Además de menospreciar la evidente voluntad popular que salió a las calles contra un saqueo liso y llano contra los jubilados y augurar que "la semana que viene o la otra" el oficialismo ganaría la votación, Elisa Carrió se jactó como parte del Gobierno de no responder con violencia, mientras las fuerzas policiales y la gendarmería reprimían en los alrededores del Congreso.

La criminalización de la protesta social es una constante, la cacería posterior y el completamente desproporcionado operativo alrededor de la sede legislativa dan cuenta de que la diputada no es capaz de analizar objetivamente quién está realmente detrás de la generación de la violencia, la única que hay, la que parte del estado y oprime a los ciudadanos.