A partir de la preocupación de la comunidad de especialistas informáticos, tanto independientes como nucleados en organizaciones de la UBA, quienes encabezaron una fuerte crítica al proyecto de Reforma Laboral -en concreto, al sistema de voto electrónico- y lograron convencer al bloque FpV-PJ de no apoyar la iniciativa que fue aprobada en Diputados. La vulnerabilidad del sistema electrónico fue tan evidente que tanto los gobernadores como los senadores reunidos en comisión, le bajaron el pulgar al proyecto, defendido e impulsado por el gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey.

En un comunicado, el bloque encabezado por Miguel Ángel Pichetto expresó sus "objeciones" luego de asistir a las presentaciones de los informáticos por "la alta vulnerabilidad de los métodos propuestos", concluyendo en "la imposibilidad del apoyo al proyecto tal cual fue aprobado por Diputados".

Asistieron los gobernadores de Formosa, Gildo Insfrán; La Pampa, Carlos Verna; Tierra del Fuego, Roxana Bertone; Entre Ríos, Gustavo Bordet; San Juan, Sergio Uñac y de La Rioja, Sergio Casas, a quienes se sumó más tarde la gobernadora de Catamarca, Lucía Corpacci. Además, estuvieron los vicegobernadores de Santa Cruz, Pablo González, y de Santiago del Estero, José Neder, y el secretario de la gobernación de Chaco, Héctor Horacio Rey. 

El gobernador salteño juan Manuel Urtubey fue el gran ausente -aunque ya había anticipado que no estaría- a pesar de que fue uno de los principales impulsores de esta iniciativa. Los propios asistentes a las reuniones de los especialistas informáticos en el Senado describieron su actitud como un "vendedor" de la firma que sería la responsable de fabricar las máquinas de votación.

Proyecto del voto cantado

Este martes, investigadores de Exactas de la UBA demostraron en vivo ante un plenario de comisiones del Senado, lo fácil que resulta vulnerar el secreto del sufragio con cualquier sistema electrónico, aún sin el chip en la boleta e imprimiendo el voto con una impresora hogareña. 

El sitio nexciencia.exactas.uba.ar reprodujo la situación de sufragio con cinco voluntarios en los roles de fiscal, escribano y votantes, con tres candidatos a elegir: Mafalda, Clemente y Patoruzú. Los votantes debían apretar un botón en la pantalla y el voto saldría impreso: el votante debía controlar que en la boleta apareciera el candidato por el que votó y el “escribano” certificaría el voto y lo mantendría bajo vigilancia para evitar que pudiera ser cambiado. Una vez terminado el acto eleccionario, se le pidió al “escribano” que mezcle los votos.

Se cayó la reforma electoral: los expertos demostraron que el voto electrónico es peligroso

Nicolás D’Ippolito, uno de los expecialistas, se había cubierto la vista y no pudo observar en ningún momento los votos. Sin embargo, con una birome y en un par de minutos reveló para dejar perplejos a todos, cómo habían sido los resultados: “María votó por Patoruzú, Rosita por Clemente y Omar por Patoruzú”. Ciento por ciento de efectividad.

D’Ippolito -a esta altura ya comparado con Tusam- repartió las boletas entre los senadores y les pidió que las revisaran, pero ninguno pudo encontrar adulteración alguna: “Básicamente, lo que hicimos fue codificar el orden del voto usando micropuntos. Es decir que, mirando esos puntitos se puede determinar el orden del voto (ver foto). Luego, sólo falta que un fiscal amigo u otra persona, tenga el orden en el que sufragaron las personas y ya está. Ya podemos determinar qué votó cada uno. En síntesis: necesitamos un sistema vulnerado, un fiscal amigo y saber dónde buscar los puntitos”, amplió.

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La preocupación fue creciendo cuando todos se dieron cuenta de que no hace falta más que saber sumar y tener buena vista para llevar adelante la maniobra: “Esta que les cuento es una codificación de orden pero podrían codificarse muchas otras cosas que serían, para nosotros, muy sencillas de implementar. Pero el mundo de la informática es tan vasto que yo no sé cuántas otras puede haber y cuántas otras van a aparecer con el tiempo debido a innovaciones tecnológicas”, se sinceró

“Cuando uno implementa un software para la impresión del voto lo que está pasando es lo siguiente: hay una máquina que tiene memoria, que tiene poder de cómputo, que conoce el orden y el contenido de los votos. Por lo tanto, hablando mal y pronto, estamos implementando el voto cantado. La diferencia es que esa información, en principio, la controla una computadora. Pero la información está ahí y no sabemos si alguien, en algún momento la va a extraer”, sentenció.