea la amedrenta. Aquí exigen no bajar el salario real; cayó, sí. Allá ruegan por tener trabajo. Aquí, con mala memoria, olvidan leyes que parecen piropos. Los políticos opositores, demostrando tener más celos de sus alianzas que desconfianza sobre los rivales, piensan rehacer (menos a sí mismos) al país, volviendo atrás. Y a este vulgar chantaje lo titularon un paro. ¿Qué intereses lo ocasionaron?

Intereses extorsivos empresariales ocultos tras un nuevo lock out patronal camuflado, avalado por la corporación mediática. A mucha gente le asombra el cambio de Moyano y otros, hoy  abonados a TN. Históricamente, la insignia del camaleón fue que gobierne quien quiera con tal que no toque sus intereses. No conoce la prudencia, pues teme que arruine su ambición. Esa marca define al reaccionario, desde Tartufo hasta ahora.

Incluso a ex funcionarios que litigan como abogados contra el país. El FMI, ese actor político que condiciona el accionar de  la región, deduce que Chile y Colombia ejemplifican el éxito. Falso. En la Argentina, al 70 % de los trabajadores los cubre un convenio colectivo; en Chile sólo al 3 %. Quizás hace falta ser empresario y tener una dura piel de elefante para tolerar, sin fumigarlos primero, el dogma y la desvergüenza del FMI.

La “globalización de la indiferencia” tituló el Papa a la mirada al pobre “como un espectáculo”. Obviamente, lo acusaron de marxista cuando señaló: “el dinero debe servir y no gobernar”. Lo acusan los latifundistas que van a misa y reciben la hostia.  Son fieles a grandes medios que apoyan a tétricos candidatos avalados por EE.UU, como Sergio Massa (engreído heredero, por convicción neoliberal y suegro, del asesino del trabajo: el menemismo), quien corrió dichoso a buscar aliados a EE.UU.

Ese imperio procura deslegitimar a gobiernos progresistas de la región. ¿Cómo? Con los golpes blandos que analizamos en (http://www.youtube.com/watch?v=wgHLJXEUaz0), donde se explica su guerra psicológica (protestas, cortes, rumores con desestabilización, corridas cambiarias, tomas, etc.) A mucha gente no le basta el 56 % de los votos de Chávez o el 54,5 % del Gobierno. Acata la orden del Norte: ganarles o tumbarlos.

Entre 1870 y 1929 la Argentina crecía a un buen ritmo anual y al mismo tiempo crecía su desigualdad. En realidad, ¿crecía para quién? Para el Noble Agro. Desde 1880, la producción agropecuaria (y tras 1946-55, con la dictadura fusiladora) fue “nuestra mayor fuente de recursos”. Cayó la industrialización que inició Perón en 1946 y se consolidó hasta el siglo XXI la estructura preindustrial. El Noble Agro sometió al país. Aceptó sólo en 1912 el derecho a voto del hombre. Y una distribución del ingreso injusta, porque el salario cayó entre 1870-1929 un 26 %. Su concentración del ingreso era superior a la actual. Y esos sectores buscan regresar al paraíso perdido de un país desregulado, unidos a empresarios que se autodefinen como sindicalistas. Toda una rica elite: como Arabia Saudita e Irán.

El FMI, motor de la crisis, el dolor y la muerte de 2001, critica a un Gobierno que sextuplicó las reservas con un modelo no ortodoxo. Por bajarlas durante dos años. No dice que ocurre por desendeudarse. Propone el “ajuste ordenado” (léase bien: desempleo) y cuestiona, desde la ortodoxia, la expansión del gasto público. Luego nos iguala a Venezuela, donde Chávez bajó el analfabetismo un 50 %. Detalle admirable que olvida.  El FMI miente diciendo que la economía mundial se recupera. Miente como los medios de España: dicen que en la marcha del 22 de marzo había 300 mil civiles y eran tres millones.

Con la orden del FMI de ajuste fiscal y no tener déficit mayor al 3 % anual, el PIB de Italia en 2013 cayó el 1,9 %. Hay un paro del 20 % y desregula contratos con Jobs Act, que tolera despidos no justificados, trabajar los feriados y sin la licencia maternal. En 2014 habrá 85.000 despidos en el sector público y bloqueo de jubilaciones femeninas por un año. En España, el paro es del 26 % y 6 millones de jóvenes. Su PIB en 2013 cayó 1,2 %. Con ajuste crecerá en 2014 el 0, 6 %. Alemania creció en 2013 el 0, 4 %. ¿Y Argentina? ¡El 3 %! Con deuda pública chica, 36 %. Pero The Economist ataca al Gobierno.

Debido a la década ganada de desendeudamiento, la deuda con acreedores privados resulta ínfima: 9,5 % del PBI contra 95,3 % de 2002. Este Gobierno no aceptó la presión del FMI para tomar deuda, opuestamente a los anteriores. Y el Estado se desendeudó. Había 8.148 millones de reservas al iniciar su gobierno Néstor Kirchner; hoy hay 27.000 y a fin de año serán 31.000.  Los grandes medios disimulan que la relación deuda bruta/PIB según el FMI es del 44 % (otros cálculos dan 36 %).

¿Y la de los países irresponsables que tomaron deuda? Muy superior. De Brasil: 67,2 %; España: 91,8 %: Francia: 92,7 %; Gran Bretaña: 93,6 %; EE.UU: 108 %; Portugal: 122,3 %; Italia: 130,6 %; Y Grecia: 179,5 %. Con este plan somos los menos endeudados. Pero cada día critica un elenco rotativo de economistas “sabios”. Estos lobistas pagos ocultan que el 13,5 % de Francia es pobre: vive con mil euros. Allí, irrisorios. Derecha e izquierda suben la renta capitalista. Son lo mismo.

¿Y en USA? El 99 % de la gente posee el 60 % de la riqueza. Pero el 1 % de los ricos tiene el 40 %: lo llaman “democracia”. En la Antigua Grecia lo nombraban de otro modo: plutocracia, gobierno de los ricos. En 2011 el grupo Occupy Wall Street se rebeló. Y los ricos, enfurecidos, dijeron que los demonizaban.

Mientras la crisis de 2008 aún arrastra al desempleo a miles de jóvenes, Tax Justice señala que el gran capital impulsa la corrupción y que el 8 % del PIB mundial se oculta en paraísos fiscales. La banca paga grandes multas (menos en Argentina) por esconder esos activos de los ricos. En los últimos 15 años enmascaró 30 billones de dólares de gobernantes que tenían el poder. En una década, los superricos aumentaron un 70 %. Además, la banca roba miles de millones para sí misma. Los lleva a paraísos fiscales. Esto recuerda a Bertolt Brecht: “No es ladrón quien roba un banco, sino aquél que lo ha fundado”.

Tras el caliente febrero y el frustrado golpe de mercado, aquí la economía se consolida con el control cambiario a la banca. Mientras la industria nacional progresa, hay paritarias libres y puja distributiva. Ordenaron la quita progresiva de subsidios que rogaba la oposición y ahora rechaza. El objetivo es paliar una pata débil: la importación de combustibles, que antes de la expropiación del 51 % costaba 12 mil millones de dólares anuales. Se ve el éxito: recuperada, YPF en dos años creció el 8 % en petróleo y gas; y en 2013 su acción subió el 120 %.

No hay ya golpes cívico- militares, son mediático-económicos. Porque el periodismo no es más ganar dinero dando noticias. Cambiaron la segunda mitad del paradigma: crean la noticia. Habituados, según un poema del ruso Alexander Pushkin, a “doblegar la conciencia a cambio de lo que parece poder y es una librea de lacayo”. Si bien aún falta camino, nunca hemos usado esa librea. Ni con un patrón disfrazado de sindicalista. Quien piensa, respalda el proyecto. No quiere llorar mañana.

Sabe que jamás se creció como en esta década: el 75 % del PIB. La participación, con la energía de las bases populares, está en su mejor momento en cuarenta años. Perseverando, cambiaron las cosas. Pero con el tiempo, la gente olvida. Los más jóvenes creen que siempre hubo vacaciones, jubilación, aguinaldo, paritarias (sólo tres de Perón a Kirchner), salud y educación gratuitas incluso para los extranjeros, que en sus países nos cobran. Tal vez no les dijimos a los jóvenes que muchos lucharon para nosotros. Y que ellos deberán hacerlo para otros. O los que vengan, tristemente, volverán a sufrir.