Piumato y el paro del 10 de abril: ¿de qué habla el judicial?
Piumato le dice a Luis Majul, en radio La Red, que “si no hay respuesta habrá medidas de 36 horas”.
¿Qué respuesta espera Piumato? ¿De quién?
A la Corte Suprema, su patrón, no le cumple un paro desde hace años. Sus últimas medidas de fuerza, entre marzo y mayo del año pasado, la UEJN las hizo en conjunto con los jueces. No fueron medidas en reclamo de aumentos salariales, que los magistrados también perciben, sino para rechazar el paquete de leyes a través de las cuales el oficialismo pretendía democratizar la Justicia.
Debido a que los paros no podían realizarlos los jueces, porque la Constitución se los impide, era el gremio de trabajadores quien convocaba formalmente a las medidas, y eran los Señorías quienes hacían lo suyo para garantizar la no concurrencia de los empleados y simular una efectividad del 110 % de adhesión.
Las oficinas estaban cerradas, si algún trabajador se rebelaba a las órdenes no escritas de la familia judicial y se animaba a ir para cumplir normalmente su tarea, era obligado a no prender la luz del juzgado, a no atender el teléfono en la Mesa de entradas, a no abrir la cochera donde los funcionarios estacionan sus autos. Conclusión: Tribunales fue durante semanas un verdadero páramo, peor que en la feria de enero. La solidaridad de clase, según la entienden los camaristas. “Mejor venga el lunes”, mandaban a los Escribientes a decirles a los abogados cuando se los encontraban en la escalera del Palacio, un día antes de los “paros” que llegaron a ser de 72 horas consecutivas. Los presos a punto de ser excarcelados tuvieron que aguardar varios fines de semana intramuros.
Aquellos no fueron “paros” de trabajadores, sino “lockout” de los jueces, tan parecidos al que jueves 10 de abril harán los dueños de tierras y vacas enrolados en la Sociedad Rural con sus peones.
Vuelve a tenerla difícil en este paro Piumato. Lo que dice la voz en off de la publicidad del paro en Radio Mitre otra vez le queda incómodo en el traje de gremialista opositor. Ningún reclamo específico de la agenda planteada por Moyano y Barrionuevo le sienta bien. Las causas más o menos objetivas que esgrimen los convocantes al paro, con las que se puede discutir en los hechos concretos, y desmentir con la frialdad de las estadísticas y los números, en el caso de Piumato no pasan de excusas.
El impuesto a las ganancias no lo paga. Debido a una decisión corporativa del Poder Judicial, los jueces siguen exceptuados del gravamen, privilegio que la Corte Suprema extiende a los empleados que Piumato representa.
Del dinero que los gremialistas reclaman al Estado por deudas a las obras sociales sindicales, Piumato no puede ni hablar. La Obra Social del Poder Judicial de la Nación la maneja en soledad la Corte Suprema, a pesar de que también aportan a ella los trabajadores. Hasta hace poco el gremio de Piumato reclamaba fuertemente por su derecho a integrar el Directorio, pero desde que “Lorenzetti se puso los pantalones largos ante el Ejecutivo”, como supo decir Piumato alguna vez en una asamblea de trabajadores del fuero de la Corte, el planteo por la obra social perdió convenientemente protagonismo y pasó a un ecuménico décimo tercer lugar, o más atrás, en importancia.
Se entiende: el universo de aliados de Piumato en el mundo judicial lo conforman los sectores más rancios de la corporación: la Asociación de Magistrados, los presidentes de las cámaras federales y los sectores de la Corte más reaccionarios. A todos ellos les interesa sobremanera que “el Poder político no avance sobre la independencia judicial”. Es decir: no los intime a pagar ganancias como al resto de los asalariados argentinos, ni se meta en el régimen de ingreso, ni ponga en discusión la ley de jubilación especial, que les permite a los magistrados retirarse con una dienta mensual de varias decenas de miles de pesos, prerrogativa que, en este caso, no conceden a todos sus empleados. Sólo se jubilan con el 82 % móvil los jueces y hasta los prosecretarios administrativos, categoría más alta del escalafón del personal subalterno, ventaja adicional que funciona como una zanahoria que ordena y disciplina la carrera laboral de los trabajadores.
Por lo demás, el supuesto techo a los aumentos salariales que los convocantes al paro denuncian que el gobierno habría fijado para las rondas paritarias, para Piumato no existe, sencillamente porque en la Justicia no hay paritarias. Los judiciales no saben lo que es discutir formalmente con los jueces, porque no tienen siquiera un convenio colectivo de trabajo que regule su actividad, y por ende no cuentan con un ámbito formal donde disputar con sus empleadores, no ya por los aumentos de sueldo, sino, al menos, por su reglamento interno, el régimen de licencias y las arbitrariedades en los ascensos en el escalafón.
Piumato y Lorenzetti se juntan sólo cuando el presidente de la Corte tiene ganas, y en esos encuentros los márgenes de acción del gremialista son demasiado estrechos. Apenas si puede rehusarse a darse por notificado de lo que el Máximo Tribunal resolvió sin su consentimiento.
Menos que menos puede Piumato hablar de la “inseguridad”, ese mito de la agenda de la derecha que el gremialismo opositor volvió a tomar prestado. Cuando el año pasado a Piumato le cruzaron un auto y le sustrajeron el celular y la notebook, el gremialista perdió la oportunidad de situarse como un Blumberg tardío al atribuir el hecho a una intimidación con mensaje político.
Para complicarle aún más la vida a Piumato y hacer obvio lo que es evidente, su compinche Lorenzetti acaba de palmearlo en la nuca con la Acordada 5/14, firmada el martes 8 de abril. En la resolución del Máximo Tribunal, los siete jueces de la Corte establecieron el primer aumento del año, de un 10 % retroactivo al 1º de marzo, que se suma al 5 % de incremento otorgado por la Corte en diciembre de 2013, hace apenas 4 meses, cuando el Tribunal redondeó en 37, 5 % acumulado la pauta salarial del año pasado. Los jueces, que son de buen paladar, saben que la vaca se come de a bifes.
“Abril, mes de lucha”, dice el afiche que el gremio de Piumato colgó en las paredes de Tribunales para colorear el ejercicio militante de su tropa. La primera flexión abdominal será el “paro” del jueves 10 de abril. Después de todo, una vez al año no hace mal. No es aconsejable que los muchachos del “buen peronismo” echen panza.